Marcelo Gallardo podría ir a Boca… ¿Por qué no?

No es descabellado pensar que, tarde o temprano, el técnico Millonario envidia de todos los clubes, pueda ser el técnico Xeneize. Una rica historia de desembarcos de ídolos nos dice mucho. Una opinión de Dante Morosani.

Marcelo Gallardo, amo y señor de River.

Varios centenares de hinchas de River ya deben estar diciendo “la boca se te haga a un lado…”. Sin embargo, hasta tanto la historia no me demuestre lo contrario, no es descabellado pensar que, más tarde o más temprano, el técnico “Millonario” envidia de todos los clubes, podría constituirse en DT de Boca Juniors. El tema es muy piloso, tanto que su sola mención pone los pelos de punta al más pintado de los simpatizantes riverplatenses.

Al menos, por vía de la metáfora, estoy convencido de que más de uno me va a dar la derecha, pero la “advertencia” viene a cuento toda vez que se ponga sobre la mesa la fantástica nómina de ídolos del club de Núñez -en conjunto epítome de la gloria que hoy acredita la institución vecina del Río de la Plata- que desembarcaron en Boca pletóricos de fama y sapiencia, para hacer palpitar el corazón del eterno rival.

Integran tan brillante constelación de deportistas que hicieron época: nada menos que Renato Cesarini, calificado como la Biblia del fútbol, junto a Peucelle, Bernabé Ferreyra, Moreno y Pedernera, iniciadores de La Máquina. Cesarini dirigió a Boca en los años ’50. En la misma década se incorporó a las filas boquenses, primero como jugador y luego como director técnico, nada menos que El Charro José Manuel Moreno. En 1963 Adolfo Alfredo Pedernera no sólo pasó a ser el entrenador del equipo azul y oro, sino que se hizo cargo de la dirección general del fútbol del club. Aristóbulo Deambrossi figura de los Millonarios 1935/46 (alternó en La Máquina), en 1964 acompañó y luego sucedió a Pedernera severamente lesionado en un accidente automovilístico. Néstor Raúl Rossi, el inolvidable Pipo, condujo y sacó campeón a Boca en 1965.

Cuatro años después igual satisfacción le prodigó al club Xeneize el múltiple goleador internacional Alfredo Di Stéfano, crack de River entre 1945 y 1949.

Por el contrario, nunca, al menos hasta el presente, ha sucedido que ídolo alguno de las raíces de Boca Juniors, que fueron o son directores técnicos -ejemplo Lazzatti, Carlos Sosa, Sarlanga, Rattin, Mario Boyé, Marzolini, Osvaldo Potente– haya sido requerido para dirigir a los equipos de la banda roja. En cambio, profesionales sin la genética señalada más arriba, estuvieron tanto en uno como en otro de los clubes en pugna. En tal carácter se registran además de los ya citados Moreno y Di Stéfano -es decir que condujeron los equipos de Boca y River- “el zurdo” Miguel Ángel López, Rogelio Antonio Domínguez, Vladislao Cap, César Luis Menotti y el Bambino Héctor Veira. Este último mientras ganó todo en River, hasta la copa Intercontinental en 1986, posteriormente, casi diez años más tarde, fracasó en la dirección técnica de Boca.

La recreación de la porfía entre los eternos adversarios, protagonistas de uno de los clásicos más apasionantes del mundo, con punto de partida a la sombra del exitoso Muñeco Gallardo, sigue mediante la nómina de jugadores que, a lo largo de 90 años de fútbol profesional, período que se cumple con el 2021, se han desempeñado igualmente en River y Boca. Con relación a este primer nonagésimo la lista es relativamente exigua, como si dichos clubes no quisieran lesionar su honor gestionando jugadores del respectivo rival de todos los tiempos.

Cuando los “millonarios” y los “auriazules” patearon el tablero entre ellos, las transferencias respondieron a conflictos contractuales o en su defecto los cambios se produjeron luego de que otros clubes hicieran de puente. Uno de los citados conflictos, motivó que en 1985 Oscar Alfredo Ruggeri y Ricardo Gareca pasaran de Boca a River y a la inversa se produjera el traspaso de Carlos Daniel Tapia y Julio Jorge Olarticoechea. En cambio, en libertad de acción, año 1949, Juan José Negri que había pertenecido a Estudiantes de La Plata pasó de Boca a River, ocurriendo lo mismo en 1960 con Francisco Lombardo. A la inversa fue el traslado de Gabriel Batistuta en 1990 y Fernando Andrés Gamboa en 1994. Cuando en 1989 César Luis Menotti se hizo cargo de la dirección técnica del club de Núñez, gestó de inmediato la incorporación del mediocampista boliviano Milton José Melgar, que había pertenecido a Boca.

Siguen los que actuaron en River y luego –previo jugar en otros clubes del país o del exterior- lucieron la casaca de Boca: año 1949 Joaquín Martínez, 1955 Juan José Pizzuti, 1962 Norberto Menéndez, 1976 Hugo Orlando Gatti, 1981 Carlos Manuel Morete, 1983 Carlos José Barisio y Juan José López, 1995 Claudio Paul Caniggia y 1996 Julio César Toresani.

La muestra siguiente y final, documenta a los que, en igual circunstancia referida en el párrafo anterior, estuvieron en Boca y luego recalaron en River: 1951 Alberto Emilio De Zorzi, 1980 Alberto César Tarantini, 1988 Jorge Nicolás Higuain, y los más recientes con pasado en las inferiores de Boca, Jonatan Maidana, Nicolás Bertolo y Lucas David Pratto.

Adversarios desde los tuétanos, el informe, aunque no de manera sostenida, arroja un intercambio de figuras y “figuritas” entre Boca y River, al que seguramente nunca contribuyó el gran Ángel Amadeo Labruna, toda vez que al ingresar a la Bombonera se presionaba la nariz con los dedos índice y pulgar de la mano derecha, para evitar la pestilencia bostera.

En la despedida me pregunto: ¿Qué pasará “mañana” con Marcelo Gallardo?


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