El municipio de Bariloche cambió la entrega de alimentos por tarjetas

Hay 1.700 beneficiarios de programa sociales en la comuna. Ahora reciben mensualmente un crédito de 7.500 pesos para comprar en comercios.

Las compras por licitación para cubrir demandas alimentarias y otros programas sociales complicaron durante años al municipio de Bariloche, por las demoras administrativas y la dispersión de precios. Pero ahora ese mecanismo quedó archivado gracias a la aplicación masiva de tarjetas personalizadas, según subrayó el responsable del área Juan Pablo Ferrari.

La inflación creciente y la falta de precios estables son una traba permanente para las compras del Estado, que tiene circuitos administrativos que cumplir y suele chocar con la reticencia de los proveedores. En los últimos días hubo protestas contra el gobierno provincial en varias localidades por el desabastecimiento de los comedores escolares, que se justificaron en esos cuellos de botella.

Este medio consultó si ocurría algo parecido en el municipio y tanto Ferrari como la subsecretaria de Políticas Sociales Paula Barberis dijeron que la provisión de alimentos es fluida y negaron tener dificultades para cumplir con lo planificado.

Barberis dijo que solo adquieren en forma regular alimentos frescos y envasados para los Centros de Desarrollo Infantil, en cantidades que permiten evitar las licitaciones y manejarse con compras directas previa consulta de precios, un mecanismo más rápido, que se resuelve en diez días.

Hoy el reparto de “módulos” quedó atrás y los 1.700 beneficiarios del programa alimentario del municipio cobran con tarjetas bancarias en las que les depositan 7.500 pesos por mes. Con ese dinero pueden comprar en cualquier comercio (no solo supermercados) y el mismo sistema les rechaza si quieren pasar bebidas alcohólicas. También se impusieron las tarjetas para otros programas como el Eje Familias.

Barberis dijo que el municipio tiene los presupuestos ya reservados desde inicios de año y “siempre existe disposición de pagar”, pero los circuitos administrativos desde que se gestiona una compra y se libran órdenes de pago llevan como mínimo 30 días, con lo cual muchos proveedores se abstienen de cotizar o directamente aplican sobreprecios.

Era muy difícil comprar de esta manera, porque las urgencias están y nunca podíamos resolverlo en tiempo y forma”, afirmó Barberis. Dijo no recordar cuándo empezaron con las tarjetas, pero sí que hasta el año pasado realizaban compras con licitaciones y se distribuían hasta 2.500 módulos. Mientras que “todo este año” se manejaron con los plásticos, que operan a través del banco Credicoop.

Admitió que durante la pandemia, cuando el municipio montó un monumental operativo de acopio y distribución para asistir a la población con hasta 25.000 módulos mensuales, “hubiera sido más fácil” si al menos una parte se canalizaba a través de tarjetas.

Aunque recordó que en aquel momento el número de beneficiarios era mucho más amplio y diverso, ya que en el listado había “hasta instructores de esquí, taxistas y empleados de comercio”.

Ferrari agregó que en determinado momento “se había complicado mucho con el modelo de despensas comunitarias”, que también fue dejado de lado. Repitió que “había muchas variaciones de precios y nadie quería participar”.

Ferrari reconoció igual que la inflación los complica, porque se manejan con un presupuesto para el área social “elaborado en agosto del año pasado”, aprobado a fines de 2022 y que todavía no tuvo actualizaciones. Pero llamó a tener claro que “la solución del problema no está en la asistencia social”, sino en favorecer las condiciones para el acceso al empleo.


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