Otra visión sobre la “fuga” de capitales

Juan Manuel Morales*


El aumento en la demanda de dólares generado por la baja en el precio, que a su vez fue generado por la abundancia artificial de dólares en la economía argentina, es lo que algunos llaman “fuga”.



En estos últimos días se ha puesto de moda el concepto de “fuga de capitales”, sin ahondar demasiado en su significado la idea compartida, en términos generales, pareciera apuntar al siguiente fenómeno: el actual gobierno se endeudó de manera desenfrenada, ese dinero se esfumó en manos de “nadie sabe quien” y luego la población argentina se queda con la pesada carga de la deuda, la crisis y los dólares sieguen siendo escasos.

Para arrojar luz sobre esta cuestión vamos a empezar por el comienzo del asunto, o sea ¿para qué nos endeudamos en moneda extranjera? La respuesta la podemos separar en dos. Por un lado, los gobiernos se endeudan cuando sus gastos son más altos que los ingresos que obtienen mediante el cobro de impuestos, o sea cuando tienen déficit fiscal. Y, por el otro lado, se endeudan en el exterior cuando ese déficit es demasiado alto en consideración a lo que sistema financiero doméstico puede financiarle.

Lo que quiero decir pasa en todos los órdenes de la economía, para que cualquier agente económico pueda obtener un préstamo se requiere, indefectiblemente, que otro agente económico haya ahorrado ese dinero.

Dicho de otra manera, para que alguien obtenga un crédito debe haber una contraparte que se abstenga de consumir ese dinero, todo crédito que se otorga debe estar respaldado por ahorro y sin ahorro no hay crédito.

Con el minúsculo tamaño del sistema financiero doméstico, un déficit fiscal de aproximadamente 7% del PBI equivalía a más del 80% de todos los depósitos del sector privado

Si nos remontamos al año 2016, primer año del gobierno de Mauricio Macri, el resultado financiero de la administración central, o sea la necesidad de financiamiento del gobierno arrojaba un déficit de 474 mil millones de pesos, por el otro lado, la sumatoria de todos los depósitos a plazo que sector privado tenía depositado en los bancos en Argentina, es decir el ahorro de los privados, para diciembre del mismo año era de 570 mil millones de pesos ¿cuál es el problema aquí?

Es que con el minúsculo tamaño del sistema financiero doméstico, un déficit fiscal de aproximadamente 7% del PBI equivalía a más del 80% de todos los depósitos del sector privado, es decir, un déficit de semejante tamaño únicamente se podría financiar una sola vez con los ahorros existentes en Argentina. Es obvio que de no corregir el problema fiscal la necesidad de endeudamiento externo se iba a profundizar en el tiempo.

Hasta aquí es sencillo: el gobierno gasta por sobre su recaudación y se endeuda en el exterior para cubrir ese déficit dado que con el ahorro interno de la economía argentina no le alcanza. Ahora, una vez que el gobierno obtiene los préstamos en el exterior, los dólares entran en la país y, dado que son un bien más de la economía, comienzan a ser más abundantes, por lo tanto su oferta aumenta y su precio (tipo de cambio) baja.

Este fenómeno de baja de precio motiva a más agentes de la economía a comprar dólares “baratos”. Ese aumento en la demanda de dólares generado por la baja en el precio, que a su vez fue generado por la abundancia artificial de dólares en la economía argentina, es lo que algunos llaman “fuga”.

Todo este proceso se mantiene sin problemas mientras que haya oferta fresca de dólares, pero cuando el financiamiento se acaba los problemas comienzan, la escasez de dólares se hace notoria y el tipo de cambio vuelve a subir de manera brusca.

Lo cierto es que este fenómeno tiene una causa madre que es el déficit fiscal.


Sin déficit no hay necesidad de deuda y sin deuda externa la oferta de dólares de la economía únicamente sería la que las exportaciones generen de manera genuina


Sin déficit no hay necesidad de deuda y sin deuda externa la oferta de dólares de la economía únicamente sería la que las exportaciones generen de manera genuina y el precio del dólar el que corresponda de acuerdo a la productividad del país.

Por el otro lado, si hubiese severas restricciones en el mercado de cambios y capitales para que los dólares no se “fuguen” tampoco habría dólares que entren (nadie le presta dinero a un país que tiene restricciones para la adquisición o movilidad de capitales) y la alternativa sería financiarse mediante más emisión monetaria, aumento la deuda interna, dilapidación de todas las reservas del BCRA e ir contra la propiedad privada (como fue el robo a las AFJP). Cualquier similitud con el anterior gobierno no es casualidad.

Lo que resulta extraño es que aquellos que ponen el grito en el cielo cuando se intenta bajar el gasto público son quienes denuncian la “fuga de capitales” sin entender que este fenómeno (mal llamado “fuga”) y el déficit fiscal (que se niegan a corregir) son dos caras de la misma moneda.

Las opciones nunca son sustentables en términos económicos mientras que no entendamos que es imposible tener un Estado elefantiásico para el tamaño de lo que nuestra economía puede financiar.

* Economista de la Fundación Progreso y Libertad


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