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Tragedia de Bahiense del Norte, lo previsible y lo inevitable

Se debería trabajar más seriamente en el cuidado preventivo de la población, ante fenómenos naturales cada vez más frecuentes.

El trágico colapso en Bahía Blanca. Foto X.

El impiadoso temporal que azotó a Bahía Blanca el 16 de diciembre de 2023 dejó como saldo la pérdida de trece vidas. Personas que habían asistido a una muestra de patín de fin de año y fueron víctimas de la caída del techo del gimnasio del Club Bahiense del Norte.

La dantesca imagen de chapas y paredes destruidas provocan dolor, más aún por tratarse de un lugar donde se practica deporte, cuna de jugadores de básquet legendarios como Manu Ginòbili, Pepe Sánchez y el Alejandro Monte cchia.

La envergadura del vendaval fue tal, que también se registraron importantes daños en el Club Estudiantes, Olimpo y en la región toda.

Frente a tan aciagas circunstancias cabe preguntarse si tantas muertes pudieron ser evitadas o no. Fundamentalmente para razonar, si hechos tan penosos como el acontecido, pueden ser previstos y en su caso evitados a futuro.

En un lenguaje más técnico, razonar si hubo caso fortuito o no (Art. 1730 CCYC) y extraer alguna enseñanza de tan lamentable suceso. En tal orden, el caso fortuito ha sido definido como el acontecimiento que no ha podido ser previsto o que previsto no ha podido ser evitado.

Dicho esto, cabe decir que si bien existía una alerta previa al siniestro, nada hacia presumir la magnitud del tornado que se desatò luego.

Es quizás en este aspecto, donde en función de los adelantos tecnológicos y el cambio climático que el propio hombre ha causado, donde se debe mejorar significativamente la precisión del pronóstico meteorológico.

Pero con ello solo no alcanza. Si por ejemplo existiese un alerta naranja o rojo, la ciudadanía debería ser informada de inmediato por todos los medios y redes existentes y además estar suficientemente educada para decodificar el mensaje y saber que los eventos de concurrencia masiva se suspenden y que deben evitar salir de sus viviendas.

Luego hay un trabajo de orden municipal complementario, a realizar durante el año, por el cual se deben efectuar controles periódicos a las instalaciones de concurrencia pública como clubes y clausurar los mismos cuando no ofrezcan las mínimas condiciones de seguridad. Mucho más si median denuncias, que permitan constatar deficiencias en tal sentido.

En la medida que la Municipalidad falle en tales aspectos, su responsabilidad estará en juego, como así también lo estarà la del club, si este es advertido de alguna anomalía y no cumpliese con su deber de resguardo en tiempo y forma.

No se pretende del Estado una tarea cuasi paternal de la que se desprenda la irresponsabilidad de los individuos, sino la de realizar esfuerzos compartidos, para evitar tragedias.

Así si las alertas que da el Servicio Meteorológico no son cumplidas por las instituciones o individuos que asuman el riesgo, cargarán sobre estos últimos, las consecuencias omisivas de sus actos

Si por el contrario el Estado es el que no efectúa controles o atiende las denuncias desatendiendo su poder de policía cuando correspondiese ejercerlo, será sobre quien pese tal responsabilidad.

De tal manera se podría alcanzar un sistema complementario por el cual un vecino puede denunciar por ejemplo árboles en mal estado para que sean mantenidos o retirados y a la vez ser intimado a satisfacer las tareas necesarias tendientes a evitar que un bien propio afecte a terceros.

De dicho modo podríamos pensar en un deber genérico de prevención (Art. 1710 CCYC) articulado y mancomunado, donde no se delegue todo en el ciudadano o en el Estado y hayan esfuerzos complementarios tendientes a evitar la concreción de daños.

La tragedia del Bahiense debe ser un antes y un después, para que se trabaje más seriamente en el cuidado preventivo de la población, ante fenómenos naturales cada vez más frecuentes y para que los ciudadanos actúen como seres inteligentes concientes de su propio cuidado.

*Abogado. Prof. Nace. de Educación Física. Docente Universitario. angrimanmarcelo@gmail.com


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