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El impacto devastador del asedio en la educación palestina

En medio del caos y la violencia que arrasan Gaza, resulta inevitable confrontarse con una realidad que trasciende las cifras de muerte y destrucción. La pérdida de vidas, especialmente las de niños inocentes, es una tragedia inimaginable y debe ser condenada sin reservas. Sin embargo, incluso en este contexto desgarrador, es crucial no perder de vista un impacto más amplio que tiene el conflicto en la vida de la población, el asedio en el ámbito educativo.

El conflicto israelí-palestino, arraigado en disputas territoriales, políticas y religiosas, es uno de los más prolongados y complejos en la historia contemporánea. En el último año, la incursión israelí en Gaza ha exacerbado la situación, generando una exposición global, posiblemente buscada por grupos vinculados a los intereses palestinos.

La complejidad para abordar este conflicto no solo radica en la recopilación de información y testimonios alternativos a la narrativa occidental, sino también en la mirada crítica, amenazante e inflexible de quienes revisan la historia.

Las raíces del conflicto se remontan al siglo XIX, con el surgimiento de movimientos nacionalistas judíos y árabes en la región. El sionismo, promoviendo un Estado judío en Palestina, cobró fuerza ante el aumento del antisemitismo en Europa y el nacionalismo árabe.

El Mandato Británico de Palestina, establecido después de la Primera Guerra Mundial, sentó las bases para la creación de un Estado judío y un Estado árabe en Palestina. Sin embargo, las promesas contradictorias hechas a judíos y árabes por parte de los británicos, junto con la creciente inmigración judía a Palestina, provocaron tensiones y violencia.

La creación de Israel en 1948 y las guerras subsiguientes marcaron el inicio del conflicto israelí-palestino en su forma moderna. La ofensiva resultó en el desplazamiento de cientos de miles de palestinos, que buscaron refugio en territorios vecinos como Cisjordania, Gaza y países árabes vecinos.

El control israelí sobre territorios palestinos, incluyendo Jerusalén, ha restringido el desarrollo de las comunidades locales. Actualmente, la devastación de más del 80% de las escuelas en Gaza ha llevado al conflicto israelí-palestino a niveles de barbarie sin precedentes. Detrás de esta tragedia se ocultan desequilibrios, contradicciones y una apatía global.

La destrucción de escuelas en Gaza refleja la brutalidad del asalto militar israelí y su impacto indiscriminado en la población civil. En 2014, se publicó la novela “Como el viento entre los almendros” de Michelle Cohen Corasanti, que expone las tragedias de una familia palestina bajo la ocupación israelí, resaltando la lucha por la educación en tiempos de asedio. Esta narrativa revela la cruda realidad de niños sin hogar, materiales, seguridad ni futuro.

Un ejemplo de la realidad reciente nos lo brinda Irak. El ejército de los Estados Unidos invadió, derrocó y ejecutó a su presidente, bajo pretextos desacreditados. La operación se justificó en la búsqueda de libertad. Sin embargo, los resultados fueron desastrosos también para la educación infantil que varios años después de la retirada del ejército estadounidense, decenas de miles de niños iraquíes no han regresado a la escuela, según el Banco Mundial.

¿Por qué insistir o pensar en la educación puede ser una variable necesaria a tener en cuenta?, porque en Gaza, cerca del 50% de la población tiene menos de 18 años, y 325,000 niños están edad escolar. Y porque Ocho de cada diez escuelas han sido destruidas por el ejército israelí en los últimos cuatro meses.
Las escuelas de la UNRWA en la Franja de Gaza se han convertido en centros de refugio para cientos de miles de desplazados, y el 67 por ciento de estas escuelas han sido objeto de ataques directos, siendo blanco deliberado de la acción militar. Es decir, 7 de cada 10 escuelas que Naciones Unidas construyó para niños palestinos, fueron destruidas.

La destrucción de escuelas tiene consecuencias humanitarias y psicológicas profundas, perpetuando la pobreza y la desigualdad, y alimentando el resentimiento hacia Israel y la comunidad internacional.
Según el Fondo de Naciones Unidas, un niño resulta gravemente herido o muere en Gaza cada 10 minutos. Los ataques desde fines de octubre ya llevan más de 35.000 civiles asesinados por Israel, cerca del 50% son niños. En 5 meses el ejército israelí asesinó 7 veces más civiles que la OTAN en siete años de ocupación iraquí.

El conflicto israelí-palestino, más que una disputa territorial, es un símbolo de la desproporción moral y empática. Un reflejo de la hipocresía occidental. Es necesario reflexionar sobre la posibilidad de un plan sistemático de aniquilación y tomar medidas para evitarlo.

Agustín Mozzoni

Licenciado en Gobierno y Relaciones Internacionales.
Diplomado en Comunicación Política.


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