Nueva ley petrolera: urgencias y urnas


A diferencia del anterior gobierno nacional, donde el sector estuvo dirigido más por actores del mercado, ahora las manos son de la política.


La nueva ley petrolera que auspicia el secretario de Energía, Darío Martínez, y en la que ya trabajan equipos del gobierno y ejecutivos de la operadora nacional YPF, tiene todoslos elementos para avanzar. A diferencia de la reforma que impulsó Miguel Galuccio, durante el último gobierno de Cristina Fernández, que encontró una durísima resistencia en el exgobernador Jorge Sapag, en este nuevo capítulo todos los actores parecen estar en sus puestos y listos.

El gobernador Omar Gutiérrez se garantizó una posición clave como titular de la Organización de Estados Productores de Hidrocarburos (Ofephi). Es la primera vez que un representante neuquino preside la entidad y la oportunidad parece ser muy oportuna. Si bien en los hechos la Ofephi no tiene una gravitación determinante para la industria petrolera, su papel institucional puede ser central en el poroteo legislativo a través de los representantes provinciales en el Congreso.

Además, como reseñó una fuente consultada, siempre es mejor tener la primera silla antes que cualquiera de las otras. La designación de Gutiérrez además funciona como contrapeso de una industria petrolera con un fuerte rodaje político. A diferencia del anterior gobierno nacional, donde el sector estuvo dirigido más por actores del mercado, en esta nueva etapa las posiciones claves están en manos de la política.

Muchos recordarán la primera marcha atrás de los tarifazos del exministro de Energía de Mauricio Macri, Juan José Aranguren, que le marcó la cancha a un gobierno presentado como de cuadros técnicos. Si bien no pasó en ese momento, visto a la distancia, el ex CEO de Shell puede dar por concluida su tarea: 1000% tuvo la tarifa de gas al final del período.


Al actual cuadro político de actores en la industria petrolera se sumó el flamante presidente de YPF, el santacruceño Pablo González


Al actual cuadro político de actores en la industria petrolera se sumó el flamante presidente de YPF, Pablo González. El santacruceño, cercano a la familia Kirchner, visitó por primera vez Vaca Muerta como funcionario esta semana para la inauguración de una estación de servicio en Añelo.

Al escenario de posiciones políticas también se suma el titular de Petroleros Privados, Guillermo Pereyra, quien, a diferencia de los años donde se discutió la primera reforma, parece más alineado al gobernador neuquino. En aquella oportunidad terminó oponiéndose a la reforma, en lo que fue una etapa de jabonosa relación con Sapag.

De todos modos las elecciones legislativas ponen activo al exsenador neuquino quien viene levantando el tono proselitista en los actos del sindicato. Esta semana dio señales de calentar motores al pedir al ministerio de Trabajo que levante las suspensiones de elecciones en los sindicatos. El aparato electoral del MPN está en marcha a pedido del gobernador Gutiérrez, que busca llegar a las legislativas con el músculo entrenado.

El texto de la nueva ley petrolera por ahora se plasma algunos borradores y una serie de forzadas consultas tan exhaustivas que, si la promesa en contener al menos una propuesta por sector se cumple, será un documento difícil de compatibilizar. Por el momento los puntos centrales son dos: regulación del precio interno del petróleo para contener las bandas negativas y positivas, y la instrumentación de un mecanismo exportador de gas que permita hacerlo en firme.

A diferencia de aquel recordado round entre Sapag y Galuccio, que dejó cosas sin resolver o que no pudieron pasar, esta nueva discusión, por ahora sin bemoles, tiene a los actores distribuidos en sus posiciones. El gobierno nacional entiende a Vaca Muerta como un proyecto de generación de divisas. Para eso adelantó sus jugada en el tablero con Martínez en el campo y empoderando a YPF con un rol político destacado.

El escenario está planteado; sin embargo, las urgencias y aspiraciones políticas de los jugadores también serán determinantes en el armado de una ley que busca la llegada de inversiones y, también, sacarle un poco la grasa que engorda el negocio petrolero neuquino.


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