Denuncian por violencia laboral y sexual a un director de la secretaría de Emergencias de Ortiz Luna
Dos empleadas hicieron una presentación judicial y administrativa. El funcionario de Neuquén se encuentra de licencia. Es el tercer caso que se conoce en la gestión de Figueroa.
La jueza Dalma Tejada ordenó que el director provincial de Emergencias y Gestión de Riesgos de Neuquén, Carlos Alberto Della Cha, se abstenga de acosar y hostigar a dos empleadas que describieron situaciones de violencia laboral y sexual. En lo que va del gobierno de Rolando Figueroa es el tercer caso de trabajadoras que denuncian a jefes por abuso de poder en oficinas públicas.
Ambas son empleadas de planta permanente designadas con cargos políticos. La estabilidad laboral en el Estado no es un dato menor: Silvana Cabezas, que señaló a Ernesto Seguel, histórico dirigente del MPN, por cometer acoso y abuso sexual perdió su puesto.
Della Cha es un funcionario de máxima confianza de la secretaria, Luciana Ortiz Luna, en cuya estructura hay áreas clave vinculadas con la protección y prevención de la violencia de género como son la Línea 148 y el dispositivo de atención a varones que ejercen violencia (DAV).
Las denunciantes, además de hacer una presentación judicial, y obtener la restricción de acercamiento por 90 días, solicitaron el inicio de un sumario administrativo y mantuvieron una reunión con el ministro de Seguridad, Matías Nicolini, del cual depende Ortiz Luna.
Se encuentran con licencia psicológica, a la espera de ser reubicadas y han recibido el acompañamiento del Centro de Atención a la Víctima del Delito.
¿Qué otros episodios se conocieron durante esta gestión? En marzo pasado la ministra de Educación, Soledad Martínez, confirmó la renuncia de Gabriel Reyes acusado de maltrato. En julio el Instituto de Seguridad Social de Neuquén comunicó la separación del cargo del secretario general, Víctor Marcelo Medina, por violencia de género.
«No va a volver a pasar»
Uno de los hechos que involucran a Della Cha ocurrió en plena jornada laboral. «Íbamos a trasladarnos a otro espacio muy reducido, estábamos un poco enojados», contó una de las denunciantes. En esa pequeña oficina trabajarían cuatro personas.
«Él nos empieza a hablar de que va a ser bueno el lugar, que falta poco, que la doctora Luciana tiene un visto bueno con nosotros. En esto me abraza, me pareció raro, pero bueno estaban todos como muy motivados», recordó la empleada. El director dijo:
-Vamos todos a trabajar que hay mucho por hacer.
«Se levantan todos mis compañeros. Cuando me voy a retirar yo, me manotea la cola», afirmó. Ella le corrió la mano y lo insultó. Él prometió: «no va a volver a pasar».
«Me fui y empezó mi calvario», sostuvo la mujer. La relegaban: no le daban tareas, sus compañeros dejaban de hablar automáticamente cuando ella se sumaba a una conversación. «En un momento les digo: «chicos ¿qué pasa?» porque era muy obvio», señaló. Ahí se enteró que era una «orden de arriba».
«Me fueron sacando mi silla, me fueron sacando mi escritorio. Yo iba igual. Estaba aislada, sin labores, y me sentía cada vez peor», manifestó.
«Vas a llegar muy lejos»
La segunda denunciante era «su mano derecha». Ella explicó que él solía hacerle comentarios del tipo: «nunca vi una persona tan linda», «te ves sexy», «la ropa ajustada te queda muy bien». No les «prestó atención». «Decía «es mi jefe», tampoco quería perder el trabajo. Para mí era una persona encantadora: yo lo escuchaba hablar, lo escuchaba cómo se desenvolvía y para mí era un ejemplo», subrayó.
Le repetía «vas a llegar muy lejos» y le demandaba dedicación exclusiva: cualquier día de la semana, las 24 horas, siempre disponible.
El 13 de mayo pasado la empleada fue a una actividad con él que terminó tarde. El funcionario se comprometió a llevarla a su casa, previo pasar por la suya. Ella no quería porque estaba demorada, él insistió. Se bajó y dentro se produjo una situación abusiva. «Le dije varias veces no», enfatizó.
A los pocos días, Della Cha le ofreció un ascenso. Cuando la denunciante se reunió con él para informarle que no aceptaría ese cargo también pudo decirle que se había comportado mal con ella. Le respondió que no la obligó a entrar a la casa y que era una persona adulta. En su descargo asegura que la trabajadora actuó de esa manera porque estaba despechada.
«Me sentía responsable: por haberme bajado, por haber entrado, por no haberme ido, me sentía culpable», expresó la mujer. Mencionó que en este proceso nunca se resguardó la confidencialidad: el documento con su relato circulaba por Whatsapp.
En la denuncia administrativa que ambas presentaron, y de la que aún no fueron notificadas de cómo va el trámite, plantearon que el acoso sexual en el trabajo «es cualquier conducta sexual intencionada en la relación laboral, que influya en las posibilidades de empleo, la permanencia, el desempeño y las condiciones o el ambiente de trabajo, y que despierte desagrado o rechazo en la víctima. Implica chantaje, amenaza o presión, y se manifiesta en forma directa o indirecta en actos que fluctúan entre comportamientos muy sutiles y la agresión sexual».
«Pese a que el asedio sexual constituye un hecho negativo, muchas mujeres lo soportan o aceptan en silencio, con vergüenza, confusión, angustia, temor al daño que puede sufrir su reputación o a las represalias, y sentimiento de culpa ante un medio social que suele culparlas basándose en el estereotipo y el mito de la «mujer tentadora», agregaron.
Según fuentes oficiales consultadas por Diario RIO NEGRO, Della Cha está de licencia. Interviene la Oficina de Violencia Laboral, cuestionada por la Colectiva Feminista La Revuelta por ser una agencia que carece de independencia funcional, ya que reporta al ministerio de Hacienda.
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