Conocé a la red de mujeres que se unió contra la violencia machista en Neuquén

“Mujeres de Almalibre” empezó con Ivana Rosales, referente de la lucha por los derechos de las mujeres, como primer eslabón. En el oeste de la ciudad, buscan empoderar a muchas.

“A mí me pasó de quedarme sola y no encontrar a nadie que me diga: “mirá te acompaño, te ayudo, te escucho, te explicó. Cuando apareció Ivana recién tuve todo eso”, cuenta Judith Flandez, que sobrevivió a un intento de femicidio en 2011. En aquel entonces esa figura no había sido incorporada al Código Penal y aún no se había realizado la primera marcha bajo el lema “Ni Una Menos”. Quien sí estaba era Ivana Rosales.

Ella, víctima de violencia machista que interpuso una demanda ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por negación de justicia, se puso al hombro a Judith. “Me dijo: “yo estoy con vos.” Entonces empezamos a leer el expediente, porque yo siempre digo que una mujer que está en esa situación vulnerable ni siquiera entiende lo que dice su denuncia, y yo te digo estaba bloqueada. Me encuentro con ella y con su manera paciente de explicarme las cosas. Entonces hablamos de crear una red de mujeres, porque es importante tener el sostén”, relata.

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Ivana murió el año pasado sin haber obtenido una respuesta a su reclamo, cuyo trámite continúa su hija Abril. “Me detuve dos meses, tres, porque el dolor fue muy grande, el de perderla, pero bueno hay que seguir”, asegura Judith. Ahora se sumó al grupo que acompaña a mujeres víctimas de violencia, que funciona en el centro de salud Almafuerte, situado en la zona oeste de la capital, y que se reúne todos los martes desde hace tres años. El objetivo es que florezcan mil Ivanas.

“Las mujeres que llegan a denunciar comienzan a reflexionar de su situación porque se han cruzado con alguna mujer que en algún momento participó del grupo o pudo hacer la denuncia. Es como una cadena”, señala Emilia Nimis, trabajadora social del centro de salud y coordinadora del grupo cuyo nombre es “Mujeres de Almalibre”, que resignifica el nombre del barrio.

 

El poder Judicial de Neuquén inauguró este año la Unidad de Atención zona oeste de la Oficina de Violencia, ubicada en Fortín Confluencia 4250. Su creación se definió debido al caudal de denuncias radicadas en el contexto de las leyes 2785 y 2786 (violencia de género) y 2302 (protección integral del niño y del adolescente) que provienen de personas domiciliadas en ese sector de la ciudad. En total representan un 30%.

La unidad empezó a atender al público en febrero pasado y desde su apertura no han cesado de ingresar denuncias. Según los datos brindados por la subsecretaría de Planificación del poder Judicial, recibió en marzo 173, en abril 207 y en mayo trepó a 324.

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“El dispositivo grupal de atención a mujeres que funciona en el centro está constituido por una médica general, una trabajadora social, una agente sanitaria, y una psicóloga. Lo primero que hacemos es brindar un espacio de contención, pero después hay instancias de asesoramiento, de orientación, y ahora estamos con una línea más si se quiere socioproductiva, esto de que las mujeres empiecen a identificar ciertas habilidades que ellas tienen como para empezar a generar sus espacios autónomos, de sostén y de producción digamos, en función de habilidades que han sido durante muchos años por ahí postergadas”, indica Emilia.

Agrega: “en su mayoría son mujeres que no están insertas en el mercado laboral, donde han resignado la cuestión de la salida laboral y la instrucción por la crianza, con situaciones de violencia verbal, maltrato y después de violencia física. No todas las mujeres están en la misma sintonía para hablar y para expresar lo que van sintiendo, pero sí aparece esta cuestión de la escucha, el silencio, ni siquiera nosotras somos las portavoces, entre ellas mismas van empoderándose.”

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Milagros de 62 años es una de las mujeres que está en el grupo. Hace ocho años que vive en la Argentina, es dominicana y fue víctima de violencia. “Todo el tiempo maltratándome, hasta que un día me sacó para afuera. Tú te vas de acá, de la casa, me dijo. Fue como un puro perro que me tiró a la calle”, manifiesta sobre su historia. Judith la ayudó a transitar el trajín judicial, recuperó su casa. “Yo sé mi nombre, solamente sé escribirlo, te soy sincera, no fui mucho a la escuela”, afirma Milagros. Hoy vive con su hija de 32 años, Soribel, y sus nietos. La joven enfatiza en que ahora ambas están mejor: “a las 19 él quería que mi mamá se acostara, mi mamá no podía hacerse ni una café que le molestaba, mi mamá era una presa, ¿tú sabes lo difícil que es tú quedarte ahí enchivado y no poder salir? Ahora nos da hambre a las 23 de la noche, como poco nos paramos y nos hacemos un cafecito.”

El grupo que funciona en el centro de salud se llama “Mujeres de Almalibre”.
Matías Subat.-

 

¿Cómo funciona el grupo?

El grupo “Mujeres de Almalibre” se reúne todos los martes, a partir de las 14.30, en el centro de salud de Almafuerte, ubicado en la zona oeste de la capital. Está destinado a mujeres víctimas de violencia machista y a sus hijos e hijas.

Si es la primera vez que asiste al grupo debe concurrir el martes a las 13.30 (una hora antes), dónde el personal la recibe y evalúa la situación (instancia de admisión).

Ante una situación de emergencia está disponible la línea telefónica 148

El centro fue inaugurado en 2013 y tiene 980 metros cuadrados.
Mauro Pérez.-

 

En números

2015 fue el año en que comenzó a funcionar el dispositivo de atención en el centro de salud Almafuerte.

20 a 25 años es la franja etárea de mujeres que concurren cada martes al grupo, según su coordinadora.

2.472 mujeres vivieron situaciones de violencia entre julio y septiembre del 2017, en Neuquén, según el último informe del Observatorio provincial.

91% de los registros informados corresponden a mujeres que sufrieron violencia más de una vez, lo que constituye un factor de riesgo.

Milagros, víctima de violencia machista que participa del grupo. (Matías Subat).-

 

“Con ella (por Judith) tuve confianza, le dije lo mío. Ella me anima cuando me siento muy decaída, me ha dado mucho ánimo”.

Judith Flandez se define como una “feminista de barrio”. (Matías Subat).-

 

“Yo sufrí un intento de femicidio en 2011. No sabía que hacer, pedí ayuda en todos lados, hasta que la conocí a Ivana Rosales”.

Emilia Nimis, trabajadora social del centro de salud Almafuerte.

 

“Nosotras trabajamos el tema de la sororidad, poder identificarse con otras, encontrarse, escucharse”.


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