“Nuevos aires democráticos en la Argentina”

La significación de la marcha del 8N hay que buscarla en las nuevas condiciones que se abren políticamente en el país. Aun negando tener representatividad (líderes, programa alternativo), quienes se movilizaron desafiaron al gobierno. Con poco sustento, con objetivos difusos, quienes se movilizaron desafiaron la legitimidad actual del gobierno nacional. El gobierno podrá mirar para otro lado porque es cierto que no se vislumbra una derrota en el plano electoral, pero igual debe indagarse qué es lo que no satisface a tanta gente. Si sus demandas se limitan a una subjetividad exacerbada por el rechazo a la imagen de la presidenta o hay que hacer un esfuerzo por entender qué quieren. En el primer caso, se puede decir lo lamento por ellos, pero Cristina debe concluir su mandato. Descartado que se trate sólo de un rechazo “anti”, sería conveniente dar respuesta. Pienso que, si en el fondo está claro que responden a intereses individuales de gente desclasada, que termina solapando los suyos en los mucho más grandes intereses de las corporaciones, la respuesta sería: ganen las elecciones y apliquen otro programa económico. El gobierno tiene todo el derecho constitucional de aplicar aquel programa con el que llegó al poder. Sólo en esa línea puede aceptar cambios salvo, claro está, que sea el propio gobierno el que decida la aplicación de otro programa, para lo que también tiene derecho. La rectificación de una línea política en el ejercicio del poder es, igual, menos legítima que aquella que se prometió en el proceso preelectoral. Sin embargo le asiste el derecho de cambiar y para eso deberá buscar la ratificación del Parlamento o apelar a algunos de los mecanismos que prevén las formas directas de consulta popular. Decíamos más arriba: “las nuevas condiciones que se abren políticamente en el país”. Sólo un gobierno muy seguro de su inserción popular no tiembla con la manifestación de ayer. Y esa seguridad del gobierno es expresión de los nuevos tiempos de profundización democrática que afortunadamente se ciernen sobre el país. Hoy la democracia en la Argentina ha extendido sus límites de expresión pública. De esos límites no se vuelve sino a costa de una severa crítica histórica. La tradición argentina democrática crece y eso es bueno para todos. Aun para quienes creen no soportar el momento que viven, porque podrán seguir haciendo ejercicios de movilización que deberán ser también de tolerancia a que los plazos constitucionales se cumplan exhaustivamente. Osvaldo Pellín – Neuquén

Osvaldo Pellín – Neuquén


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