Buenos Aires, una elección clave que define el futuro de Kicillof y el plan de Milei

El Gobierno nacional tiene expectativas de avanzar en la provincia, pero llega golpeado por escándalos y volatilidad económica. El gobernador defiende su liderazgo en el PJ y su decisión de desdoblar.

En la provincia más poblada del país, la diferencia es de apenas dos puntos según la última encuesta.

Axel Kicillof puso una ficha a pleno en la elección bonaerense: se jugó el presente y su carrera futura en alianza con un grupo de poderosos intendentes, los mismos que seis años atrás lo resistían. Javier Milei lo tomó como sparring y focalizó todo el enojo visceral que manifestaba por “la casta” contra el gobernador al que despectivamente llama “enano soviético”. El PRO parece en vías de extinción pero aportó su armado, nombres y estructura, entregó su identidad y los principales lugares en las listas, todo lo que construyó desde que Mauricio Macri inició su carrera política hasta la derrota de mayo en la Ciudad de Buenos Aires que fue determinante para este momento político.

Los descontentos con la grieta vuelven a expresarse en terceras vías de imprevisible efecto con una heterogénea confluencia de vecinalistas, amarillos puros, radicales sin peluca y peronistas como el intendente de Tigre, Julio Zamora, que enfrenta a su olvidado mentor Sergio Massa y el diputado Florencio Randazzo que sigue ensayando una opción diferente con el cordobés Juan Schiaretti aunque esta vez, con vistas a la nacional del 26 de octubre, sumaron a media docena de gobernadores en Provincias Unidas. En la provincial no está PU pero si los ‘primos’ de Somos Buenos Aires que en algunos distritos tuvo apoyo del gobernador santafesino Maximiliano Pullaro.

El resultado dominical tendrá impacto en el mapa político y en la inmediatez económica nacional porque así lo quiso Milei que plebiscita en la provincia su gestión nacional. Se discute a un mismo tiempo la especulación mileista del “riesgo kuka” pero también es la pelea de Milei contra sí mismo, la expectativa de los mercados y del círculo rojo respecto a la gestión libertaria, enfocada el último mes en la elección de la Provincia y obligada a una errante estrategia defensiva por la sucesión de denuncias. La última, por las supuestas coimas en la compra de medicamentos para el área de discapacidad, encontró errantes respuestas y una ofensiva que incluyó una denuncia que intenta cercenar la libertad de expresión.

Políticamente es el peor momento libertario. Sin embargo no hay quien pueda pronosticar con certeza el impacto en las urnas. En cambio el Congreso de la Nación no dejó de darle malas noticias al Presidente y sólo esta semana una mayoría por encima de los dos tercios ratificó la ley de emergencia en Discapacidad como antes el apoyo a universidades y salud pública. Sin margen de marcha atrás Milei evalúa la conveniencia o no de judicializar la ley votada dos veces y con más votos en la segunda oportunidad. Al mismo tiempo tuvo media sanción, también holgada de apoyo, la reforma que limitará considerablemente la posibilidad de legislar vía Decreto de Necesidad y Urgencia.

Después de Mauricio Macri el actual jefe de Estado es el segundo presidente no peronista ni radical desde 1983 aunque el histórico bipartidismo se camufla bajo nuevos sellos. En su momento fue Juntos por el Cambio y ahora son nuevas alianzas violetas.

Kicillof es el primer gobernador en desdoblar la elección bonaerense de la nacional y a diferencia de Randazzo, el primer kirchnerista en enfrentar desde adentro a su jefa. En las encuestas los bonaerenses siguen creyendo en la palabra de Cristina Kirchner pero más aún en ella junto a Kicillof, un dueto cada día más distanciado en lo que se vislumbra como una disputa por la herencia del liderazgo que pesará en el 2027. Más allá del resultado el gobernador ganará espacio tras años de que las listas las armaran los Kircher a quienes dejó la lapicera pero para las listas nacionales del 26/10. La pelea de fondo enfrenta al Movimiento Derecho al Futuro que gestaron intendentes con Kicillof y La Cámpora de Máximo Kirchner.

Con ocho elecciones distintas, una por cada sección electoral, y una geografía socioeconómica muy diversa la provincia de Buenos Aires brindará la encuesta más real al momento de contabilizar los votos emitidos. Milei nacionalizó la contienda, puso a prueba su plan económico y desató peleas internas con peligrosos heridos en post de una estrategia que comandó su hermana Karina Milei y con la que espera teñir la provincia y el país de color violeta.

En esta campaña y tras una fuerte caída de la presencialidad en casi todos los turnos provinciales, el amplio espectro de fuerzas políticas pidió asistir y votar. Lo hizo Milei en el acto de cierre de Moreno con denuncias por posible fraude. En su caso habló de un “empate técnico” y de la importancia de cada voto para la ecuación final. No le hablaba al núcleo duro ni a los propios sino al votante que sumó entre la elección general del 2023 y el ballotage, aquel ciudadano que no lo eligió como primera opción pero que puede ser antikirchnerista. Kicillof hizo lo mismo en una campaña que lo tuvo como desafiante protagonista visitando a diario dos o tres municipios. Buscó resaltar la obra pública y el aporte del Estado en salud, seguridad y apoyo a los sectores productivos, incluso en ciudades de gestión opositora donde, salvo alguna excepción, el aporte estatal provincial frente a la motosierra fue bien agradecido. Su discurso apuntó a ponerle un freno a Milei en un contexto donde probablemente cada uno de los intendentes de los 135 municipios buscará salvar el pago chico. “Aunque sea vayan a votar por su culo”, advirtió Kicillof en una de las últimas entrevistas antes de la veda.

Para imponer el desdoblamiento electoral el gobernador batalló con la propia Cristina Kirchner y su hijo Máximo Kirchner y contra diputados, senadores e intendentes que les responden con lealtad ciega. Si bien no terció en su favor, Sergio Massa fue cardenal de la unidad. Por primera vez desde que perdió la segunda vuelta contra Milei el líder del Frente Renovador salió a recorrer el territorio en el último tramo jugándose su propia patriada en la candidatura de mujer Malena Galmarini en las listas provinciales y de su cuñado Sebastián Galmarini en las listas nacionales para octubre. En su distrito lo enfrenta Zamora que se sumó a Somos Buenos Aires con la aspiración de dividir la elección en tercios.

La expectativa sobre la economía la sembraron Milei y el ministro Luis “Toto” Caputo que alentaron el “riesgo kuka” en la previa a una definición impostergable como es el envío al Congreso del Presupuesto Nacional después de dos ejercicios sin esa ley fundamental. El año pasado la Casa Rosada retiró la iniciativa frente a los planteos de gobernadores y legisladores nacionales.

Sin menospreciar al resto del país, Buenos Aires no es una provincia más en términos legislativos. El último domingo LLA quedó en cuarto lugar en la elección de gobernador de Corrientes, una elección que unió a un gran arco opositor con impacto en el Senado. Viejos adversarios entre sí y hasta hace días aliados de la Casa Rosada como Eduardo Vilches (UCR) y el peronista Carlos “Camau” Espínola confluyeron contra Milei que perdió a sus “héroes” y apenas tuvo a favor a sus senadores y a la bullrichista Carmen Alvarez Rivero.

Salvo por el efecto en la economía –si es que sucede- en el previsible contexto de polarización Milei gana todo o gana parcialemente. De la “casta” ya absorvió mayoritariamente al PRO y dividió por lo menos en tres al radicalismo. Además este domingo La Libertad Avanza ganará más diputados y senadores de los que renueva. Y bien se conoce la habilidad discursiva para explicar a favor un eventual escenario de derrota.

LA ELECCIÓN EN NÚMEROS


En el padrón nacional, camino al 26 de octubre y con proyección al 2027, Buenos Aires despierta atención porque concentra el 37% del total de electores. Este 2025 están habilitadas 14.376.592 personas, un 2,3% más que en las elecciones del 2023, porcentaje que representa 316.659 ciudadanos. Las dos secciones más populosas son la Primera y la Tercera con 5.131.861 y 5.101.177 electores cada una lo que suma el 71% del electorado provincial. Le siguen en caudal de votos la Quinta, que integra a Mar del Plata, con 1.336.787 electores; la Sexta, zona de Bahía Blanca y alrededores, con 672.483; la Segunda, una sección más vinculada al campo con 661.721 votantes; y La Plata, Octava Sección, con 639.839 empadronados.

En la Cámara de Diputados bonaerense del total de 92 bancas, Unión por la Patria tiene 37 y renueva 19. El PRO tiene 13 y renueva ocho; LLA ya es la tercera fuerza con 12 y renueva cinco mientras que la UCR y Somos también renuevan cinco cada espacio y de seis bancas, Unión y Libertad sólo se expone con una. De ese universo legislativo corresponde renovar 18 bancas a la Tercera Sección Electoral; 11 a la Segunda; otras 11 a la Sexta y seis a la Octava.

El Senado provincial también se renueva por mitades. Unión por la Patria expone 10 de sus 21 bancas; el PRO cuatro de nueve; UCR-Cambio Federal cinco de seis y LLA sólo una de cuatro.


En la provincia más poblada del país, la diferencia es de apenas dos puntos según la última encuesta.

Axel Kicillof puso una ficha a pleno en la elección bonaerense: se jugó el presente y su carrera futura en alianza con un grupo de poderosos intendentes, los mismos que seis años atrás lo resistían. Javier Milei lo tomó como sparring y focalizó todo el enojo visceral que manifestaba por “la casta” contra el gobernador al que despectivamente llama “enano soviético”. El PRO parece en vías de extinción pero aportó su armado, nombres y estructura, entregó su identidad y los principales lugares en las listas, todo lo que construyó desde que Mauricio Macri inició su carrera política hasta la derrota de mayo en la Ciudad de Buenos Aires que fue determinante para este momento político.

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora