Condenan a pastores de Zapala: «ni por más apóstol que sea tiene derecho a tocar tu cuerpo»

Sara denunció por abuso a dos líderes de una iglesia evangélica de Zapala. La justicia consideró que la degradaban para “sacarle los demonios” y “corregir” su orientación sexual.

“El rey David estaba viejo, muy avanzado en años, y por más que lo abrigaban no entraba en calor. Sus servidores le dijeron: “Sería conveniente buscarle al rey, mi señor, una jovencita: ella estará al servicio del rey y cuidará de él; dormirá entre sus brazos, y así mi señor, el rey, entrará en calor. Entonces buscaron por todo el territorio de Israel una joven hermosa, encontraron a Abisag, la sunamita, y se la llevaron al rey. La joven, que era muy hermosa, cuidaba el rey y estaba a su servicio. Pero el rey no se unió a ella” (1 Reyes, 1-4).

Sara vuelve. Está sentada en el micro que la trae de regreso a Neuquén, desde Buenos Aires. En ese viaje decide dejar de ir a la iglesia, alejarse de a poco.

-¿Cómo poderlo decir? Era más de lo que había estado siendo, porque ya me dejaban muchas horas desnudas, era algo ¿Cómo poderle decir? Era muy insoportable de llevar ya y además él me dijo que se quería casar conmigo, y eso para mí fue lo peor que me pudieron haber dicho. Primero metí excusas, y después un día dije: “no voy más”. Predique un sábado y ya un domingo no fui más.

José Agustín Quinteros es el pastor de la iglesia evangélica “Extendiendo el Reino de Dios” de Zapala del que huyó Sara. Él vive en Lanús pero viene con periodicidad a la provincia. Su apoyo en la ciudad es la líder María Cristina González. Ambos fueron enjuiciados en septiembre y condenados en noviembre por haber abusado sexualmente durante cuatro años -desde 2015 a 2019- de Sara, que hoy tiene 23 (ver aparte).

La iglesia funcionaba en un local ubicado en Roca 135, que actualmente está cerrado, frente a un descampado y a pocas cuadras de la Guarnición Militar de Zapala, donde fue asesinado Omar Carrasco en marzo de 1994. El crimen del joven cutralquense de 20 años, al que se le formaba una mueca de los nervios, clausuró el servicio militar obligatorio.

El local está actualmente con candado. Foto Florencia Salto.

Dos semanas antes de cumplir 15 años, Sara se acercó a la comunidad religiosa que había rezado por la salud de su abuela. Comenzó a involucrarse más en las actividades hasta que un día contó que le gustaba una chica.

Ahí empezó todo, por haber contado que yo sentía atracción, estaba como en algo con una compañera de la escuela, y entonces me tenían que sacar los demonios.

Las prácticas dañinas que buscan “revertir” una orientación sexual, borrar esa existencia, descomponerla, no son un artefacto del pasado, e incluyen la imposición de la heterosexualidad a fuerza de violencia sexual. Si bien la Organización Mundial de la Salud quitó en 1990 del listado de enfermedades mentales a la homosexualidad, en cuatro de cada diez países del mundo se pena con cárcel, según Amnistía Internacional. No en Argentina, que fue la primera de América Latina en aprobar el matrimonio igualitario en 2010.

A Sara la amenazaban con que Dios la iba a castigar, a ella y a su familia, sino se dejaba “hacer las cosas” y como ella ministraba en la iglesia “contaminaba a las criaturas”.

-Muchas personas me ayudaron a entender que no estaba mal y querer, va, tener una orientación diferente, no estaba mal. Me ayudaron a entender eso, aunque no niego que me costó mucho porque yo venía con otro tipo de pensamiento. Logré entender que no estaba mal, como tampoco estaba mal estudiar y como tampoco estaba mal seguir adelante.

“Extendiendo el Reino de Dios” no figura en el registro que tiene la dirección de Culto de Neuquén. Franco Della Valentina, su director, asegura que este no es un requisito exigido para que una organización religiosa esté activa. La responsabilidad penal es individual, en este caso de ambos pastores. La comunidad puede seguir congregándose.

-Mire, yo para ser sincera creo que no tendría que seguir funcionando, pero no porque yo esté en contra del resto de la gente sino porque todo es… vio cuando usted entra a una comunidad pequeña y esa comunidad todos tienen el mismo pensamiento y las mismas maneras de actuar y las mismas ideas, bueno eso era el núcleo de la iglesia: todos pensaban lo que pensaban ellos. El ejemplo que ellos daban era el que uno seguía y yo sé, inclusive porque lo vi, que no fui la única, que hubo varias más. Nos hacían creer que lo que estábamos viviendo: que el que te tocaran, que vos tuvieras que hacer eso, porque siempre lo hacían con la biblia. Antes de hacerte algo siempre ponían la biblia e inclusive iban a esa parte en donde dicen que David era viejo y fueron a buscar una muchacha joven para que lo cuidara, ellos te decían que ese era el precio que vos tenías que pagar por estar en el evangelio.

La iglesia contaba con sedes en Bahía Blanca y Río Colorado, recuerda Sara. Ella fue a la ciudad rionegrina y afirma que allí “cerraron por lo mismo”: abusos cuyas denuncias después no avanzaron. Una vez que la sentencia esté firme será remitida a las áreas de Culto nacional y de la provincia de Neuquén.

Tanto Quinteros como González negaron durante el juicio los hechos. En la casa de la líder fueron secuestrados libros, como “Homosexualidad. ¿Qué es?, ¿Cómo ayudar?, ¿Se puede cambiar?, ¿Es una enfermedad?” de José Luis y Silvia Cinalli, una pareja de pastores evangélicos cuestionados en 2018 por el Inadi, ya que su manual “Cuidado! Llegan los adolescentes” tenía un alto grado de contenido de odio y discriminación contra la comunidad LGBTIQ+ (ver aparte).

Cuando usaba calzas me decían que yo estaba provocando a los hermanos de la iglesia, entonces siempre empecé a andar con ropa grande y bien tapada, porque sino después a mí me pasaban cosas peores por andar así.

¿Por qué finalmente, además de irse, Sara los denunció?

-No se iba a cortar porque uno se fuera, entonces lo mejor era sacarlos a ellos. Yo no quiero decir que la gente que tiene fe está mal, sino lo que digo que está mal es el fanatismo, lo que lleva a que la gente acepte eso, yo acepté por la religión que me hicieran lo que me hicieron.

La ciudad es la más grande del centro de la provincia y está a 192,2 kilómetros de la capital. Foto Florencia Salto.

La mayoría se acercaba a la iglesia con graves problemas de salud, desesperados porque sus hijos tenían consumos abusivos o ellos carecían de ingresos. Se mantenía económicamente por sus creyentes provenientes no solo de Zapala, sino de Loncopué, Mariano Moreno, El Huecú, El Cholar, Las Lajas y hasta Andacollo.

-Ofrendaban, diezmaban y daban sus primicias. Primicia es que vos vas, compras alimento, o ropa, y vas y le das a la líder, ella lo usa para ella, inclusive yo muchas veces dejé sin plata a mi papá para poder dar. Sino ofrendaban te avergonzaban desde el púlpito.

Sara va. Elige su nombre para esta nota. Su voz es suave, sin estridencias. Ya no anda con la “cabeza gacha”. Le dijeron que el pelo corto era pecado, ahora lo lleva apenas por debajo de las orejas a las que también agujereó. «Mi semblante cambió», señala. Va a vivir con un cuerpo zurcido. Pero a ellos les tocará algo peor: vivir con la certeza de que no la doblegaron. Encontró las palabras que buscaba, no las sagradas, las propias.

-Me gustaría decir, si usted me lo permite, que por la experiencia que yo tuve muchos adolescentes y muchas jóvenes sufren mucho porque tienen en sus hogares familias totalmente religiosas y metidas dentro de la iglesia y yo vi muchos jóvenes que pasaban lo mismo que yo, que tenían una orientación sexual diferente y sufrieron mucho. Inclusive los llevaban a terapias de conversión, los hacían orar horas y horas para que se les quitara eso eh…esa fuerza. Lo que a mí me gustaría decir es que no permitan eso, que por más que sean sus padres, su familia, no lo permitan, porque a uno le deja una huella muy grande eso, te deja una herida que cura, si bien cura, pero queda cicatriz, y los recuerdos no te los borra nadie. Porque están intentado convertir algo que no se va a convertir, que solamente se va como a inhibir, pero que no lo permitan así sean de sus abuelos, de sus pastores, tengan la edad que tengan no lo permitan, y que no permitan que toquen su cuerpo por más que le digan que lo van a santificar, porque nadie merece que le hagan cosas en el cuerpo solamente porque tengan una biblia en la mano, que no crean que todos son pastores, y que todas son pastoras, que ni por más que sea apóstol tiene el derecho a tocar el cuerpo y a ultrajarlo.



Quinteros recibió la pena de 14 años de prisión efectiva y González de 9 años. El único atenuante que consideró el tribunal –integrado por Bibiana Ojeda, Leticia Lorenzo y Richard Trincheri- fue que ninguno de los dos tenía antecedentes penales.

En cuanto a los agravantes ponderó la diferencia de edad, la duración de los abusos, la extensión del daño, el contexto de violencia de género y la situación de vulnerablidad. Sobre este último punto, el tribunal mencionó varios aspectos, entre ellos, la afectación a la libertad sexual de la víctima: “En el caso de Quinteros, como varón con posición hegemónica, no se trata entonces solamente de la opresión de un varón hacia una mujer; sino que se suma que se trata de una mujer que se sale de la “norma” heterosexual. Y justamente por ello es que aun cuando González es una mujer, esa posición de opresión vinculada a volver a (la denunciante) al camino heteronormado en términos de sexualidad, implica una situación de violencia de género.”

El fallo del tribunal fue unánime. Foto Florencia Salto.

En cuanto a González, además, evaluaron que si bien ella fue autora de los abusos “observar con perspectiva de género implica también observar la posición diferencial” que tenía en relación al pastor, a quien le obedecía sin más.

En la audiencia del 17 de noviembre, cuando se fijó la pena, Sara no estuvo ahí. Sí se conectaron por Zoom las acusadoras: la fiscal Laura Pizzipaulo y la abogada querellante Daniela Seraín Higera, que ella registra como grandes sostenes.

Antes de explicar la resolución, Lorenzo le envió un mensaje a la joven: “Para nosotras y para el doctor Trincheri ha resultado muy claro en el juicio de responsabilidad, y por ello hemos llegado allí también a una resolución unánime, que los hechos existieron, que ella fue víctima de estos hechos y que ha padecido una situación de violencia que probablemente ninguna de las personas que está en esta sala pueda llegar siquiera a imaginar. Por eso nos interesa que quede claro y que (ella) sepa a través de sus representantes que este tribunal le ha creído sin concesiones, y que la pena es un proceso en el cual debemos mirar hacia las personas vulneradas y hacia las circunstancias agravantes y atenuantes específicas que existen en el caso. Pero el número en ninguna medida disminuye la credibilidad del testimonio de una persona que ha sido afectada por un hecho de estas características y que ha tenido una declaración de responsabilidad”.

Para Sara esas palabras fueron un remanso: “Ese era mi gran miedo, que nadie me creyera, porque es como hablar de una persona que ante los ojos de la gente tiene buena reputación. Todos los tenían como personas santas, ungidas, siempre le dicen ungidos del señor”.



Las personas imputadas tienen derecho a expresarse ante el tribunal que las va a juzgar antes de que resuelva. Quinteros habló. Dijo que es “un reverendo reconocido por las naciones, no es un cualquiera. Sabe lo que es el respeto. Esta justicia no tiene peso exacto, porque esta justicia es ideológica.” Negó los hechos. “El hombre no es anti hombre ni anti mujer. Dios respeta el libre albedrío de las personas. El que quiere ser aliado sirve, el que quiere servir, sirve. El que quiere ser homosexual, gay, lesbiana, prostituta, es su elección”, aseguró.

González también se expresó. Afirmó que no dañó a Sara y se refirió a los libros secuestrados durante el allanamiento en su casa. Sostuvo que están basados “en un abogado pastor y su esposa, que es una sexóloga. Esos libros tienen educación sexual a la luz de las escrituras, pero no tienen ningún contenido. Tienen que ver con el contenido que trabajan. Se educa a la iglesia a la luz de la palabra.”


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