Mario Bunge: sus feroces críticas al psicoanálisis y sus recetas para llegar a los 100

Meses atrás dejó definiciones a la revista Noticias, que le dedicó la tapa. Insistió en considerar "charlatanes y criminales" a Jung y Freud. Fue duro con Macri y Trump.

Físico, filósofo, epistemólogo, con 21 doctorados honoris causa en universidades de todo el mundo, Mario Bunge fue el científico de habla hispana más mencionado de los últimos dos siglos, en una lista encabezada por Bertrand Russell, Charles Darwin y Albert Einstein, según la prestigiosa publicación Science Hall of Fame.

Mario Bunge, en una de sus últimas fotos. Vivía en Montreal, Canadá.

Meses atrás, la revista Noticias le dedicó la tapa este científico y filósofo, y varias páginas de una entrevista en la que dejó definiciones.

Una de ellas fue su feroz crítica al psicoanálisis: “No es un proyecto de investigación serio sino una doctrina pseudocientífica más. Los psicoanalistas no experimentan, hacen afirmaciones dogmáticas. Hay que hacer psiquiatría biológica y olvidarse de Freud, Jung, Charcot y todos esos charlatanes que fueron criminales, ignorantes y arrogantes”.

Sobre Donald Trump había sentenciado: “Lo votó la gente que se sentía marginada e ignorada por las elites de Washington. Tiene una cosa buena y es que, siendo nacionalista, no es belicista. Quiere reservar sus energías para mejorar las condiciones de Estados Unidos. Pero como contrapartida es un mentiroso, un racista, antifeminista, en fin, tiene todas las taras que se pueden imaginar”.

Y sobre la gestión Macri fue también demoledor: “Me asombra la estupidez de la gente al haber apoyado a Macri, que es la negación de todo lo bueno que hubo antes”.

La tapa que le dedicó meses atrás la revista Noticias.

Cuando se le preguntó cómo se hace para llegar a los 100 años y cuánto le adjudica a los genes y cuánto a su modo de vida, respondió: “Mitad y mitad. Los genes de mi madre, que murió a los 95, deben haber influido bastante. Pero también influyen los hábitos, por supuesto”.

Consideró Bunge que, más importante que lo hizo, es lo que no hizo: “No leo a Nietzsche, a Heidegger, ni a los posmodernos. No voy al médico más que lo indispensable. No fumo ni tomo alcohol». ¿Ni una copita de buen vino? “No. Siempre le tuve odio porque vi los estragos que provoca. Sólo en una época tomaba alcohol para matar el dolor cuando me sacaban una muela”. Le prestaba atención a la dieta. Comía sobre todo pescado, verduras, enormes cantidades de fruta y muy poca carne. “Desgraciadamente también me gustan los dulces –dijo- porque el azúcar es veneno”.


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