Rutas colapsadas y desidia

Una seguidilla de accidentes ocurridos en la Ruta 151, en la zona petrolera, desató el enojo de los trabajadores y reactivó las quejas ante la inseguridad vial que genera el pésimo estado de las principales vías de la región, que inducen y potencian los errores humanos que causan la mayoría de los incidentes de tránsito.

Se reclamaron urgentes obras para mejorar el estado de la 151, una vía clave para las operaciones en Vaca Muerta y la cuenca petrolera en general, que lleva una década de abandono. Es además una conexión clave con La Pampa, Mendoza y el norte del país. Por ella transitan diariamente miles de vehículos de todo tipo, que sufren daños provocados por la enorme cantidad de pozos, ondulaciones, falta de banquinas y escasez de señalización. Este año hubo ya dos personas fallecidas y más de diez heridos graves, superando en tres meses las estadísticas de todo 2022. Choques frontales, autovuelcos de camiones y autos, por maniobras imprevistas para evitar baches o por roturas de cubiertas, son frecuentes. Los reclamos abarcan también a las rutas provinciales 7, 6 y 17, en pésimas condiciones.

Luego de las protestas y del triunfo de una candidata afín en la ciudad de Catriel, el gobierno Nacional reactivó la licitación de un plan de arreglo integral de la ruta 151, que descansaba en un escritorio desde hace meses. El plazo para la obra es de un año.

Habrá que ver si se cumple, porque pocos días después de estos hechos estallaron en las redes las protestas ante el anuncio de la instalación de un nuevo radar para controlar la velocidad en la Ruta 22, cerca de Cervantes, recordando que las obras de ampliación de apenas 100 kilómetros de esta ruta, anunciada con bombos y platillos por Néstor Kirchner en 2009, siguen en veremos. Los usuarios detallaron los tramos intransitables por pozos y hundimientos, caminos alternativos de ripio marcados con peligrosos tachos, las tediosas esperas y colas en los accesos a Cipolletti, falta de señalización, de cruces seguros, de iluminación en tramos peligrosos y de semáforos, entre otros aspectos. “Priorizan la recaudación a la seguridad” fue la queja más frecuente. El reclamo por el mal estado de la Ruta 22 se extiende a los 140 kilómetros entre Choele Choel y Río Colorado, que incluyen también un tramo de la 250 y el cruce con la 251. Allí los pozos y ondulaciones producidas por el sobrepeso de los camiones generan verdaderos vados de agua en días lluviosos que derivan en choques y vuelcos a menudo fatales.

La lista de reclamos podría extenderse a tramos de la Ruta 237, 40 y numerosas vías de las dos provincias, sobre todo en zonas cordilleranas y rurales. Ni siquiera la recientemente asfaltada Ruta 23 en la Línea Sur, que demandó décadas y cuya terminación se espera a fin de año, se libra de quejas.

La situación refleja la desidia y el abandono en la mayoría de las obsoletas vías estratégicas de acceso y circulación del norte de la Patagonia, por parte del Gobierno nacional y también de las provincias de Neuquén y Río Negro, que aduciendo la crisis económica parecen haber renunciado a su papel en el asfaltado y mantenimiento de rutas y caminos, dependiendo cada vez más del financiamiento nacional directo o través de organismos internacionales.

Si bien es cierto que las estadísticas marcan que cerca del 90% de los siniestros viales se producen por imprudencia o errores humanos, el mal estado del camino genera daños a los vehículos que los hacen más proclives a accidentes. Un camino con pozos, ondulaciones, mala iluminación, le quita chances al conductor para resolver situaciones complejas y genera maniobras imprevistas que pueden ocasionar siniestros. Los malos diseños y poca señalización inducen el cansancio del conductor. Los guardrails, carriles extras y banquinas adecuadas ayudan en salidas involuntarias de la carretera y para atención segura en casos de averías o necesidad de descanso.

En definitiva, se necesita invertir en caminos adecuados para el alto nivel de tránsito y las actividades productivas actuales de la región, que contemplen el error humano y no las vías anticuadas y con verdaderas trampas mortales que son tramos importantes de nuestras rutas actuales.


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