Perfiles: el coronel y un talabartero

Por Francisco N. Juárez fnjuarez@sion.com

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A fines de octubre de 1901, de a caballo, el gobernador Lisandro Olmos y el poderoso hacendado y comerciante Casimiro Gómez, al imaginar el pueblo a trazar y que Gómez quería erigir en sus tierras de la confluencia de los ríos Neuquén y Limay, Olmos seguiría rumbo de perder su gobierno y su prestigio. La nota denuncia que como entrevistado publicara La Nación del 7 de julio contra el juez letrado (Manuel Pastor y Montes) de Chos Malal, detonaría en su contra. Enterado del contenido, el juez partió hacia Buenos Aires el 21 de julio, soportó una sospechosa falta de apoyo en los fortines, pero preparó un sesudo y extenso alegato contra el gobernador. Lo imprimió y brindó a las mayores autoridades nacionales (incluídos diputados y senadores).

El catamarqueño Olmos, había sido afortunado y meritorio. Tuvo a su coterráneo fray Mamerto Esquiú como maestro y continuó estudios en Córdoba. Peleó como teniente en Cepeda y como capitán de artillería en Pavón, fue líder alsinista en la Cámara de Diputados de la Nación, y senador en las provincias de Córdoba y Buenos Aires. Es cierto que por aceptar la gobernación del Neuquén -por pedido de Roca que lo consideró el apropiado en momentos de conflicto con Chile, según Vicente O. Cutolo-, suspendió un viaje a Europa, quizás, tardíamente, se haya arrepentido.

Cuando cabalgó por la Confluencia tenía 61 años y un frente político tormentoso. Su compañero de cabalgata, Casimiro Gómez, en cambio y con 14 años menos, era un típico gallego próspero y más que eso, exitoso y millonario. Viajaba a Europa y Estados Unidos, y estuvo entre los primeros veraneantes de Mar del Plata de fines del «ochocientos».

Ya que debe admitírselo como uno de los fundadores de Neuquén, bien vale una breve semblanza.

 

Dependiente de almacén

Arrancó infante y casi desamparado en Montevideo a los 11 años trabajando en un almacén y luego en una tienda. ¿Cómo fue a dar en la todavía llamada «banda oriental»? Había dado su primer vagido en Biascón, provincia de Pontevedra, y cursado la escolaridad en Lérez (con fama de aguas curativas, de la gota hasta las venéreas) y a donde volvería, ya viejo, para morir en Vigo.

Estaba allá en edad escolar cuando un tío de fortuna lo mandó llamar desde Cachu, cerca de Río de Janeiro. Allá viajó en 1865 con un pariente, pero no desembarcaron porque asolaba la fiebre amarilla, esa que unos pocos años más tarde hizo estragos en el Río de la Plata. Y si el muchacho cruzó «el charco» fue porque volver para Brasil era caro y en Buenos Aires vivía un amigo de su padre. En el país de las vacas eligió ser aprendiz de talabartero. Acertó: a los 14 años se independizó.

Así formó, casi adolescente, la mejor casa de cueros y almacén de suelas de Buenos Aires. Su fábrica llegó a tener 20 mil metros cuadrados sobre la calle 24 de Noviembre (2150) y creció aún más. Su curtiembre abarcó la manzana, sumó enfrente una sede de talleres para 800 operarios. Se especializó en talabartería fina, artículos de viaje y correas impermeables para máquinas, recados y lomillería. Con las monturas dedicó modelos reglamentarios por lo que pasó a ser el principal proveedor del Ejército. Consiguió medalla de oro en la Exposición de París de 1889 y tres premios en la de Chicago de 1893. Estuvo entre lo fundadores del Centro Industrial nativo y de la Unión Industrial Argentina ocupando cargos preponderantes. Se incluyeron sus datos biográficos en el porteño Almanaque Gallego de 1898 y en La Industria del Cuero, de Felix de Ugarteche (1927). Sumó 42 leguas de buenos campos como ganadero que fue en sus estancias La Delicia, Los Prados y La Nacional, nombre este último que dio a una de sus empresas del cuero. Adinerado pero soñador, no apostó solo a las buenas pasturas: compró 50 leguas en Santiago del Estero y le fascinó la feracidad de la Confluencia. Participó en sociedades de beneficencia y en su pago natal aprovechó las virtudes medicinales de las aguas de Lérez que comercializó también como agua mineral.

Hubiera muerto en el lugar de adopción pero volvió a su tierra, (no hay precisiones) y es posible que para el retorno incidió una notoria disputa judicial (R. Mollins c/Casimiro Gómez).

 

Ataques contra Olmos

Casi simultáneamente con la partida de Olmos hacia Chos Malal (por Añelo, «su» camino, y por donde los fortineros habían desamparado al juez letrado Pastor y Montes en viaje invernal hacia la punta de rieles y Constitución), el diario La Prensa de 25 de octubre de aquel año 1, publicó un editorial titulado «Gobernación del Neuquén – Falta de rendición de cuenta» y que, lacónicamente, sintetizaba un reclamo oficial. «La Dirección de Contribución Territorial y Patentes -señalaba- se ha dirigido al Ministerio de Hacienda para comunicarle que, a pesar de las varias gestiones que la repartición ha llevado a cabo para obtener de la gobernación del Neuquén la rendición de cuentas por los valores que le fueron remitidos en el año 1900, ésta no ha cumplido hasta la fecha con ese requisito». No era grave, pero podría resultar el umbral de situaciones peores como sucedería en noviembre.

El 9 de ese mes el juez letrado Pastor y Montes presentó su denuncia -impresa en 19 fojas- con el listado de gravísimos cargos. En las cordilleras donde se habían cobijado sus penurias -y a la manera de una de las plagas de Egipto- nubes de tucuras (langostas pequeñas de vuelo corto) invadieron los valles. Y no faltó el paso de un corresponsal viajero de La Prensa que pasó por Las Lajas para «comprobar el abandono completo en que se encuentran estas regiones». No sólo eso. Señaló que la acción contra el bandolerismo era nula, que el departamento que más policía tenía sumaba 8 agentes y que el presupuesto asigna 180 para todo el territorio donde sólo existían 6 comisarías, ¿dónde estaban los 180? El colmo lugareño había sido la viruela «que ahora declina por los esfuerzos del médico del regimiento doctor Míguez, el mayor Roldán y el juez de paz», pero había resentimiento contra Olmos «que ni siquiera puso algo de los impuestos que recluta para luchar contra la enfermedad».

El mismo día, el corresponsal en Chos Malal informaba que «desde hace días se pasean por las calles de esta capital todos los asesinos y condenados a presidio, solos, es decir sin custodia. Ahí va un elenco: Dinamarca, condenado a 15 años; Lara y Miliquil, asesinos alevosos de la familia Mantero…» y homicidas como Burgos, Lagos y Parra, entre otros. Un caos dantesco.

(Continuará)

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Curiosidades patagónicas

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