Para Cipolletti el empate terminó siendo afortunado

Sobre el final salvó un punto como local ante Independiente Rivadavia.

Y Cipolletti no levanta cabeza. Ya la gente ni se acuerda cuando fue la última vez que ganó. Anoche, de milagro, no sufrió otra caída. Porque al fútbol se puede perder jugando bien o mal, porque el rival es superior. Pero una tonta actitud del arquero Eduardo Morfú, que generó un penal por absoluta irresponsabilidad suya, le permitió a Independiente Rivadavia acariciar un triunfo que no fue por la genialidad de Matías Urbano, quien forzó luego una infracción en el área para que él mismo sellara el empate.

El 1 a 1 es justo, porque si el local fue un poco más en el comienzo, la visita lo apretó después.

Fiel a su necesidad, Cipolletti planteó el partido decididamente en la zona más crítica de los mendocinos, entre el sector que va de la mitad de la cancha hasta el área de la visita. Para eso, dispuso como opción para conducir el juego a Pablo Parra. Más por oficio que por calidad, se encargó de manejar los movimientos ofensivos de un equipo que buscó en forma permanente a Matías Urbano, quien aparecía generalmente haciendo diagonales por la izquieda.

Dentro de ese esquema, el «albinegro» de a poco fue controlando el partido. Trató de tener la pelota lo más lejos posible de su arco y eso le impidió verse sorprendido.

Lo que si era una notoria carencia del local era como prosperar en el tramo final, porque Juan Sánchez no pudía salir del «barullo» que le significaba verde acorralado por los defensores «azules» y con Urbano parecía ser escaso. Aún así, el extremo izquierdo generó la única gran posibilidad que tendría Cipolletti en la primera etapa, cuando recién sobre el minuto cuarenta recibió una habilitación de Pablo Landeiro, que sólo el revolcón arriesgado del arquero Gustavo Irusta impidió que el delantero se fuese solo hacia el gol. Fue, en definitiva, el único susto que pasó el arco mendocino, porque después sendos tiros libres de Parra y Urbano se fueron desviados. Del otro lado, Independiente llegó poco.

En el complemento, la visita adelantó líneas e inquietó seguido. A poco del arranque Sand se perdió una ocasión increíble. Fue un alerta. A los 25 minutos Morfú tapó de manera increible un remate a quemarropas de Alvarez, pero enseguida cometió el pecado capital. Había resistido un empujón de Centeno y cuando iba a reanudar el juego golpeó al rival en la cabeza. El árbitro no dudó. Penal y expulsión. Favre abrió la cuenta.

Cipolletti enloqueció. Se fue arriba. Y con la mente fría Urbano limpió el camino en el área y lo desacomodaron, cuando el tiempo se acortaba. El «pibe» marcó la paridad y respiraron todos.

«No perdimos de milagro», expresó el presidente de Cipolletti, Horacio Freiberg, cuando escuchó el silbato final.


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