La ruta entre Bariloche y El Bolsón está destrozada y ya es un serio peligro

La ruta nacional 40 tiene un deterioro tal que se rompen de manera cotidiana autos y camiones de los que se atreven a transitarla.

Nadie que haya recorrido la ruta nacional 40 entre Bariloche y El Bolsón pondrá en discusión que es uno de los tramos que garantizan paisajes más impactantes en todo el país, pero transitarlo hoy impide disfrutar de esa riqueza escénica porque el pavimento está en pésimo estado.

Los desgranamientos, ondulaciones y pozos de todo tamaño abruman por su cantidad y en algunos puntos obligan a bajar a la banquina, porque abarcan todo el ancho de la calzada.

La veranada del lago Guillelmo, antes de llegar al Cañadón de la Mosca (en el sentido norte/sur), el sector de Pampa del Toro y algunas curvas entre el puente de Río Villegas y el paraje El Foyel son los sitios más destruidos.

Un relevamiento realizado ayer por este diario permitió comprobar que aquellos que denuncian la situación en las redes sociales e inundaron de quejas el distrito Río Negro de Vialidad Nacional no exageran para nada.

Aventurarse en ese segmento de la 40 es un desafío de alto riesgo. Solo en la mañana de ayer al menos dos vehículos sufrieron roturas importantes y sus dueños no eran novatos. Ambos admitieron que transitan por el lugar con cierta frecuencia y conocían el terreno, pero aun así no pudieron evitar el mal trago.

Martín Giampetri viajaba desde El Bolsón hacia el norte al mando de una camioneta con un trailer para el transporte de caballos. Dijo haber roto “un neumático y la llanta” antes de llegar a El Foyel, tuvo que parar en esa localidad para reparar el daño. “Por suerte conseguí que me la suelden, para salir del paso”, aseguró.

Giampetri es de Chacabuco (Buenos Aires) y viaja a la zona “todos los meses”. Sabe que la ruta está “reventada” y trata de andar con cuidado “pero a veces no hay por dónde pasar”. Algunos pozos tienen hasta 30 centímetros de profundidad y tomados en velocidad pueden provocar accidentes de consecuencia grave.

Según el hombre, “hay partes del pavimento que casi desaparecieron. ¿Los motivos? Puede ser el clima, mucho tránsito. Pero acá hay falta de mantenimiento, no se explica de otra forma”.

Además de un importante uso turístico la ruta tiene mucho transporte de carga, tanto argentino como chileno. El peso de los grandes camiones, cuando circulan con cadenas por el hielo, es uno de los factores que contribuyen a agravar las roturas, según dijo Cirio Montes, residente en El Bolsón, que conoce cada curva y hasta ahora logró salir indemne de las travesías que cumple periódicamente hasta Bariloche. “Está muy gastada, así ya no da más, los pozos son enormes -afirmó-. Si los agarrás a 100 por hora, puede pasar cualquiera”.

Instantes después de que el viajero bonaerense retomó su itinerario rumbo al norte, llegó al puesto de Río Villegas un vehículo de auxilio que cargaba a bordo una camioneta doble tracción de último modelo. Su propietario Lucas Cárdenas, de El Hoyo, contó apenado que un par de horas antes había tropezado con un enorme pozo en Pampa del Toro y el impacto seco fue demasiado para el poderoso vehículo. “Se apagó todo y no anduvo más, no hubo forma. La saqué hace pocos días así que la llevo otra vez a la concesionaria, que la vean ellos”, refirió.

Cárdenas viajaba con su familia hacia Córdoba, pero la mala pasada que le jugó la ruta 40 le truncó los planes.


Casos repetidos


Marcela Ceballos es docente, vive en El Bolsón y viaja seguido por la 40 porque trabaja en una escuela de El Manso. Dijo que trata de manejar con máximo cuidado y hasta ahora no sufrió contratiempos, pero el mal estado de la ruta es tema excluyente para todos. Un compañero suyo, profesor de inglés, “rompió llanta y neumático y se tuvo que volver” y dos chicas que concurren a la secundaria “tuvieron un choque hace poco”, provocado por uno de los incontables baches.

Para Ceballos el estado de la ruta “es un delirio”. Refirió que la gente que vive del turismo en El Bolsón está furiosa porque los visitantes “no llegan” en el número esperado, advertidos de las dificultades que impone la ruta.

Raúl Brigues, dueño del parador y restorán “El viejo almacén”, del paraje El Foyel, reconoció que este invierno su comercio trabajó menos y confirmó que también los prestadores turísticos de El Bolsón sintieron el impacto, porque el mal estado de la ruta desalentó a muchos viajeros, especialmente a los que van desde Bariloche “por el día”.


Un serio perjuicio turístico


Brigues aseguró que fueron factores determinantes el “boca en boca” sobre las pesadillas que podría depararles la sucesión interminable de pozos, sumado a que “los hoteleros y agencias de Bariloche también desaconsejaron” la visita a El Bolsón.

Brigues tiene un restaurante en El Foyel (Foto: Chino Leiva)

El presidente de la Cámara de Comercio de El Bolsón, Lucas Sebrié, dijo no tener datos para afirmar lo mismo, pero reconoció que la localidad sureña “esperaba una temporada mejor y no la tuvo”.

Mientras Bariloche sale de un invierno con niveles de ocupación que alcanzó picos del 95%, El Bolsón fluctuó en torno del 55%, con un techo del 70%.

Sebrié dijo que asegurar la transitabilidad de la ruta 40 es una preocupación de primer orden en El Bolsón. Destacó las acciones que inició el intendente Bruno Pogliano para logra reparaciones inmediatas y dijo que varias entidades y empresas turísticas enviaron notas a Vialidad Nacional. Sebrié dijo que está comprometida por ese organismo una obra de mejoramiento a partir de septiembre, que incluiría un reasfaltado de 30 kilómetros y un bacheo general.

Según recordó Raúl Brigues, el pavimento original de la ruta tiene 28 años. Consciente de que la vida útil estaba en su límite Vialidad inició un plan de repavimentación “que llegó desde Bariloche hasta Mascardi y allí se cortó. Desde 2016 no avanzaron un kilómetro más”.

Dijo que hubo algunos “encarpetados” parciales para resolver los mayores deterioros, pero nada alcanza. Para Brigues, el viajero lo nota al instante: “hasta Mascardi parece Suiza y de Mascardi en adelante es Europa del Este”.

Brigues sostuvo que “con un invierno como éstos, con 14 ó 15 grados bajo cero, el asfalto se rompe por el hielo y el peso de los camiones lo termina de reventar. En algunos tramos no hay por dónde pasar”.


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