Preocupa en la Región Sur el cierre de una mina

Los trabajos de remediación ambiental tras el cierre de la explotación plantearon más dudas que certezas y los ganaderos creen que el agua de ríos y arroyos puede ser altamente venenosa.

INGENIERO JACOBACCI (AJ) – Además de las grandes pérdidas económicas por la mortandad de animales y destrucción de alambrados por las inundaciones de octubre, los ganaderos de la Región Sur temen sufrir otro flagelo: la contaminación de los arroyos y ríos de la zona tras el cierre de Mina Angela.

Si bien, por el momento, esto fue descartado por el Departamento Provincial de Aguas, los trabajos de cierre y remediación del yacimiento, realizados hace pocos meses no conformaron a muchos habitantes y conocedores de la zona. Los rumores sobre la existencia de unas 25 toneladas de cianuro que habrían sido enterradas en las cercanías de la mina junto al 1.500.000 toneladas de residuos -en su mayoría tóxicos- pusieron en estado de alerta a los ganaderos. Temen que la nieve y la lluvia que se registra en esa zona cada año pueda arrastrar parte de esos desechos hacia los arroyos contaminando los cauces. La aparición de peces muertos en la laguna Carrilaufquen, lugar donde desaguan los arroyos que bajan de la zona donde se ubica la mina, fue el detonante para que los lugareños se movilicen.Si bien esto obedeció a la falta de oxígeno en el agua, el temor se instaló y amenaza con quedarse por mucho tiempo. Al menos hasta que los organismos competentes no brinden respuestas claras y concretas que descarten para siempre una posible contaminación ambiental.

Mina Angela es una mina polimetálica (oro-plata-cobre-plomo-zinc), ubicada en el departamento de Gastre, Chubut, cerca del límite con Río Negro a unos 116 kilómetros al sur de Jacobacci. Estuvo en actividad durante el período 1978-1992 y fue explotada por la empresa Cerro Castillo S.A.Hace unos meses las empresas Knight Piésold de Gran Bretaña y Micon de Canadá realizaron los trabajos de cierre y remediación de dicho yacimiento.

A pesar de que los trabajos fueron aprobados por la Dirección de Minas y Geología de Chubut entre otros organismos, los resultados no dejaron satisfechos a los habitantes de la Región Sur. La gran cantidad de residuos que quedaron en el lugar luego del cierre motivaron a los habitantes a realizar presentaciones ante distintos organismos exigiendo respuestas claras sobre el tema. Entre otros, el legislador justicialista José Luis Zgaib solicitó al Defensor del Pueblo, Juan Kugler y al DPA un análisis profundo sobre el impacto ambiental que pudiera causar el cierre de la mina y el confinamiento de los residuos. El Ente de Desarrollo de la Región Sur realizó un informe sobre la base del estudio de impacto ambiental realizado por las empresas que se encargaron del cierre y remediación. Este informe dejó dudas sobre el trabajo realizado. El presidente del Ente, Rodolfo Lauriente, sostuvo que «hay preocupación» por la presencia de los residuos y por esa razón se le pidió al DPA un informe profundo. Mañana, técnicos del DPA brindarán a las autoridades del Ente detalles sobre los análisis realizados en la zona, resultados que fueron adelantados a este medio.

Teniendo en cuenta las características hidrográficas e hidrológicas de área, la mina se encuentra situada en la divisoria de aguas del sistema del río Maquinchao, en la confluencia del arroyo Las Minas con el Clara Natividad. Este último desagua en el arroyo Zárate que posteriormente se reúne con el río Caliente Grande, tributario del Maquinchao. En los primeros días octubre la gran crecida del arroyo Maquinchao causó la muerte de miles de animales. Además de las provocadas por la inundación, los ganaderos vincularon la muerte de muchos animales a una posible contaminación de los arroyos provocada por el arrastre de minerales de la mina.

Coincidentemente aparecieron muertos pejerreyes patagónicos en la laguna Carrilaufquen, donde desemboca el arroyo Maquinchao. Consultados, acuicultores descartaron que la muerte de los peces haya sido por contaminación del agua . Fuentes vinculadas la Subdirección de Pesca Continental señalaron que la mortandad de peces «tiene que ver con el desarrollo de un alga. En esa laguna hay pejerreyes patagónicos y truchas arco iris y sólo se murieron los primeros. Este es un fenómeno que ya se dio en agosto de 1993 cuando la laguna creció en forma desmesurada» puntualizaron las fuentes.

Misterioso fin del proyecto

El cierre y remediación de Mina Angela se transformó en un gran misterio para quienes la conocieron en plena actividad y sabían del potencial que guardaba el yacimiento. Algunos interrogantes han quedado sin respuesta. Según informaron a «Río Negro» fuentes confiables, la mina estuvo en actividad entre 1978 y 1992 lapso durante el cual la propiedad cambió varias veces de dueño. En 1998 una empresa de origen sudafricano la compró en una cifra varias veces millonaria. Sin embargo, lejos de explotarla sólo realizó el desmonte de la maquinaria y de la planta de explotación, trabajo que le demandó cerca de dos años. A principios de 2000 decidió cerrarla definitivamente.

Las mismas fuentes señalaron que Knight Piésold y Micon, compañías que realizaron las tareas de cierre y remediación de la mina, habrían presentado dos presupuestos por el trabajo. Uno que superaría los 12.000.000 y que incluiría el traslado de los residuos a Chile para ser procesados y depositados en aquel país.

El otro sería el que se habría pagado por los trabajos que finalmente se hicieron y rondaría los 3.000.000 de pesos. Esto sería lo que se abonó por depositar los residuos en el lugar que funcionaba como «depósito de relaves», ubicado en las cercanías de la mina y taparlos con tierra, al igual que los ingresos al yacimiento. El cierre de Mina Angela es un enigma para los habitantes de la zona que esperan no padecer ningún perjuicio en los años venideros.

La presencia de los residuos que quedaron enterrados en las inmediaciones del yacimiento es una preocupación que estará latente. (J. A. M.)

Sólo ruinas de lo que fue una pequeña villa

Durante el tiempo que estuvo en actividad, en las cercanías de Mina Angela se fue levantando un pequeño pueblo. Casas, galpones, un gimnasio y canchas de paddle, entre otras dependencias y algunos árboles y pinos llegaron a constituir una villa que habitaban más de 500 personas. Hoy, luego del cierre del yacimiento, el paisaje es otro. A tres kilómetros al norte de la mina y a orillas del arroyo El Caliente, quedó arrumbada una casa hecha con chapas y una casilla rodante. Allí funcionaba la cisterna desde donde se bombeaba el agua para la mina y el pueblo, por medio de un acueducto. De allí en adelante y a medida que el camino se acerca a la desaparecida villa, el terreno va cambiando su tonalidad. El marrón grisáceo propio del suelo de la zona vira a un verde-azulado que por momentos se torna gris oscuro y contrasta con el dorado brillante de algunas piedras. Según señalan los lugareños «el cambio del color de la tierra tiene que ver con el material que se extraía de la mina y el proceso que se les aplicaba en el relave». Precisamente allí donde funcionaba el depósito de relaves (una gran laguna artificial) fue cubierto con grandes montañas de tierra y pedregullo de varios metros de altura.

Del caserío sólo quedan pequeños trozos de mampostería semienterrados. Lo mismo ocurre con los postes de lo que fue un tendido eléctrico y el acueducto con sus válvulas de retención. Pedazos de cables, mangueras de plástico, vidrios, pilas, alambres y algunos hierros retorcido forman parte del paisaje. Mientras los árboles y pinos se encuentran en un avanzado estado de sequía como consecuencia de la falta de agua, las vertientes naturales que fueron tapadas por las topadoras tratan de abrirse camino nuevamente hacia la superficie formando pequeños espejos de agua que pueden observarse en distintos lugares de los cerros. Todo cambió en estos últimos años en Mina Angela. Lo que alguna vez fue un pueblo hoy se convirtió en ruinas y sólo se conserva en aceptable estado el camino que conduce hasta la desaparecida mina

El agua «es apta»

«El agua de los arroyos que nacen o cruzan por las cercanías de Mina Angela es apta para el consumo humano y animal». Así lo adelantaron a «Río Negro» técnicos del Departamento Provincial de Aguas, quienes mañana presentarán un informe al respecto en el Ente para el Desarrollo de la Región Sur.

Según informó el licenciado Gustavo Olivares del DPA, los análisis realizados a las muestras de agua tomadas en los arroyos Clara Natividad, Zárate, Caliente Grande, Pilcaniyeu y Maquinchao para constatar la concentración de metales arrojaron un resultado que se encuadra en los niveles guías establecidos en la Ley 24585 de Protección Ambiental para la Actividad Minera. «Las concentraciones de metales se encuentran muy por debajo de los límites tanto para bebida humana como para el ganado» sostuvo.

Según se desprende de los análisis, se constató la presencia de mercurio, cobre, cadmio, plomo, zinc y arsénico en el agua, aunque en proporciones que se ubican muy por debajo de los límites mínimos permitidos para el consumo humano. No se comprobó la presencia de cianuro. (J. A. M.)

José Antonio Mellado


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