Misterios chinos

A poco más de un año y medio de la reestatización de YPF, sigue a marcha lenta la incorporación de socios extranjeros que aporten capitales para explotar Vaca Muerta. con excepción del contrato firmado con la estadounidense Chevron, cuyas cláusulas siguen siendo confidenciales y prevén inversiones escalonadas según los resultados iniciales, el CEO de YPF, Miguel Galuccio, todavía no logró anudar otros acuerdos similares. Incluso con dos compañías locales (Bridas, de la familia Bulgheroni y CGC, del grupo Eurnekian), que meses atrás firmaron cartas de intención y por ahora no pasaron de eso. Pero, llamativamente, tampoco han aparecido en escena otros actores a los que se asignaba un papel estelar: las petroleras chinas. En la industria petrolera suelen deslindar la responsabilidad de Galuccio por esas dilaciones. Hay quienes las atribuyen a la demanda judicial planteada por Repsol en los tribunales de Nueva York contra cualquier eventual socio de YPF en Vaca Muerta, hasta tanto no obtenga un resarcimiento por la expropiación de sus acciones y activos en el país. Aquí está en mora el gobierno de Cristina Kirchner, que todavía no difundió la tasación prevista por la ley y apuesta a un acuerdo extrajudicial de resultado incierto. Mientras tanto, Repsol dejó trascender que elevó sus pretensiones indemnizatorias de 10.500 a 20.000 millones de dólares y amenaza con replicar su planteo ante el Ciadi, el tribunal de arbitraje del Banco Mundial. Otro enfoque, que no excluye al anterior, adjudica la reticencia de las petroleras a asociarse con YPF a una táctica diferente: esperar a que aclare el panorama económico argentino y, en especial, si habrá cambios en la política cambiaria y energética de CFK en los dos años que restan de su mandato. Claramente no es un incentivo para las petroleras –locales o extranjeras– invertir millones de dólares en exploración y explotación de hidrocarburos y esperar cinco años, hasta 2018, para repatriar una quinta parte de sus eventuales utilidades o disponer del 20% petróleo que extraigan. Así lo establece el decreto 929/13, que fijó un piso de 1000 millones de inversión para obtener esos “beneficios” y que en cualquier momento podría ser modificado por otro decreto. Del mismo modo, nadie quiere arriesgarse a liquidar ahora dólares al tipo de cambio oficial de 6 pesos que viene siendo ajustada al 23% anual. Y menos cuando el Gobierno autorizó inversiones en Baade (el bono surgido del blanqueo, con 4% de interés anual hasta 2016), que podrán liquidarse a una paridad aún más alta, si se llega a armar un mercado secundario de esos títulos, aún no autorizado por el Banco Central. Estas razones objetivas explican el desconcierto de los funcionarios del gobierno de CFK que aconsejaron la intempestiva reestatización de YPF sin cuidar las formas legales: muchos creían que con el potencial de recursos de Vaca Muerta, habría “cola” de compañías extranjeras dispuestas a asociarse y arriesgar capital. La realidad es diferente. Aunque es difícil encontrar alguna petrolera que afirme no estar interesada, no son pocas las que especulan con que esperar puede ser negocio. Sobre todo con un gobierno que sufre una acelerada pérdida de reservas, afronta crecientes y costosas importaciones de gas y combustibles, no deja de regular y subsidiar precios internos y necesita imperiosamente de nuevas inversiones para revertir a mediano plazo la caída en la producción de petróleo y gas natural que ya lleva una década, no precisamente ganada. Si cambian las condiciones para el sector, van a ser para mejor, razonan. Aún así, no deja de ser un misterio que los capitales chinos por ahora brillen por su ausencia como próximos socios de YPF. Por razones estratégicas, China ha orientado sus inversiones externas a asegurarse las materias primas necesarias para sostener su crecimiento y el petróleo es prioritario. En los últimos años, más de la mitad de sus inversiones en Latinoamérica se destinó al sector de hidrocarburos. Sin ir más lejos, la petrolera estatal China National Petroleum Corporation (CNPC), acaba de cerrar la compra del 100% de las acciones de Petrobras Energía Perú en 2600 millones de dólares, para explotar en ese país yacimientos de crudo y gas natural. La compañía brasileña también mantiene en venta su operación en la Argentina y, tras haber rechazado este año una oferta del empresario kirchnerista Cristóbal López, no se descarta que YPF sea uno de los interesados. Otra petrolera china que sonaba fuerte como potencial socio de YPF es Sinopec, que en 2010 había comprado la filial argentina de la estadounidense Oxy (con yacimientos en Santa Cruz, Chubut y Mendoza) por 2450 millones de dólares. La actual indefinición no deja de ser llamativa porque, según versiones nunca desmentidas, Sinopec habría estado a punto de comprar la mayoría accionaria de Repsol en YPF y esa negociación habría precipitado la expropiación decidida por CFK. Pero la petrolera china es socia de Repsol en otros países y tal vez aguarde el resultado de las negociaciones de la empresa española con la Argentina antes de tomar una decisión. La situación guarda similitud con la de la mexicana Pemex, que es accionista minoritario de YPF y se ha convertido en uno de los más activos impulsores de un rápido acuerdo entre la Argentina y Repsol. También está el caso de la petrolera china Cnooc que, si bien es socia de Bridas en Pan American Energy (PAE) no participó de la carta de intención que la empresa local firmó a fin de 2012 para asociarse con YPF en Vaca Muerta. Es cierto que todas las compañías chinas encaran sus negocios con una visión estratégica de largo plazo y suelen tener una paciencia infinita para negociar acuerdos, corregir cláusulas y volver a negociar. Pero también lo es que el misterio de las ausencias chinas crea más incógnitas que certezas. ¿Esperan un arreglo extrajudicial entre el gobierno argentino y Repsol? ¿Que mejoren las condiciones de precios? ¿Que se modifique la política cambiaria? ¿El cambio de gobierno en 2015? Todo es posible porque, hasta cierto punto, el tiempo puede jugarles a favor. En todo caso, aunque Vaca Muerta sea una apuesta a mediano y largo plazo, el apuro está del lado del gobierno de CFK. En la extracción convencional, si bien sólo YPF logró moderar su caída con mayores inversiones, el resto del sector sigue invirtiendo sólo lo necesario para mantenerse. Según el último informe del Instituto Argentino de Energía General Mosconi, en el período de doce meses que va de septiembre de 2012 a agosto de 2013, la producción total de petróleo crudo retrocedió -4% y la de gas natural -6%. En cambio, los volúmenes de importación crecieron 308% y 21% respectivamente.

Néstor O. Scibona

La semana económica


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