El Excel y el Simulcop: el voto k como bisagra
Figueroa instala la idea de que detrás de cada número hay personas y propone un modelo neuquino basado en planificación, equidad fiscal y desarrollo con identidad propia. El kirchnerismo dividido entre la oposición frontal a Milei y la desconfianza hacia La Neuquinidad, se convierte en el factor decisivo para equilibrar o desbalancear la representación en el Congreso.
El escenario político neuquino ofrece en estos días un contraste de metáforas que sintetizan los modelos en pugna. De un lado, el gobernador Rolando Figueroa, arquitecto de la alianza La Neuquinidad, reivindica la planificación como herramienta de gestión.
Su apelación contraria al Excel como símbolo de política cobra sentido al remarcar que detrás de cada dato existen personas y proyectos vitales.
En la vereda opuesta, Nadia Márquez, candidata a senadora por La Libertad Avanza, sitúa la discusión en un plano estrictamente nacional.
Su discurso plantea los comicios como una confrontación directa con el kirchnerismo, al que describe como una fuerza movida únicamente por la búsqueda del poder.
Con un tono que remite al calco del Simulcop, Márquez se apoya en un relato uniforme que coloca a Neuquén como una pieza más del tablero argentino, diluyendo las particularidades provinciales.
El trasfondo inmediato es el Senado, donde un escaño puede definir el dos más uno a favor o en contra, y la Cámara de Diputados, donde el sistema D’Hondt perfila un reparto fragmentado.
La disputa por el voto kirchnerista aparece como el factor determinante: en adhesión o en rechazo, ese electorado será el que incline la balanza.
La Neuquinidad reconoce a La Libertad Avanza como su contrincante directo, pese a nutrirse de parte de sus votantes.
El intento oficialista de captar al progresismo a través de candidaturas como la del exjefe del Conicet Joaquín Perrén se vio rápidamente limitado por la irrupción de Beatriz Gentile, que permitió al kirchnerismo reordenar su frente.
Desde entonces, el espacio opositor busca diferenciarse con mayor claridad, apuntando contra Milei de manera frontal, pero sin dejar de lanzar advertencias a Figueroa y sus candidatos.
En este tablero, el electorado kirchnerista oscila entre el rechazo a Milei y la desconfianza hacia los acuerdos de La Neuquinidad, convirtiéndose en el núcleo que puede garantizar equilibrio o precipitar un nuevo desbalance en la representación nacional.
La elección legislativa del 26 de octubre en Neuquén adquiere características de una verdadera prueba de medio término para Figueroa.
A diferencia de otros mandatarios provinciales que suelen tomar distancia de la disputa nacional para preservar su capital político, el jefe del Ejecutivo decidió colocarse en el centro de la contienda.
Lo hizo no solo respaldando a los candidatos de La Neuquinidad, sino también otorgándole a la elección un carácter plebiscitario sobre su gestión.
De este modo, las urnas medirán simultáneamente la capacidad del oficialismo provincial de transferir su poder territorial a nivel legislativo y la fortaleza de su modelo político frente a fuerzas nacionales con mayor estructura de confrontación ideológica.
El énfasis puesto por Figueroa en la necesidad de contar con legisladores que “defiendan la neuquinidad” revela que el gobernador no pretende simplemente sumar bancas, sino proyectar en el Congreso un discurso que combine autonomía provincial y reclamo de equidad fiscal.
Su crítica al esquema de coparticipación federal, con datos que muestran que Neuquén recibe apenas 51 de cada 100 pesos que aporta, se convierte en una bandera que busca diferenciarlo de los bloques nacionales y reforzar la identidad local.
En este punto, la elección trasciende la disputa partidaria y se transforma en un examen sobre hasta qué punto la ciudadanía neuquina está dispuesta a respaldar un modelo de gestión que se define frente al centralismo y que, a la vez, debe administrar sus tensiones con el kirchnerismo y con La Libertad Avanza.
La conclusión es clara: entre la hoja de cálculo y el calco, Neuquén define su futuro inmediato en la orientación de un voto bisagra.
La capacidad del kirchnerismo para ordenar su base y retener a sus electores frente a dos fuerzas que lo disputan desde ángulos distintos determinará no solo el resultado provincial, sino también el peso decisivo de la provincia en el Congreso nacional.
El escenario político neuquino ofrece en estos días un contraste de metáforas que sintetizan los modelos en pugna. De un lado, el gobernador Rolando Figueroa, arquitecto de la alianza La Neuquinidad, reivindica la planificación como herramienta de gestión.
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