Microalgas que producen biopetróleo con carbono
En Alicante, España, se desarrolla una experiencia en la que se usan las emisiones contaminantes de una cementera.
LA BÚSQUEDA DE ALTERNATIVAS
En un bosque de tubos de ocho metros de alto, cerca de Alicante, en el este de España, macera el que puede ser el combustible del mañana: biopetróleo producido con unas microalgas que se alimentan del anhídrido carbónico que despide una fábrica vecina. Cerca de 400 tubos de color verde oscuro en los que crecen millones de microalgas se levantan en una llanura de esta región oriental española junto a una cementera que despide CO2, un gas que es capturado y llevado por medio de tuberías hasta la pequeña fábrica de biopetróleo. Investigadores franceses y españoles de la pequeña empresa Bio Fuel Systems (BFS) desarrollan desde hace cinco años este proyecto, todavía experimental. En un momento en que los industriales buscan soluciones imaginativas como alternativas al petróleo, la idea es reproducir y acelerar un proceso que ha durado millones de años y permitido la producción de petróleo fósil. “Tratamos de simular las condiciones que había hace millones de años, cuando el fitoplancton se transformó en petróleo. De esta manera, obtenemos un petróleo equivalente al petróleo actual”, explica el ingeniero Eloy Chapuli. Las microalgas, procedentes de una decena de cepas mantenidas en secreto, fueron recogidas en el mar Mediterráneo y en el océano Atlántico. En los tubos se reproducen a gran velocidad, desdoblándose diariamente por fotosíntesis y gracias al CO2 emitido por la cementera. Todos los días una parte de este líquido muy concentrado se extrae y filtra, permitiendo la obtención de una biomasa que producirá petróleo. El agua restante se vuelve a introducir en los tubos. Para sus inventores, la otra gran ventaja de este sistema es que ayuda a acabar con la contaminación: absorbe CO2 que de otra manera acabaría en la atmósfera. “Es un petróleo ecológico”, asegura el presidente y fundador de BFS, el ingeniero francés Bernard Stroïazzo-Mougin, que trabajó en campos petrolíferos en Oriente Medio antes de instalarse en España. La fábrica de Alicante todavía tiene más de laboratorio que de factoría. “Necesitaremos todavía entre 5 y 10 años más para pasar a una producción industrial”, asegura Stroïazzo-Mougin, que espera poder desarrollar a corto plazo un primer proyecto a gran escala en el sur de España y otro en la isla portuguesa de Madeira.
Este proyecto experimental simula el comportamiento del fitoplancton de hace millones de años.
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