Cómo acostumbrar a la correa a los perros que se vuelven agresivos

El comportamiento de los canes puede ser muy distinto en cada caso. Pero las razones más frecuentes suelen ser el miedo y la inseguridad. Puede tener que ver con malas experiencias que haya tenido el animal.

Cómo acostumbrar a la correa a los perros que se vuelven agresivos

En cualquier otra situación es el perro más amoroso del mundo, pero cambia completamente cuando se le pone la correa: ladra, gruñe y tira con toda la fuerza para intentar liberarse de ella.

“Se conoce como agresión correa y la mayoría de los perros que la muestra lo hace cuando se encuentran con otro”, dice Katrin Voigt, de la Asociación Alemana de Educadores de Perros.

“Pero también los hay que tienen esta reacción cuando se cruzan con una persona por la calle, con un ciclista o incluso cuando pasa un automóvil”, añade.

El desencadenante de este comportamiento de ataque es pocas veces un ser agresivo.

“Puede estar motivado por distintas cosas”, explica Esther Würtz, miembro de la Asociación de Medicina y Terapia Veterinaria de Alemania.

“En perros jóvenes que siempre han podido correr sueltos y a los que se les pone correa cuando alcanzan la madurez sexual se produce muchas veces por frustración por quedar limitados de golpe”, apunta.

También hay algunas razas que tienen mucha energía. Si no la liberan, muchas veces esta aparece cuando están atados a la correa.

Pero las razones más frecuentes de este comportamiento cuando se les pone la correa son el miedo y la inseguridad. Puede tener que ver con malas experiencias que ha tenido el perro, quizá con un encuentro con otro en el que fue mordido.

Otra causa puede ser que se encuentre en una situación a la que no está acostumbrado. “Por ejemplo, se cruza con un congénere y está inseguro porque no tiene experiencia en ello”, dice Würtz.

Ladrando, gruñiendo y mostrando un comportamiento impositivo intenta que el otro se quede a distancia de él.

Independientemente de dónde proceda el comportamiento agresivo, la pregunta es por qué aparece este solo cuando están atados a la correa. “En esos momentos no pueden comportarse como sus instintos les dicen que se comporten, sino que dependen de las decisiones de su dueño”, explica Voigt.

No tienen capacidad para desviarse si se sienten amenazados. “Y cuando se encuentran con un congénere, no pueden actuar frente a él como sería lo cortés entre perros”, añade. Lo cortés en el código canino es no ir nunca directamente hacia otro perro, sino hacer un arco para mantener cierta distancia.

“Los perros que andan sueltos y no se conocen muchas veces se mantienen a cierta distancia entre ellos o se tumban”, cuenta Christine Holst, de la Asociación de Psicólogos Caninos y Entrenadores.

Y en virtud de pequeños detalles, como el lenguaje corporal del otro, el perro decide si hay que jugar, evitar al otro o atacarlo.

“Si un perro no puede determinar la distancia individual, se siente amenazado y no puede huir, tiene dos opciones: buscar protección detrás de su dueño o reaccionar agresivamente”, explica.

Una vez que este comportamiento aparece, se convierte rápidamente en la regla. “Los perros aprenden en base al contexto. Si su comportamiento agresivo mantiene alejado aquello que temen, es muy posible que lo repitan”, indica Voigt.

Esto, no obstante, no significa que no se pueda modificar. “Al final, depende también de mí cómo mi perro se comporta cuando va con correa”, apunta Holst.

Quien al sacar a pasear al perro se sienta inseguro debe tener en cuenta que el animal lo nota y que le transmitirá esa sensación.

“El perro necesita un liderazgo claro. Solo se va a sentir seguro cuando el dueño actúa de con seguridad y señaliza que todo está bien y que él se ocupa de todo”, apunta.

Lo ideal sería que el perro fuera atado a una correa extensible que se pueda dirigir mediante pequeños impulsos sin dar tirones”, explica Holst.

Si no se sabe cómo hacerlo, lo mejor es buscar ayuda profesional. En caso contrario puede aparecer pronto la sensación de estar superado y actuar erróneamente con la correa.

“Por ejemplo regañando al animal a gritos o castigándolo. Esto supone un estrés añadido para el perro”, dice Würtz. Y lo que puede provocar es que reafirme aún más ese comportamiento.

Si uno quiere que el perro se comporte cuando va con la correa, tendrá que practicar. El primer punto es mejorar la conducción del animal con la correa y el punto segundo, deshabituar al animal del comportamiento erróneo.

“Por ejemplo, con un condicionamiento contrario que dé al animal una alternativa como respuesta al estímulo negativo”, indica Würtz, y pone un ejemplo para que se entienda.

Antes del inicio de la reacción agresiva, cuando el perro divisa el causante de su temor a distancia, se le puede entretener con algo que le guste, ya sea su juguete favorito o una golosina. Así, el estímulo negativo se convierte en positivo.

También puede ser de ayuda ir aproximando al animal poco a poco al objeto que desencadena su comportamiento agresivo.

Para todo esto, la base es conocer qué es lo que hace actuar a nuestro perro de determinada manera. “Solo cuando se sabe, se puede actuar con éxito”, dice Holst.

Fuente: DPA


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