Maternidad en tiempo de redes: menos mandatos pero más presión social

Pediatras y puericultoras, a través de un intenso intercambio en internet, trabajan para atenuar la angustia y la culpa.

A diferencia de los viejos paradigmas familiares, en los que estaba instituido que la mujer debía replegarse para cuidar a los hijos y monopolizaba las tareas domésticas, el lento y laborioso proceso hacia la deconstrucción de roles flexibilizó algunos mandatos pero no morigeró la presión social.

¿Por qué hoy las madres parecen más juzgadas que nunca pese a que se han liberado de los modelos únicos de maternidad? «Porque se ve»,

dispara Vázquez.

«Nuestras maternidades están en las redes, y las voces de los opinólogos también. Las madres siempre fuimos malas madres, pero ahora somos malas madres de vidriera. La culpa de la madre es la manera de tenernos a todas sumisas y desempoderadas», agregó.

«Lamentablemente a la vez que nos liberamos de mucho también hay más exigencia sobre qué hacer y cómo hacerlo y el agregado de la propagación de las opciones a través de tantos medios de comunicación que se encuentran en la actualidad como redes sociales. Eso puede hacer que un mensaje de WhatsApp mal enviado sea el desencadenante de un sufrimiento extremo para quien lo escuchó sin tener que haberlo escuchado», sostiene Pintos.

La pediatra y puericultora Sabrina Critzmann, en tanto, no está convencida de que se haya concretado todavía la flexibilización de los mandatos:

«Dudo que nos hayamos liberado de los modelos únicos de crianza -indica-. Estamos en camino. Sabemos que existe otra visión, más amable con la infancia y sobre todo más amable entre nosotros. Le estamos enseñando a los niños precisamente a no juzgar, tal vez la próxima generación no tenga que escuchar opiniones que no se han solicitado y que no suman»

«Hoy por hoy seguimos escuchando: ‘Ah, parece que te quedó un bebé adentro de la panza que tenés’ a minutos de parir, ‘Si le haces tanta upa nunca va a socializar’, ‘Déjalo llorar un rato y vas a ver como aprende’, y un montón de otras frases desafortunadas -enumera la especialista-. ¿Que le hace a la otra persona decirlas? ¿Cuán dolida está por algo que le ha sucedido seguramente que tiene que lastimar de esa manera?«.

Critzmann advierte sobre la necesidad de romper el encapsulamiento del rol materno: «Tenemos que empezar a hablar de familias, de mapadres, de sociedad, no de madres aisladamente. Porque sino seguimos perpetuando el mandato de que la madre tiene toda la responsabilidad sobre la crianza. Cuando viene un padre solo con un niño o niña a la guardia se sigue preguntando donde está la madre, por ejemplo, cosa que no sucede al revés», ejemplifica.

Frente a un escenario trazado por licencias escasas para los padres, abuelos ocupados que ya no piensan de manera excluyente en la crianza de los nietos y jornadas laborales que no terminan nunca, la pediatra recupera la centralidad de la crianza en tribu, un recurso amplificado hoy por las redes sociales que le permite a las madres encontrar espacios de interacción con pares o expertos para intercambiar consejos o despejar dudas.

«Hoy en día todavía hay mujeres 24 horas adentro de un departamento, solas, al cuidado de un bebé. Y eso no debería suceder, porque es agobiante. Pero para cambiarlo hay que empezar a darnos cuenta de que no esta bien, que esa mujer no está ‘descansando’ ni ‘de vacaciones’. Tenemos las redes sociales, gran herramienta para encontrarnos, para contarnos lo que nos pasa. Y desde allí, muchas veces, construir vínculos mas allá de nuestras familias», señala Critzmann.

*Por Julieta Grosso, para Agencia Télam.


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