Ponernos en lugar de otro

La carta destacada

Hoy regresé a casa y, como lo hacía todos los días, no pasé por el kiosco a comprarles las golosinas a mis hijos, sólo volví masticando bronca, odio, y preguntándome qué hice mal, ¡como si tuviese la culpa de algo! Fueron las cuadras más largas de mi vida. Llegué a la vivienda que aún pago, y por la que juntaba y ahorraba para ese crédito que tan oportuno creímos que era. Respiré profundo, intenté calmarme y entré a mi casa, mi refugio, y la vi a ella, que vino a mi encuentro para abrazarme como lo hace todos los días a mi regreso. No alcanzó a llegar a mí que la abracé muy fuerte y me largué a llorar. Me abrazó muy fuerte y me preguntó: “¿Qué te pasó?”. Y al oído le conté: “Me echaron del trabajo”. Se quedó dura. Me abrazó fuerte y lloramos.

Mis horas, la dedicación, quedarme fuera de horario… nada sirvió, sólo llegó una orden de arriba y nos echaron a todos, perdimos el trabajo.

Mis hijos nos vieron llorando y preguntaron: “Mamá, ¿qué pasa?”. Sólo los abracé y me animé a decirles que cambiaría de trabajo, que buscaría algo que me haga más feliz… pero, claro, yo soy su héroe y no podían verme llorar, así que los abracé y nos pusimos a jugar.

Esto es porque no dejo de pensar en la gente que pierde su trabajo por el ajuste. Es una triste historia tan real que puede ser tuya, mía o de los de muchos vecinos que la están pasando. Nadie les cuenta algo que los convenza, nadie da la cara. Nos quejamos, nos duele, pero ocurre. Sólo eso…

Lo escribo para pensar que podemos ponernos en el lugar del otro, tal vez nos ayude a entender que no sólo es el trabajo, es la dignidad, el orgullo. Compartiéndolo y poniéndonos en el lugar del otro podremos salir de todo esto y mejorar como sociedad.

Sergio Herrero

DNI 17.490.614

Sergio Herrero

DNI 17.490.614