Mafalda, siete aspectos que la definen

La nena de Quino cumple 50 años. Por primera vez, la genial invención de Quino vio la luz, en septiembre de un ya lejanísimo 1964, cuando gobernaba Illia, el peronismo estaba proscripto y De Gaulle llegaba al país.

50 AÑOS

Porque las cosas a fin de cuentas no nos salieron del todo bien y porque, como sostiene Quino, repetimos los mismos errores históricos una y otra vez es que su gran aniversario la encuentra tan actual, con sus soquetitos blancos como recién estrenados.

Mafalda es denuncia y reflexión. Pero en su esencia, entendida como su identidad frente a la experiencia, se disponen estratégica, virtuosamente, una serie de contextos secundarios que terminan de definirla para hacerla emblemática para los millones de fanáticos que tiene en todo el mundo.

1. Filósofa ilustre

El espíritu filosófico de Mafalda se forja a partir de esta tribulación. Pero la nena lo excede y, para tragedia de sus atribulados padres, con cuyos razonamientos no se deja contaminar, transforma en globitos de diálogo las grandes dudas existenciales del ser humano.

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2. Una metáfora de los 60

En los contundentes, definitorios, años 60, Mafalda aún no tenía aparato de TV. A Susanita la increpaba: «¿Soy un bicho raro por no tener TV?». Eran tiempos de Beatles, guerra, armas nucleares, racismo, comunismo, ideales y feminismo. Sus planteos y dilemas eran propios de toda la generación que atravesaba esa década agitada, pero que todavía permitía la esperanza. Quino manifestaba la incertidumbre de esos días que prometían cambiar la Historia apelando a metáforas, alegorías y estereotipos. Así como la sopa fue símbolo del abuso de los poderosos, Susanita representaba el deseo casi vulgar por lo extremo de conseguir marido para ser madre de muchos hijitos, y Manolito era la versión vernácula del capitalismo que se venía.

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4. El feminismo

«Si debía inventar un personaje, debía tener rasgos muy reconocibles, como esa mata de pelo. A medida que la publicaba fui conociéndola», contó Quino sobre las horas de creación de Mafalda.

Mafalda nació en tiempos en que Betty Friedan ponía en debate la situación de la mujer a través de su Mística de la feminidad, libro publicado en 1963 y premio Pulitzer un año después. Pero en su cosmos de San Telmo compartía techo con una madre que abandonó la facultad para dedicarse a la familia, y vereda con Susanita, la chismosa obsesionada con una prole descomunal.

feminismo

5. Cintura política

El desembarco en Vietnam, la Noche de los Bastones Largos y la fuga de cerebros, la amenaza china, Fidel, la Guerra Fría… Mafalda se dibujaba mientras el mundo cambiaba al compás de estos sucesos. Las referencias políticas en la tira, sin embargo, y según Quino, «siempre fueron más bien de una política de la condición humana, no de ciertos regímenes». De chico había vivido la Guerra Civil, la Segunda Guerra Mundial, el fascismo y la Guerra de Corea. Estos dramas marcaron su infancia e influyeron en su obra. Inclinado hacia un socialismo renovado como opción al capitalismo que reprobaba en sus viñetas, su Mafalda, simple y contundente, molestó a gobiernos, sufrió censura y debió optar por transmitir sin decir. Ridículo, varias veces fue tomada prestada por los mismos autoritarios a los que denunciaba. En cierta ocasión recibió desde España un sticker de Guille levantando una bandera franquista.

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6. Según los ojos de una niña

Apenas nacida para publicitar electrodomésticos, al dibujante se le antojaba como una chiquitina caprichosa. Cuando empezó a publicarse con más regularidad tuvo que aprender a escucharla. Umberto Eco la definió como «una heroína iracunda que rechaza el mundo tal cual es, reivindicando su derecho a seguir siendo una niña que no quiere hacerse cargo de un universo adulterado por los padres».

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7. De hoy y de siempre

Para Quino, el presente sigue siendo impresentable: «Si bien me halaga que se siga leyendo, también es triste pensar que los temas de los que hablaba Mafalda aún existen». Si la dibujara hoy, dice, discutiría de sida, ecología y manipulación genética con el ardor de siempre. Pero igual que las Mafaldas de hoy, gracias a Internet y las redes sociales, la suya estaría mejor informada que su niña primigenia de los 60. Por lo pronto, nuestra porteñita internacional hoy les sacaría ventaja a sus escasas sucesoras, empezando por la superdotada idealista Lisa Simpson. Su propio mito vaya para donde sea que vaya el mundo la va a seguir reafirmando.



Fuente: La Nación


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