Nieve, cenizas y sequía: el desafío de hacer ganadería junto al Lanín

Lejos de la pampa húmeda, donde reinan las condiciones ideales, también se logra producir carne con buenos índices. En una estancia de la precordillera realizan el ciclo completo con pastoreo rotativo. En invierno en la estepa y en verano en los mallines.

El volcán Lanín domina desde fondo del paisaje de estepa y mallines, donde el ganado vacuno pasta en un faldeo. Las condiciones ideales para producir carne reinan en la pampa húmeda, pero en esta meseta de la precordillera, que soportó la caída de cenizas de dos volcanes , diez años de sequía y las clásicas nevadas de invierno, la estancia Tipiliuke desarrolla el ciclo completo de cría, recría y terminación de novillos: todo un logro para una zona marginal que cruza el río Chimehuin, ubicada entre Junín y San Martín de los Andes.

Nicolás Haneck, administrador de la estancia, encabeza el proyecto, elaborado de común acuerdo con los propietarios.

El planteo en Tipiliuke, que forma parte del grupo CREA Lanín y cuenta con el apoyo del INTA Bariloche y la asistencia financiera del Centro PyME de Neuquén, se hizo sobre la base de campo natural y suplemento con granos y concentrado de proteínas. De este modo, la estancia de 10.500 hectáreas abandonó el sistema de pastoreo continuo, como sucede con las producciones tradicionales. Hoy es rotativo. Extensivo en invierno e intensivo en verano, en los mallines, que ocupan sólo un 6% de la estancia y tienen pasto de calidad. El resto es estepa patagónica.

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El majestuoso fondo de cerros pinta el paisaje.(Foto: Patricio Rodriguez)

La nieve cae en las partes altas del campo. “Si viene del sur se cargan un poquito estos campos, pero no dura mucho tiempo. No estamos tan pegados a la cordillera”, describe Haneck.

Al explicar cómo se hace el manejo de la hacienda dice que “en la época de parición la concentramos en estos vallecitos muy fértiles, mallines con potreros eléctricos, donde le hacemos consumir la producción de forrajes que explota en primavera”. Alta carga y cortos períodos de tiempo con manejo intensivo. Es decir: “control de parición a la vaca y al ternero, evaluación del pastizal, de condición corporal durante el servicio, revisación clínica y prueba de capacidad de servicio a los toros, tacto pre servicio en vaquillonas, pelvimetría e inseminación artificial a tiempo fijo. Luego del tacto se refugan las vacas vacías y el resto van a sus cuadros de invernada en la estepa”, añade el administrador.

Los terneros son recriados con suplementación a campo y evaluados mes a mes. Cuando llegan a 250 kilos pasan a la etapa de terminación en forma escalonada, con alimento energético sobre pastoreo de limpieza.

Con esta estrategia, la estancia Tipiliuke se aseguró tener una venta mensual de animales gordos y quebrar la estacionalidad. Aquí la mayoría entrega el grueso en otoño, cuando se hace el destete y se venden los terneros o novillitos. “Con este sistema tenemos animales para vender todo el año”, dice Haneck, hijo de pequeños productores de la zona.

La comercialización se realiza en carnicerías de San Martín y Junín de los Andes. Cuando hay excedente de carne en la zona, se buscan compradores más hacia el sur. En el inicio de la actividad, en 2014, la estancia produjo 147.000 kilos de carne y el año pasado trepó a 222.000.


En 2014 hubo un cambio importante en esta empresa de perfil familiar. La actividad original fue ganadera: primero ovinos, luego bovinos, y sumaron actividad turística. A partir de una escisión, el establecimiento se redujo en superficie y en recursos, lo que obligó a una administración más eficientes.

El rodeo de vacas Hereford se inició en los años `50 y tuvo su auge cuando cayó la cría de lanares por baja rentabilidad.

En el año 2011 explotó el volcán Puyehue y en el 2015 fue el turno del Calbuco. Capitalizando la primera y costosa experiencia con la ceniza, se impuso una respuesta distinta en 2015: se movió en forma urgente la hacienda para que no fuera diezmada por la falta de pasto. “Ante un escenario muy malo salió un resultado bueno”, cuenta Haneck. Se evacuó el 80% del rodeo, unas 480 vacas, y las trasladaron de Neuquén a Río Negro, a un campo de Maquinchao.

“Al año siguiente la situación empezó a mejorar. Teníamos que repoblar este campo que había quedado casi vacío. Conseguimos una muy pertinente financiación del centro PyME de la provincia del Neuquén, indispensable para hacer una movida de semejante envergadura”, explicó el administrador.

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Empezamos a intensificar, dar de comer, hacer un entore anticipado de 15 y de 20 meses. Lo principal fue tomar datos. Con ellos nos dimos cuenta que teníamos muchos puntos a mejorar. Así aprendimos a ser más eficientes en cuanto a preñez, a kilos de carne producidos en el campo, y producción por empleado. Y todo esto empleando tecnología de bajo costo pero de alto impacto, estando muy encima de la vaca, viendo la condición corporal al servicio, haciendo revisión del toro, inseminación a todas las vaquillonas del primer servicio, tomando datos todos los meses del crecimiento de terneros”, agregó.

“Me encanta el campo, lo disfruto. Veo las vacas, el pasto y pienso en cómo lo puedo mejorar. Es una satisfacción para mí estar acá”.

comenta Nicolás Haneck

Las lluvias en la zona no son malas, pero hace 10 años que no llegan a la media anual histórica de 665 milímetros. El problema es el período del año en que se producen, la mala distribución. El 80% cae en mayo, junio y julio y coincide con los meses de heladas, cuando el pasto no crece.

“Ahora estamos suplementando terneros y terneras para que continúen su desarrollo y no paren de crecer en invierno”. Haneck explica que el forraje natural del campo contiene entre un 2% y un 4% de proteína y el ternero necesita un 14% mínimo. Para que no tengan pérdidas importantes de peso, esa diferencia se la dan con comida. Disponen de un silo autoconsumo que van rotando por los distintos cuadros.

En Tipiliuke hay cerca de 900 vacas madre -raza Hereford en su mayoría- que alcanzaron un 96% de preñez el año pasado. Los números mejoran año a año y las condiciones que impone el clima son “el desafío” a superar en cada ciclo. “Haciendo buen manejo y usando tecnología de bajo costo se pueden lograr buenos resultados, especialmente disminuyendo drásticamente el grado de volatilidad de los rendimientos”, concluye Haneck.


Fue una movida gigante”, resume Haneck al explicar el éxodo desde Junín de los Andes a Maquinchao con 400 vacas madres Hereford. ¿El objetivo?: evitar los daños que dejó la actividad del volcán Calbuco en 2015. Los animales morirían o se verían seriamente afectadas sus dentaduras y sus índices productivos al no tener pasto. Toda la estancia quedó cubierta por la caída de ceniza.

Evacuaron la hacienda con 11 camiones y recorrieron varios campos en Neuquén y Río Negro, hasta que dieron con lo que buscaban. El campo “Don Horacio” de Rucu Luan, al sur de Maquinchao, de los hermanos Apestegui. Ellos son productores laneros y tenían su campo poco poblado.

“Se dieron las condiciones, nosotros necesitábamos un campo y ellos hacienda”, explica Nicolás. El arreglo por el uso del lugar fue con el pago de un porcentaje de terneros nacidos allí. Superado el impacto de la cenizas, la mitad de la hacienda volvió a Tipiliuke.


Cría, recría y terminación
Un campo con producción ganadera puede dedicarse a la cría, recría o al engorde. O a las tres cosas juntas, que es lo que hacen en la estancia Tipiliuke.
En el sistema de ciclo completo preparan la vaca, la preñan, tienen el ternero, lo recrían durante el primer invierno y luego pasa al engorde, que es la etapa de terminación.
En el último paso, el novillo recibe alimento muy energético durante días, hasta lograr el peso buscado. Luego va directo a faena.

Una mirada a futuro
Al analizar la ganadería en la zona, Haneck consideró que las tecnologías y técnicos están disponibles y más campos se podrían sumar a aplicarlas. “Son campos marginales pero nobles, sólo hay que ver si los productores pueden y están dispuestos a mejorarlos. Mercado para la carne siempre hay. Basta con querer hacerlo”.
Sobre el desarrollo alcanzado en Tipiliuke evita atribuirse méritos: “No inventé nada. Fui a buscar asesoramiento”.

Producción

222.0000
El total de kilos de carne producidos en 2018 en la estancia. Se coloca en carnicerías de la zona.
350
los gramos de peso diario que aumentan los terneros, gracias a la suplementación proteica que se les da en invierno.

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