Primavera

Columna semanal

Redacción

Por Redacción

palimpsestos

La columna sobre jardines la semana anterior suscitó los más variados comentarios, el más abundante fue sin dudas “te atacó la primavera”; y debo confesar que intuyo lo que se quiere decir con esta frase aunque no siempre puedo precisar su contenido. Es posible que aluda a un estado hiperestésico, asociado en muchos casos al sentimiento amoroso. Sí, la primavera se asocia al amor y a la alegría. Estas asociaciones estaban ya en los mitos griegos pero su contenido era más complejo y más profundo.

Cuenta Robert Graves en su ya célebre texto “Los mitos griegos”, que hubo un tiempo en el que reinaba la eterna primavera. La hierba siempre era verde y espesa y las flores nunca marchitaban. No existía el invierno, ni la tierra yerma, ni el hambre. La artífice de tanta maravilla era Deméter, la cuarta esposa de Zeus. De este matrimonio nació Core, luego llamada Perséfone. Se trataba de una hermosa joven adorada por su madre que solía acercarse a un campo repleto de flores a jugar.

Un día pasó por allí Hades, el dios de los muertos y se enamoró de la muchacha y la raptó. Su madre al no encontrar a su hija y luego enterarse del rapto, prohibió a los árboles que dieran fruto y a la tierra que creciera la hierba.

El mundo se volvió un páramo y Deméter abandonó el Olimpo. Ante este desastre, Zeus se vio obligado a intervenir pero no pudo devolverle la hija a su madre. Es que Perséfone ya había probado comida del mundo de los muertos y por eso le era imposible abandonar las profundidades y regresar a la tierra. Sin embargo, se pudo llegar a un acuerdo: una parte del año Perséfone lo pasaría en el mundo subterráneo y, la otra parte, con su madre. Así se renueva anualmente el ciclo de las estaciones y así explicaban los griegos la sucesión de ellas: el invierno es triste y oscuro como el corazón de Deméter al estar separada de su hija. Cuando ella vuelve a la Madre Tierra, esta muestra su alegría haciendo reverdecer los árboles, las plantas y la hierba, comienza la primavera.

Mientras escribo viene a mi memoria la obra maestra de Botticelli titulada “La primavera”, una compleja alegoría mítico-filosófica en la que está presente el amor y la transformación. En ese cuadro está la deidad romana Flora, diosa de los jardines, de las flores y de la primavera. Regalaba miel y semillas a los hombres.

La Floralia era una fiesta importante en honor ella, se celebraba entre el 28 de abril y el 3 de mayo, había bailes, bebidas y flores; esta celebración simbolizaba la renovación del ciclo de la naturaleza. Se le pedía la protección para las cosechas y se le realizaban sacrificios de ovejas en su honor. Fue Ovidio quien reelaboró el mito y le confirió algunos atributos semejantes a la historia de Perséfone.

Los ciclos de la naturaleza, sobre todo aquellos que indican una renovación, fueron siempre ritualizados en diferentes fiestas o ceremonias por los pueblos antiguos. En Egipto la unión de los dioses Isis y Osiris significaba la renovación de la naturaleza y este matrimonio se celebraba entre abril y mayo, época de primavera; también es la época en que el Nilo desbordaba trayendo nueva vida a los campos.

Y te dejo para el final un poema sobre la primavera de Meng Haoran, escrito hace más de mil años durante la dinastía Tang en China:

Me despierto antes del amanecer

en un mundo lleno

de cantos de pájaros.

Una noche de tormenta,

viento y lluvia recuerdo

de diez mil flores.

Me pregunto cuántas pueden haber

caído.

Néstor Tkaczek

ntkaczek@hotmail.com


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