Ni la falta de tratamiento ni la gravedad del caso: un error técnico dejó sin salidas a Soñé

Lo decidió un fallo del Tribunal Superior de Justicia. Después de un mes de debate, quedó firme la resolución del juez que le impidió el régimen de semilibertad.

Al final no pesaron los informes negativos del gabinete técnico criminológico, ni la falta de tratamiento psicológico (o el tratamiento particular), ni la cantidad de años de condena, ni la gravedad del delito, ni nada de lo que está en la discusión pública desde hace un mes. El Tribunal Superior de Justicia le cerró en forma definitiva la posibilidad de salidas laborales a Carlos Soñé por un error técnico que le atribuyó a sus propios defensores. El fallo fue dividido.

El 4 de julio pasado, un día que ahora parece lejano, Gustavo Ravizzoli, uno de los ocho jueces que el último mes opinó sobre el caso, le negó las salidas laborales a Soñé. El defensor Ezequiel Espina, presente en la audiencia, no dijo nada en ese momento y la audiencia terminó.

En el fallo de este jueves del Tribunal Superior, la mayoría formada por Oscar Massei y Germán Busamia considera que ese fue el momento clave, ya que la defensa tendría que haber pedido una revisión ante el Colegio de Jueces. En cambio, “fuera del procedimiento”, los defensores Espina y Melina Pozzer “interpusieron una impugnación ordinaria”.

Todo lo que sucedió después es nulo, según ese fallo. Y lo que sucedió después no fue menor: debido al recurso de los defensores intervino el Tribunal de Impugnación que se metió de lleno en el fondo del asunto, y definió que Soñé tiene derecho a las salidas laborales.

Después hubo una nueva audiencia en la que otro juez, Diego Piedrabuena, dijo que no le quedaba claro lo que había resuelto el Tribunal de Impugnación, y recibió una respuesta fulminante: “la decisión de este Tribunal ha sido suficientemente clara”.

En el medio reaccionó la fiscalía y presentó ante el TSJ un durísimo escrito invocando que era peligroso concederle las salidas a Soñé porque el gabinete técnico criminológico le había diagnosticado “trastorno parafílico de tipo pedofílico con componentes sádicos, no limitado al incesto”.

El gabinete también recomendó tratamiento psicológico para Soñé, pero el Estado nunca se lo brindó. Desde hace cuatro meses, el condenado se paga su propio terapeuta.

Hubo un incipiente debate público sobre la falta de tratamiento psicológico de todos los condenados de la provincia y sobre la calidad de los dictámenes del gabinete técnico criminológico: Soñé dijo, y sus defensores lo confirmaron, que en 17 años preso sólo lo entrevistaron 4 veces, 10 minutos cada vez.

El debate y los fallos podrían haber continuado quién sabe por cuánto tiempo si a nadie se le ocurría presentar un recurso ante el TSJ.

Pero la fiscalía, como se dijo, fue al TSJ y los vocales cortaron de cuajo la discusión. Bien podrían haber aprovechado para oportunidad para meterse en el fondo del asunto y fijar una postura, pero encontraron una discutible falla legal (tanto que su fallo es dividido) en la audiencia del 4 de julio y se ahorraron la navegación en aguas tan inquietas.


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