Micaela Bravo: la joven que desapareció en tres cuadras

A un año y medio del crimen que estremeció a una congregación religiosa y gran parte de la población de Bariloche, aún no hay imputados ni sospechosos.

El otoño recién comenzaba a despertar en Bariloche y los pocos árboles que hay en las veredas del barrio 2 de Abril empezaban a quedar desnudos. Micaela Bravo salió alrededor de las 13.30 de la casa de su madre, con su sobrina para llevarla hasta el Jardín Mundo Nuevo, distante a dos cuadras y media. Sólo llevó su celular porque suponía que regresaba pronto. Micaela entró al edificio educativo, ubicado en la calle Cacique Nahuel casi Siempre Viva, y dejó a la nena. A esa hora había una reunión de padres y pensaba quedarse, pero se retiró para hablar con una persona. Transcurría el 23 de marzo del año pasado. Fue la última vez que la vieron con vida.

Micaela se evaporó en un trayecto de menos de tres cuadras. Nadie observó nada. La misteriosa desaparición de la joven, madre de tres niños pequeños, conmocionó a gran parte de la población de Bariloche. Más aún, cuando hallaron dos semanas después su cadáver en un enorme lote baldío, situado frente al barrio 2 de Abril, del otro lado de la avenida Juan Marcos Herman.

El homicidio de Micaela abrió un mar de sospechas y especulaciones. Un año y medio después, la investigación aún no dio con el autor del crimen, que conmocionó a una ciudad. El crimen estremeció, sobre todo, a una congregación religiosa.

Micaela era muy creyente. Desde los 16 años asistía a la iglesia evangélica Antorcha de la Fe. El humilde templo, de paredes grises de cemento, se levanta sobre la calle Ramón Acosta. No es el único. Hay varias iglesias evangélicas en esa zona, que crecieron en los años últimos casi al mismo ritmo que las necesidades.

La primera vez que Micaela llegó a la congregación tenía 16 años. Había tenido una infancia difícil, pero nunca había dejado de tener fe en Dios. Allí, conoció a Patricio Vargas, el hijo del pastor. Quienes conocieron a Micaela recuerdan que era una joven bella, de carácter amigable y con mucha personalidad. Para nada introvertida, que se expresaba con facilidad.

Micaela y Patricio comenzaron un noviazgo y poco tiempo después, resolvieron casarse. Micaela tenía 17 y Patricio 20 años. En la iglesia estaban convencidos de que era una pareja unida por Dios que nadie podría separar. Nacieron tres hijos y la familia se sumó a la congregación.

Pero a finales de 2015 la relación se rompió. Hubo problemas de pareja que ni las oraciones pudieron resolver. Poco se sabe de los motivos de la ruptura. Fuentes que conocen el expediente recordaron que hubo una denuncia de violencia familiar contra Vargas.

Pero fuentes judiciales aseguraron que fue la única denuncia en años de convivencia.

Tras el quiebre, Micaela se mudó a la casa de su madre, ubicada a unas cuatro cuadras, con sus tres hijos después de 13 años de matrimonio. Pero el vínculo legal no estaba disuelto.

La joven comenzó una relación con Juan Carlos Colipi, que conocía de la iglesia. El joven tenía 19 y Micaela 28. Colipi desde chico asistía, junto a su madre, a la iglesia.

Fuentes que conocen el caso, aseguraron que la relación entre Micaela y Colipi no cayó bien en la congregación. Era la esposa del hijo del pastor y que esté de novia con otro joven cayó como un balde de agua fría.

Micaela no se retiró de la iglesia. Tampoco Colipi. Continuaron formando parte de la congregación a pesar de que la relación era resistida hasta por la madre del joven, según contaron las fuentes. Patricio no abandonó la iglesia y enfrentó la situación.

Cuando ocurrió la desaparición de Micaela, las miradas de los investigadores apuntaron a Patricio como el principal sospechoso. Se trataba del ex y el fiscal Eduardo Fernández lo investigó a fondo con la Policía.

Patricio no se calló. Salió a reclamar por la aparición con vida de Micaela y criticó a Fernández y al entonces juez de la causa Ricardo Calcagno. Colipi optó por el silencio y mantuvo un perfil muy bajo.

El hallazgo el 6 de abril del año pasado del cadáver de Micaela causó profunda conmoción y se tejieron todo tipo de conjeturas. “Micaela era una gran mujer, pero abrió una ventana para que entre el demonio”, advirtió un obispo, que viajó desde Chile para el sepelio. Nadie quiso contradecirlo.

La investigación avanzó muy poco en los primeros meses. Aunque hallaron restos de material genético en algunas uñas de Micaela, que fueron cotejados con los perfiles de Patricio, su padre y un hermano.

También se lo comparó con el perfil de Colipi. Todos los cotejos dieron negativo.

El material pertenece a otra persona, que la investigación aún no identificó.

Sin pistas firmes de quién y por qué la mataron, el caso de Micaela Bravo es uno de los que siguen sin resolverse en la provincia.

fotos alfredo leiva

En la iglesia no estaba bien visto que la esposa del hijo del pastor (no se habían divorciado legalmente) esté de novia con otro joven de la congregación.

Falta un estudio que será determinante

Los investigadores esperan que un estudio mitocondrial sobre unas muestras que hallaron en una mano de Micaela Bravo permita obtener algún perfil genético para destrabar la investigación y ayudar a identificar al autor del homicidio.

La fiscal Betiana Cendón, a cargo de la investigación del homicidio de Micaela, tiene un informe preliminar en su poder, que llegó días atrás que abrió una luz de esperanza, pero no trascendieron detalles.

El estudio se hizo en el laboratorio de genética forense del Superior Tribunal de Justicia (STJ) de Córdoba, en conjunto con la Policía Judicial, que depende del Ministerio Público Fiscal de esa provincia.

La autopsia estableció que Micaela Bravo sufrió un edema pulmonar, que se comprobó por estudios histopatológicos. Los investigadores creen que murió por una puñalada a partir de unos rastros que hallaron en la piel.

Las fuentes judiciales aseguraron que está descartado que Micaela haya sido víctima de una banda dedicada al narcotráfico, o de presunta una red de trata de mujeres.

También, la investigación descartó que haya sido obligada a subir a un vehículo a la salida del Jardín Mundo Nuevo.

Las fuentes afirmaron que en el expediente no hay constancia de ninguna amenaza previa contra la joven.

Destacaron que la familia de Patricio Vargas siempre colaboró con la justicia. Patricio Vargas es querellante en la causa, en representación de sus hijos.

Y no hay ninguna prueba que lo incrimine, según las fuentes.

Su expareja y padre de sus tres hijos fue investigado, pero no hay pruebas que lo incriminen. El hombre logró constituirse en querellante.

Datos

En la iglesia no estaba bien visto que la esposa del hijo del pastor (no se habían divorciado legalmente) esté de novia con otro joven de la congregación.
Su expareja y padre de sus tres hijos fue investigado, pero no hay pruebas que lo incriminen. El hombre logró constituirse en querellante.

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