Cómo se planificó el «mayor golpe» contra el Comando Vermelho en Río de Janeiro con más de 130 muertos

Hubo una preparación de más de un mes para lograr un "muro impenetrable" de agentes de elite cerca de la favela.

Continúa la consternación en Brasil por el megaoperativo que dejó, al menos, 132 muertos en una favela de Río de Janeiro. El procedimiento fue un golpe a miembros del Comando Vermelho, una de las organizaciones criminales más poderosas de la zona.

Según el último conteo oficial, las víctimas fatales fueron 115 presuntos criminales, mientras que también perdieron la vida cuatro efectivos policiales. El sangriento desenlace ocurrió en los complejos del Alemão y Penha, en la zona norte de la ciudad.

En declaraciones con O’Globo, el secretario de la Policía Militar, Marcelo Menezes, precisó que la intervención consistió en un despliegue de 2500 uniformados y tardaron aproximadamente un mes en la planificación.

Según detalló, el Batalhão de Operações Especiais (Bope) gestionó un «muro impenetrable» en la densa zona boscosa que tradicionalmente servía como ruta de escape para los criminales. Simultáneamente, otros batallones avanzaron desde diversos accesos, empujando a los sospechosos hacia áreas deshabitadas.

El operativo, que también contó con agentes del Grupo de Actuación Especial de Combate al Crimen Organizado (Gaeco), tenía como objetivo principal ejecutar órdenes de detención contra miembros del Comando Vermelho.

Menezes aseguró que quienes optaron por entregarse fueron arrestados y que la mayor parte de los enfrentamientos se produjo en la vegetación densa, lejos de las viviendas. La estrategia de desplazar el conflicto al bosque, según las autoridades, buscó proteger a los habitantes de la comunidad.

En este sentido, informó que fueron precisamente civiles quienes rescataron más de 60 cuerpos de la mata.


Justificación oficial y críticas


El Comando Vermelho, con presencia dominante desde los años 70′, ha sido protagonista de episodios de violencia recurrente en las favelas.

Las operaciones policiales en estos territorios suelen generar intensos debates sobre derechos humanos y el uso de la fuerza letal, especialmente cuando el número de víctimas alcanza cifras tan elevadas.

Incluso, en medio de la controversia y las comparaciones internacionales, uno de los responsables del operativo lanzó un mensaje desafiante: «Desafío a cualquiera aquí presente a que llame a Scotland Yard, a la CIA, al Mossad, al FBI, o incluso a la NASA, que nadie puede hacerlo que nosotros hicimos».

El secretario de Seguridad Pública, Victor Santos, sostuvo que la alta letalidad era un desenlace previsible, aunque no deseado.

El funcionario afirmó que la decisión de no emplear aeronaves buscaba evitar exponer a los agentes en terreno hostil.

Además, insistió en que, a excepción de los policías fallecidos, todas las víctimas mortales eran criminales, argumentando que la presencia de personas inocentes en la zona boscosa durante el horario del operativo era improbable. «No se puede identificar a un inocente con ropa camuflada o chaleco balístico», sentenció.

Por su parte, el secretario de Policía Civil, Felipe Curi, reforzó la postura oficial al exhibir imágenes captadas por las cámaras corporales de los agentes heridos durante los enfrentamientos.

Curi calificó la operación como «el mayor golpe que el Comando Vermelho ha recibido desde su fundación en la década de 1970″, destacando la magnitud de la pérdida de armas, drogas y líderes para la organización.

Asimismo, rechazó la posibilidad de recurrir a la Força Nacional en este tipo de intervenciones, argumentando que no cuenta con la especialización necesaria.

Según Curi, en ocasiones anteriores, efectivos de esta fuerza debieron ser rescatados al intentar ingresar en comunidades conflictivas. En este contexto, defendió que, en áreas dominadas por el crimen, un mayor trabajo de inteligencia conlleva necesariamente más enfrentamientos armados.


Continúa la consternación en Brasil por el megaoperativo que dejó, al menos, 132 muertos en una favela de Río de Janeiro. El procedimiento fue un golpe a miembros del Comando Vermelho, una de las organizaciones criminales más poderosas de la zona.

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