Madrugada de pesadilla con rehenes, tiros y heridos en Picún Leufú

Dos delincuentes coparon una vivienda de comerciantes. Los sorprendió la policía, uno fue herido y el otro escapó.

PICUN LEUFU .- «No nos importa si esto termina como en Ramallo». Con esa frase, dos delincuentes aterrorizaron a una familia de comerciantes de esta localidad, a la que mantuvieron como rehén durante casi una hora. Después se enfrentaron a tiros con la policía, uno de ellos resultó herido y el otro escapó.

El violento episodio ocurrió ayer a la madrugada y tuvo como protagonistas a Elio Huentelaf (25 años), su esposa, sus pequeñas hijas, sus padres y una hermana. Todos estuvieron a merced de una pareja de delincuentes de Cutral Co, algunos de ellos fueron maniatados y golpeados.

Están convencidos de que alguien los entregó, porque los sujetos conocían sus movimientos, horarios y actividades al detalle, a punto tal que le comentaron a Huentelaf: «sabemos que hace tres días te compraste un Fiat Marea».

El asalto movilizó a toda la policía de la región y alteró la calma habitual de esta localidad, donde nadie está acostumbrado a noticias de este calibre.

Julio Huentelaf, hermano de Elio, relató a «Río Negro» cómo ocurrieron los hechos, y fuentes policiales completaron otros detalles.

Dijo que su hermano cerró el supermercado La Cabaña a la 1 de ayer, se quedó con su esposa ordenando algunas cosas y partió hacia su casa a las 2.30. Guardaron la Renault Express en que se movilizaban (también poseen el Marea, y en la cochera estaba estacionado el Clío de sus padres) e ingresaron a la vivienda.

Habían colocado la cena en el horno a microondas cuando comenzó el drama. Dos sujetos, que cubrían el rostro con capuchas, ingresaron violentamente y les apuntaron con sus armas.

Al parecer los sujetos estaban ocultos en el patio de la vivienda, esperando que llegara el matrimonio. Dueños de la situación, despertaron a las hijas de los Huentelaf, de 4 y 7 años. El llanto de las niñas, sumado al nerviosismo de sus padres y de los delincuentes, convirtió la casa en escenario de una pesadilla.

«Acá falta una persona», insistían los asaltantes. Se referían a una hermana de Huentelaf, de 18 años, quien habita en la vivienda contigua junto con sus padres.

Uno de los ladrones acompañó al comerciante hasta la otra casa, sin dejar de apuntarle con una escopeta recortada calibre 16 en la cabeza. Después se sabría que estaba cargada con un solo proyectil.

La hermana y los padres de Huentelaf fueron violentamente despertados. El padre, Adolfo (65) fue el que opuso más resistencia, pero ante la amenaza del arma sobre sus familiares debió contenerse.

Poco antes de las 3 de la mañana el panorama era crítico: cinco adultos y dos niños estaban encerrados en una vivienda con dos delincuentes que se decían dispuestos a todo, y que exigían dinero. Adolfo Huentelaf y su hija de 18 años habían sido maniatados con alambres.

Uno de los sujetos, luego identificado como Omar Pozo (26) se fue con Elio Huentelaf en la Renault Express hasta el supermercado. Allí lo obligó a abrir una caja metálica azul donde había 402 pesos y se los metió en un bolsillo del pantalón.

Pero el asaltante quería más. «Vamos a la casa de tu otro hermano», ordenó a Elio. Y partieron hacia la vivienda de Julio Huentelaf (30).

Cuando llegaron allí, Elio lo convenció de que sería mejor entrar solo. «Mi hermano está con otros familiares y no vas a poder dominar a todos», le sugirió al ladrón. A Pozo le pareció razonable. «Pero si alguien le avisa a la Policía te mato y mato a tu familia», le advirtió.

Elio ingresó a la casa de su hermano Julio. «Dame mil pesos ya, que me están asaltando. Y quedate quieto, no hagas nada porque tienen a toda la familia de rehén», le dijo con nerviosismo.

Julio no le hizo caso. «Apenas se fueron avisé a la Policía», relató a este diario.

El delincuente y Elio regresaron a la vivienda donde esperaba el cómplice y los rehenes. El comerciante bajó y mientras Pozo lo esperaba afuera, avisó al otro asaltante que ya tenían el dinero y podían irse.

Pero una vez en la calle Pozo le dijo: «ahora nos vas a llevar hasta la ruta en la camioneta y ahí vamos a arreglar cuentas».

Justo cuando se disponían a partir apareció un patrullero. Uno de los sujetos disparó contra la policía, que respondió el fuego. De los tres balazos efectuados por los agentes, uno lo recibió Pozo: le fracturó la tibia de la pierna derecha. Su cómplice escapó amparado por la oscuridad.

Herido, Pozo regresó a la vivienda de los Huentelaf. Allí lo esperaban Adolfo (ya lo habían desatado) y su hijo Elio, quienes lo redujeron a golpes. En el forcejeo, el padre del comerciante sufrió un corte en la cabeza por el cual le aplicaron tres puntos de sutura.

Pozo fue trasladado detenido al hospital de Cutral Co. En un bolsillo tenía 402 pesos y en otro 1.100. En la calle quedaron tiradas las capuchas, dos sevillanas, la recortada y un revólver calibre 22.


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