hacer mucho”

El ilustrador cuenta cómo creó las imágenes para el relato de Alberto Laiseca “La madre y la muerte”, que se editó junto a “La partida”, del mexicano Alberto Chimal, en un original libro doble.

El ilustrador Nicolás Arispe (Buenos Aires, 1978) se reconoce como un fanático “enfermo” de Alberto Laiseca y admite carecer de objetividad para hablar sobre el escritor, al que iba a escuchar en los ciclos de narración de historias de terror en el Centro Cultural Zas. En una de esas noches en el barrio de Once, hace más de cinco años, Laiseca narró “La madre y la muerte”, la versión que el autor de “Los Sorias” hizo del cuento “Historia de una madre”, de Hans Christian Andersen.

“Lo que más me llamó la atención es el final, que no lo vamos a contar así se lleva la sorpresa el que lo lee. A pesar de que uno sospecha cómo va a terminar, es como si igual esperara el aspecto redentor que tienen muchos cuentos de literatura infantil. Acá no llega pero vos lo esperás igual”, le dice Arispe a “Río Negro” en un bar de Chacarita.

El dibujante se contactó con Laiseca y le propuso ilustrar el cuento. Cuando el escritor vio el libro terminado se entusiasmó. Llevaron la propuesta a Fondo de Cultura Económica (FCE), donde Arispe ya había publicado. La editorial sugirió sumar “La partida”, del mexicano Alberto Chimal. El resultado es un libro doble, con dos portadas, una para cada relato. Ambos van acompañados con las destacadas ilustraciones de Arispe, que potencian aún más estas narraciones en clave fantástica que abordan la muerte de un hijo para una madre.

“Me interesa que sea leído por un público juvenil e infantil. Lo tenía en la cabeza pero después fui borrando la noción de para quién era. Comparto lo que dijo Laiseca en un reportaje, que le interesa mucho el aspecto pedagógico que puede llegar a tener la literatura de terror para pibes. Aunque no sé si estos son exactamente cuentos de terror”, comenta Arispe, que en octubre próximo dará talleres de dibujo en la Feria del Libro de Villa La Angostura.

P- Más bien parecieran ser cuentos terribles, ¿no?

R- Sí, son terribles, tal cual. Tienen algo muy sarcástico. El cuento de Laiseca en todo caso es macabro. Lo mismo me pasó cuando lo escuché, no me generó terror sino que me conmocionó por lo claro que trabajaba sobre la muerte. El de Chimal tampoco me pareció de terror. Creo que es un libro para lectores juveniles, de diez años para arriba. De ahí en adelante un pibe lo puede leer solo y que entienda lo que entienda.

P- ¿Y los más chicos?

R- Recomendaría una lectura mediada por un adulto por la complejidad de las imágenes. No tanto por el tema, porque me parece bien que la muerte sea tratada con los chicos. Además, históricamente hay un montón libros que abordan la muerte. La mejor definición la dio Chimal, que dijo que es un libro para lectores.

P- ¿A veces es un poco tabú hablar de la muerte con los niños?

R- Creo que sí, por eso también nos pareció interesante hacer el libro. Era presentar a los pibes un tema sobre el cual está bueno hablar. La muerte existe y ellos no deberían vivir ajenos. No digo forzarlos a que entren al tema pero sí que haya disponible un material. Laburo hace mucho con chicos y ellos tienen como una tendencia natural a buscar información acerca de lo siniestro o la muerte. Les encanta ver películas de terror.

P- ¿Por momentos se intenta invisibilizar la muerte?

R- Sí, y hay una inversión bastante hipócrita en términos de lo que los chicos pueden recibir. Los pibes son atacados por una matriz de consumo todo el tiempo y eso no pareciera preocuparle a nadie. Mientras, hay gente que se puede preocupar porque un pibe se enfrente a un tema como la muerte. Hablarlo debería ser lo más normal del mundo. Es el único modo de sobrellevarla.

P- ¿Qué rol cumple el arte y la literatura en un tema como la muerte?

R- Me parece que es un derecho que el arte y literatura les ofrezcan a los pibes recursos para pensar estas cosas tan tremendas. En definitiva, con la muerte nadie puede hacer mucho. Con la cultura lo que sí podemos es transformarla en otra cosa, pensarla, hacer un humor.

P- Como una respuesta a la impotencia ante la muerte.

R- Tal cual. Para mí es como cuando te atormenta algo y lo podés decir, entonces te genera como un bálsamo. Se trata de eso. Sobre todo estos cuentos, que hablan de una madre que pierde un hijo. Para mí, como autor, es el tema más terrible. Y algo tengo que hacer. Ponerlo en palabras es el único modo que tengo para encontrarme con una reflexión. Si me lo trago es más terrible.

P- ¿Qué buscaste remarcar en las ilustraciones?

R- Ambos textos son breves y con un tono muy poético. Eso me daba la posibilidad de volar bastante. Me interesaba que las ilustraciones tuvieran muchas capas, información y simbología, y que en las diferentes lecturas se puedan encontrar distintos caminos. También quería imágenes que tuvieran que ver con otros momentos de la cultura en los que la noción de muerte era llevada de forma más liviana. Hay, por ejemplo, una referencia al imaginario de las calaveras en México o a las danzas macabras en la Edad Media en la época de la peste negra.

“Laburo hace
mucho con chicos y ellos tienen como una tendencia natural a buscar información acerca de lo siniestro o la muerte”,

Arispe analiza lo que eligen los chicos y como se acerca a temas tabúes.

Dibujante entre Disney y el terror

Nació en Buenos Aires en 1978. Estudió bellas artes la Escuela Nacional Prilidiano Pueyrredón. Es dibujante, ilustrador, historietista y profesor de dibujo. Tiene una hija. Hace 14 años que trabaja en un programa pedagógico del gobierno de la ciudad de Buenos Aires en el Bajo Flores, donde da clases de dibujo por la mañana. A la tarde trabaja como dibujante en el equipo de arte de una productora de televisión, donde desarrollan contenidos para Disney. Entre medio, se ocupa de proyectos propios o para alguna editorial, por lo general, apuntando a la literatura infantil juvenil.

Una madre

contra lo imposible

En “La madre y la muerte” Alberto Laiseca recrea uno de los cuentos de Hans Christian Andersen y nos muestra a una madre que, después de que la Muerte le arrebata a su hijo, atraviesa bosques, ríos y montañas en busca de su pequeño.

Datos

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