Ni Una Menos en Neuquén: «estás exponiendo tu cuerpo para que te crean»

Hoy se cumplen cinco años de la primera marcha que se realizó en Argentina bajo la consigna que conserva vigencia. Esta semana se iba a realizar un juicio por abuso sexual en Neuquén que fue suspendido por la pandemia. La joven sobreviviente relata su historia.

-Yo le dije que no.

Es diciembre de 2018, de madrugada, y se celebra un cumpleaños en Plottier. Un año y medio después las reuniones estarán prohibidas por las medidas sanitarias de prevención ante la pandemia del nuevo coronavirus. El aislamiento hoy es la regla. Pero el futuro ni se aproxima a la fiesta.

Una chica de 15 años llega después de las 12 con una amiga. Había terminado segundo año del secundario y estaba de vacaciones. Se encuentra con un adolescente al que conocía.

-Él me pidió que vayamos afuera a hablar, porque adentro no se escuchaba por el volumen de la música, y es verdad, no se escuchaba. Desde un principio para lo único que salí afuera era para hablar, no quería que pase nada, no quería que me tocara, ni que me diera besos. Estaba bajo los efectos del alcohol, no tenía fuerzas para poder sacármelo de encima.

Con raspones, rasguños, moretones L.T –el nombre que elige para esta conversación- ingresa al hospital.

-Vino una ginecóloga, me hizo sacarme la ropa y me veo marcas que tenía en el cuerpo. Yo tenía un topcito y una pollera, como salía siempre. Me saco la ropa interior y estaba rota y manchada con sangre, que fue la parte que más me impresionó, y fue ahí donde me di cuenta lo que había pasado. La ginecóloga me revisó y me dijo que tenía, a simple vista, lesiones de abuso sexual. Vino otra doctora y me dieron un kit con pastillas para prevenir enfermedades.

Solo en 2019 hubo 766 delitos de abuso sexual denunciados en fiscalía, que abarcan la primera circunscripción judicial, la zona Confluencia. No todos los casos van a juicio, el de L.T sí. Estaba agendado para realizarse justamente esta semana, que se cumplen cinco años de la primera marcha masiva que colmó las calles del país bajo la consigna “Ni Una Menos”: un grito furioso contra las violencias machistas que conserva actualidad. Por la cuarentena el debate se postergó.

El punto de inflexión que fue la movilización de 2015 tuvo múltiples derivas. Una de ellas fue pensar los ataques sexuales como un ejercicio de poder.

Cuando L.T salió del hospital, su mamá y su papá la aguardaban para ir a la comisaría. A partir de ahí ya nadie más la miró:  empezaron a observarla. Escarban porque te sospechan. Por haber bailado, por haberte reído, por salir de noche, por no haber callado.

-Ya eran las 9 de la mañana, yo todavía no había dormido, tenía todo el cuerpo golpeado. Los policías me atendieron y me dijeron: “vas a tener que esperar un rato”. Entré a hacer la denuncia con mi mamá y mi papá, porque soy menor, no podía entrar sola. Tuve que declarar ahí enseguida, había pasado re poco tiempo.

-¿Se lo contaste a tus papás en el mismo momento que se lo contás a la policía?
-Sí, sisi.

¿Era una agente mujer o un varón?
-No, era un varón. Tener que contarle con lujo y detalle a un policía lo que pasa en una agresión sexual y que sea un hombre, y que te esté preguntando que ropa llevabas puesta no es nada cómodo. Es una situación fea no solo para mí, sino para mis papás también.

De ahí a Neuquén capital, a ser examinada por el personal forense.

-Me pesaron, me midieron, me hicieron sacarme la ropa, me sacaron fotos. No tan solo estas exponiendo tu cuerpo, sino que lo estas exponiendo para que te crean, para que de alguna manera te crean. Llegué a mi casa y dormí profundamente, dormí casi todo un día. Desde ese momento supe lo que es el dolor interno, que te duela la vida. Te sentís usada, te sentís un trapito de piso.

Estuvo encerrada un mes.

-Me costó mucho verle la cara a mis abuelos, sentía mucha vergüenza de qué iban a pensar de mí, de que iban a pensar que fue mi culpa, fue re duro. Apenas pasó me teñí el pelo, empecé a querer ser otra persona, a vestirme diferente, querer cambiar para dejar eso que me había pasado atrás. No era tan fácil como yo quería que sea.

L.T volvió a la escuela, pero no pudo continuarla. Dejó de asistir por tres meses y debió estudiar en su casa. Recién pudo retormarla en octubre y sacó todas las materias. Inició un tratamiento terapéutico.

-Estaba en un estado en el que solamente dormía todo el día, no me levantaba ni a comer. Me afectó en lo escolar, y en lo social también, me costó mucho relacionarme con otras personas. Ahora estoy tranquila; a mí, lo que más me importaba era sanarme yo, psicológicamente y físicamente. También saber que no fue mi culpa, ni tengo que sentir vergüenza, que no importa mi vestimenta, ni si había tomado. Mi familia me re contiene, mi grupo de amigos. Tuve gente que me creyó, también tuve gente que se alejó, que me trató de mentirosa. Lo pude asimilar y seguir adelante.

Cuenta que se unió a un grupo feminista en Plottier y que siempre que puede va a las movilizaciones.

-Ahí cruzás miradas con otras pibas, y sabés que no sos solamente vos.

L.T toca la guitarra y pinta cuadros con acrílicos porque eso la lleva a un lugar “en el que nada es doloroso.” Sabe que no todas pueden enhebrar una red que las sostenga. Le pregunto qué le diría a una sobreviviente de una agresión sexual, sea cual fuera la etapa del proceso en la que se encuentre.

Que nunca dude de sí misma.


-Yo le dije que no.

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