La disociación de las dos Cristinas


Esta disociación psicopática es el nuevo experimento político que propone Cristina como última apuesta para su supervivencia ante el fracaso del experimento anterior.


La presidenta interina de la Nación trepó al helicóptero oficial, voló rápido hacia el sur de Buenos Aires, aterrizó en La Plata y asistió de cuerpo presente al discurso de la oradora principal del acto preparado por el peronismo para recordar que hace medio siglo retornaba al país Juan Domingo Perón.

La oradora del acto evocó aquel momento, pero su mensaje estuvo centrado en una nostalgia distinta. “Cuando estuvimos en el gobierno” ocurrió esto y aquello, describió para la multitud que colmó el estadio. Su hijo, ataviado al estilo Gómez Bolaño, saltaba medroso en las tribunas para arengar la aprobación general.

Con cautela, Cristina Kirchner evitó que por alguna fisura del discurso se filtrara la presencia de la mayor autoridad convocada: Cristina Kirchner, en ejercicio de la presidencia por la ausencia de Alberto Fernández. Es decir: que se colara el Gobierno.

Esta disociación psicopática en la cima del poder es el nuevo experimento político que está proponiendo Cristina como última apuesta para su supervivencia política ante el fracaso ostensible de un experimento anterior, también de su autoría, la presidencia delegada en Alberto Fernández. La impostura ha crecido en un 100% desde esa experiencia anterior. Podría conjeturarse: al ritmo de la inflación.

El mecanismo de disociación no sólo es propuesto como fórmula imaginativa para la próxima articulación electoral del oficialismo sino como mecanismo de vinculación de todo el oficialismo con el sistema institucional. Esta reducción al absurdo pudo observarse en dos momentos de Cristina: se presentó como una política preocupada por la ausencia de diálogo democrático. Horas antes, la presidenta interina mandó a votar en el Senado una decisión totalmente opuesta, como un desvarío ilógico.

El Frente de Todos votó férreamente unido una respuesta al fallo de la Corte que objetó la artimaña haber elegido representantes para el Consejo de la Magistratura como si el Frente de Todos estuviese dividido. La excusa de los senadores que votaron eso fue que estaban defendiendo el derecho del Senado a organizarse sin interferencia de ningún otro poder. Todo el Senado -dice el oficialismo- de manera unánime. Pero sin que participe la oposición.


La duplicidad impostada del kirchnerismo también fue señalada por el exministro Martín Guzmán. Dijo algo que por primera vez sincera una sinuosa abstención de Cristina.


La disociación de las dos Cristinas que se proclamó como nuevo experimento electoral en La Plata choca con otras lógicas más rigurosas. Una a la que debería prestarle atención, considerando la gravedad de la crisis social, es la que expresó la conducción del episcopado católico: que no se sumará a ninguna mesa de diálogo si el gobierno no dialoga consigo mismo y con la oposición.

La duplicidad impostada del kirchnerismo también fue señalada en su primera aparición pública tras su renuncia por el exministro Martín Guzmán. Dijo algo que por primera vez sincera una sinuosa abstención de Cristina, la más valorada por sus seguidores. Reveló que durante la negociación con el FMI Cristina se corrió a un costado -ya es sabido- pero dejándolo a él como el más duro a la izquierda frente al Fondo. Guzmán señala que Cristina siempre quiso el ajuste ordenado por el Fondo, pero no quería pagar el costo simbólico. Por eso ahora mira para otro lado con la gestión de Sergio Massa.

Esta revelación de Guzmán es particularmente oportuna porque a Massa lo están elogiando desde el FMI sin que Cristina se queje, pero su tiempo como ministro de control de la última corrida cambiaria parece estar terminando. El dólar ha vuelto a despertarse porque a Massa le está pasando lo que Guzmán admite como último recuerdo ingrato de su gestión. El mercado de deuda en pesos cree que los compromisos que emite Massa son -como dijo esta semana la consultora S&P- tan riesgosos como la deuda del país en dólares, que no tiene.

Es lo que advirtió sobre el horizonte cercano el viceministro Rubinstein: hay una brecha insostenible sin devaluación, o una devaluación con rodrigazo, dando saltitos en el paraavalanchas.


Adherido a los criterios de
Journalism Trust Initiative
<span>Adherido a los criterios de <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Nuestras directrices editoriales

Comentarios