La PIAP se debate entre ser un cementerio de chatarra o un polo petroquímico en Neuquén

La planta de agua pesada de Arroyito está paralizada desde 2017, se quedó sin personal técnico y depende de subsidios de la Nación para su mantenimiento. La inversión millonaria se desluce ahora por el cambio de tecnología nuclear. La PIAP fue licitada en 1980 y se la e adjudicó a la empresa Sulzer Brothers y doce años más tardes se la pudo poner en marcha por un acuerdo político.

Costó millones de dólares y se la planificó con un fin estratégico de no depender de insumos para la generación de energía nuclear. Se trata de una megaestructura para la producción de agua pesada que se usa en la refrigeración de reactores nucleares que para algunos cumplió su ciclo, para otros hay que ponerla en funcionamiento otra vez para abastecer a una central que aún no se construyó.

La Planta Industrial de Agua Pesada de Arroyito superó la disputa ideológica que tranquiliza ánimos y decisiones. El anterior gobierno provincial cifró esperanzas en elaborar un proyecto que pudiera focalizar ventajas para ofrecerla a privados, mientras que la Comisión Nacional de Energía Atómica, CNEA, dueña del complejo, aportó dinero para su mantenimiento y pagar sueldos de un grupo de trabajadores residuales.

La nueva gestión de Rolando Figueroa prevé definir junto al Gobierno Nacional el futuro del complejo que se debate entre convertirse en un cementerio de chatarra (ya pasaron siete años de su paralización) o reconvertirla, acción que depende de variables que no están al alcance de los escritorios provinciales.

El ministro de Infraestructura de Neuquén, Rubén Etcheverry, fue consultado sobre si es económicamente sustentable volver a producir agua pesada en la PIAP, e indicó que, previamente, se debe establecer si existe demanda real y futura del producto. Indicó que la producción de agua pesada, como la producción de cualquier otro producto, “puede resultar económicamente sostenible si se mantiene la demanda y el costo de producción permite ingresar en un mercado competitivo”.

Afirmó que la producción de urea es un proyecto realizable anexo a PIAP, pero que “no debe circunscribirse solo a la producción de ese producto” sino que se debería “proyectar un polo petroquímico a base de amoniaco, sumando la producción de metanol de Plaza Huincul para producir productos más complejos y con mayor valor agregado”. Se le preguntó sobre la lejanía de centros de consumo de fertilizantes podría ser un problema y Etcheverry comparó lo que ocurre con Vaca Muerta, que debe trasladar arenas desde sitios lejanos. “La localización cercana a la fuente de materias primas o de los puertos o centros de consumos tienen sus pro y contras. Se deben analizar objetiva y cuantitativamente”, recomendó.

En ese punto, planteó que la disponibilidad de gas en Neuquén y las restricciones de transporte, sumado a la cercanía de la planta de metanol en Neuquén, “hacen que este proyecto pueda resultar atractivo para inversores”.

P: ¿ Por la política nacional de retiro del Estado, hay interés provincial en un esquema de convocatoria a privados para su reactivación de productos alternativos con alguna ventaja para suplantar la lejanía del consumo?

R: Esta gestión está comprometida en impulsar un rol relevante para darle un futuro de producción a la PIAP, porque tiene un objetivo muy claro, que es pensar en la oportunidad de inversión que permita monetizar la oferta de gas natural no convencional de Vaca Muerta; y un ahorro de costos de capital en la Planta Industrial de Agua Pesada (integrando las plantas de síntesis de amoníaco existentes en la PIAP) es muy significativa, en relación con los costos operativos y de logística.

Desde 2017 la PIAP está paralizada. En su apogeo supo consumir la misma cantidad de energía de toda la ciudad de Neuquén. Fue inaugurada en 1993 y su capacidad de producción era de 200 toneladas de agua pesada por año.

Empleo

120
es la plantilla de personal que tiene la PIAP según el gremio ATE cuando se firmó el acuerdo de reactivación de la planta en el primer trimestre de este año entre el exministro Sergio Massa y la Comisión de Energía Atómica.

Según la CNEA, si bien el agua pesada es uno de los insumos principales en las centrales nucleares que utilizan como combustible el uranio natural que está en retirada, se puso dinero en su reactivación bajo el concepto de que la provisión de clientes extranjeros que utilizan el agua pesada como insumo para electrónica y usos médicos.

En mayo de este año se firmó un acuerdo para transferir unos $4.067 millones con el paraguas de que se podía reactivar una industria que exporte. El exministro de Economía, Sergio Massa, se sacó la foto con ese objetivo y alumbró los sueños de un grupo de empleados de que se reactive para lo que fue construida. Según se indicó, el dinero de Economía hacia la empresa ENSI, una sociedad entre la CNEA y la provincia de Neuquén, no llegó en su totalidad. La inflación, situación económica y las circunstancias políticas se encargaron de darle un abrupto final.

Se pensó en ponerla en marcha en 25 meses para producir agua pesada para las centrales en funcionamiento, en principio.


Mantenimiento y definiciones


El programa de mantenimiento que se acordó con CNEA para el presente se encuentra cumplido, resta establecer con CNEA cuál será el alcance para el 2024 y años posteriores.

El gobierno neuquino informó que programa un encuentro con el gobierno nacional para obtener certezas sobre el tema y avanzar en algún tipo de decisión.

La opción es un plan de inversión que la asocie con Vaca Muerta, donde Neuquén tiene trayectoria y conocimiento adquirido.


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