Maduro “no da pie con bola”

Nicolás Maduro ha demolido la economía venezolana. Pero simula no darse cuenta de la catástrofe que ha provocado. Impertérrito. Como si no fuera responsable del enorme daño ya producido a su pueblo. La carencia de divisas que afecta a su país tiene toda suerte de efectos colaterales de los que Maduro ni se anoticia. Por ejemplo, el sector automotriz venezolano está semiparado. Por falta de divisas para importar piezas y componentes. Como ocurre en todos los demás sectores de la economía venezolana. Y, mientras siga cayendo el precio del petróleo, la situación no sólo no se va a revertir sino que probablemente se va a agravar, velozmente. El presupuesto ha considerado que el precio del crudo que vende Venezuela debiera haber sido de 60 dólares el barril. La realidad es distinta. En julio pasado Venezuela sólo logró obtener unos 45 dólares el barril, esto es un 25% por debajo de las absurdas estimaciones presupuestarias. Y es casi imposible que, en el corto plazo, los precios internacionales se entonen. Es más, podrían seguir cayendo. Venezuela tiene apenas unos 16.997 millones de dólares de reservas, con algún porcentaje de ellas que presumiblemente no es de libre disponibilidad. Poco y nada. Por eso, siempre por ejemplo, la producción venezolana (en rigor, tan sólo existe ensamblaje) de motocicletas ha caído de 1.446 motos a apenas 412 en julio pasado. Menos de la mitad. Un recorte realmente dramático, según queda visto. El sector de las motos, endeudado con sus proveedores a los que les debe ya 812 millones de dólares, ha dejado de tener crédito externo. Todo debe operarse “al contado rabioso”. Las ventas, cabe agregar, también han caído a la mitad. En materia de automóviles, el ensamblaje también ha caído. Un 25% solamente un mes. Tan sólo en el sector de las autopartes, hay unos 100.000 empleos que están en juego. En peligro. Desde hace dos años Venezuela casi no importa automóviles. Lo hacía desde Argentina y Ecuador. Los distribuidores hoy ya no obtienen licencias para importar. La razón es siempre la misma: la enorme sequía en materia de divisas. Por esto Maduro ha vuelto a la carga para lograr que la OPEP cambie su estrategia en materia de precios, donde Arabia Saudita seguramente no la acompañará. Rusia parecería estar acompañando a Maduro en sus esfuerzos por presionar hacia un cambio de actitud, por separado obviamente. Nadie confía en Maduro. Tampoco los rusos. O, más bien, ni siquiera ellos. Todo mal, como siempre, en torno a Nicolás Maduro. Es lo normal. Y es claramente el gran problema para el pueblo venezolano. (*) Exembajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas

Emilio J. Cárdenas (*)


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