Puentes y escaleras: obras que dan seguridad y conectividad en Bariloche

Puentes y escaleras: obras que dan seguridad y conectividad en Bariloche

Con una geografía desafiante, la ciudad cordillerana está resolviendo al fin una falta seria de infraestructura de conexión, tanto vial como peatonal. El abanico de magnitud es amplio: desde el vistoso nuevo puente doble carril del río Ñireco hasta escaleras urbanas que ayudan a superar desniveles entre barrios. Creatividad para financiar obras necesarias

A veces la realidad presenta simbolismos interesantes: que una ciudad necesite puentes y escaleras puede tener tanto un sentido literal como metafórico. En el caso de San Carlos de Bariloche, en paralelo a un fuerte impulso de políticas públicas de “puentes” comunitarios y “escaleras” de crecimiento productivo, el Municipio debió ser más literal que nunca: la ciudad requería de obras públicas concretas que resolvieran el problema estructural de la falta de conectividad a pequeña y gran escala.

Bariloche, anclada a los pies de la cordillera de los Andes y atravesada por cerros, ríos y bardas, fue creciendo demográficamente a un nivel explosivo en las últimas décadas, y la infraestructura quedó rápidamente obsoleta. Puentes que de repente multiplicaron su carga vehicular por 10, barrios que surgían en sitios no planificados y cuyos vecinos debían dar grandes rodeos para sortear obstáculos y desniveles con el sencillo objetivo de llegar a la parada del colectivo.

Al asumir en su primer mandato en diciembre 2015, el intendente Gustavo Gennuso (que ahora está transitando su segunda gestión) realizó un diagnóstico de la infraestructura vial y peatonal. Y si bien los desafíos más urgentes (y más esperados por los votantes) tenían que ver con la pavimentación y en esa dirección hubo una inversión muy importante, quizás más silenciosamente se encaró un arduo trabajo de planificación y ejecución de una serie de obras menos mediáticas pero igual de necesarias.

Agua bajo el puente

La que mayores recursos demandó fue, inevitablemente, una obra largamente pendiente en una zona muy poco transitada por los turistas: el nuevo puente vial sobre el río Ñireco. Con una inversión de 35 millones de pesos, que Gennuso financió a través del Plan Castello del gobierno de Río Negro, el puente da al fin una conexión alternativa de magnitud en la zona Este de la ciudad, en donde los atascos de tránsito suelen ser un problema. Inaugurado en 2020, el nuevo puente cuenta con una estructura de hormigón y es de doble circulación vehicular, con carril peatonal y de bicicletas. Además, como buscaba resolver una problemática de conectividad vial, el plan de obra incluyó la repavimentación de las calles aledañas al puente y la readecuación de los pluviales de la zona. El antiguo puente de una sola vía que existía en el área fue reparado y mantenido, dando más opciones a los conductores.

El Municipio también fue rápido para gestionar un nuevo puente peatonal en la desembocadura que ese mismo río tiene sobre el lago Nahuel Huapi: en el marco de la obra del nuevo Colector Costanero (que ejecutan la provincia y la Nación a través del ENOHSA) que incluía obras de intervención urbana, Gennuso solicitó un nuevo puente peatonal, que quedó operativo en el invierno de 2021 y brinda conectividad a los vecinos de los barrios de la zona.

Otro de los puentes pendientes en Bariloche estaba ubicado en el Oeste, más precisamente en Villa Los Coihues, el arbolado barrio lindero con el famoso lago Gutiérrez. Allí, hace más de 20 años con una crecida del arroyo Gutiérrez se había derrumbado el puente existente y su reconstrucción había quedado abandonada gestión tras gestión. Aprovechando una ampliación del mismo Plan Castello, Gennuso y su equipo técnico proyectaron el nuevo puente, que no sólo brinda un segundo acceso a este poblado barrio sino que descomprime la exigencia que tenía el puente Centenario, el más tradicional acceso a la costa del Lago Gutiérrez, que soportaba el tránsito concentrado de residentes, turistas y transporte público.

Además, la acción tuvo su cuota de arqueología: allí se encontraba semienterrada la estructura metálica del puente derrumbado. Gennuso contrató a una cooperativa de trabajadores metalúrgicos surgida del programa Argentina Trabaja (Cootramet, quien luego se volvería un actor importante en otras obras de infraestructura en Bariloche), quienes se encargaron de restaurar la vieja estructura del históricamente denominado Puente Negro luego de ser desenterrada, en un proceso que incluyó su limpieza, repintado y colocación de refuerzos metálicos.

En su momento -la ejecución se llevó adelante en 2019- la obra demandó 400 mil pesos, pero fue clave en la modificación de la dinámica vial de la zona. Al igual que con el puente del Ñireco, se sumó la pavimentación del acceso desde la ruta provincial 82, iluminación y cartelería que brindaron seguridad integral al área.

La Municipalidad de Bariloche también se encarga de reparar periódicamente otros puentes de la ciudad, como el mencionado puente Centenario -principal acceso al Lago Gutiérrez- y el puente de Colonia Suiza, que cruza el arroyo Goye en uno de sus ingresos (y que ahora seguramente será menos transitado gracias a la obra de pavimentación del otro acceso a este atractivo turístico, que el Municipio está terminando de ejecutar actualmente a través del Plan Argentina Hace II).

Peldaño por peldaño

Quien verdaderamente conozca Bariloche sabe que los barrios del Sur presentan muchos desafíos: muchos han surgido con poca o nula planificación, en sitios con obstáculos geográficos difíciles de sortear. No es casual que no hayan sido el foco de ningún boom inmobiliario de elite. No obstante, justamente por eso han brindado la posibilidad del surgimiento de barrios populares que hoy crecen con el esfuerzo de los propios vecinos para mejorar sus espacios y con el acompañamiento de un Municipio que ha volcado gran parte de sus recursos a dar infraestructura a la Pampa de Huenuleo, el llamado Alto de Bariloche.

Otra vez, las obras más urgentes y de magnitud requirieron de importantes inversiones gestionadas por la Municipalidad a través de programas nacionales de financiamiento: gas natural, pluviales, electricidad, cloacas. Y de nuevo, en un camino silencioso pero constante, el intendente Gennuso vio la posibilidad de mejorar la conectividad cotidiana con obras de menor envergadura pero que hacían la diferencia: las escaleras urbanas.

Muchos de estos barrios se encuentran junto a bardas naturales, que los separan de las rutas del transporte urbano, las arterias más transitadas y los centros comerciales. En 2019, las dos primeras escaleras metálicas brindaron a los barrios El Maitén y Cooperativa 258 accesos peatonales a la Av. Juan Marcos Herman, la principal ruta que atraviesa la Pampa de Huenuleo. Las bases de hormigón fueron construidas por personal municipal, y las estructuras de metal (elegidas pensando en su durabilidad frente los arduos inviernos patagónicos) estuvieron a cargo de la Cooperativa Cootramet. Esa misma cooperativa metalúrgica que había desenterrado y restaurado el abandonado Puente Negro. A través de su propia Dirección de Trabajo, el Municipio y Cootramet se encargaron de capacitar a través de becas a los propios jóvenes de los barrios que, supervisados por la cooperativa, ejecutaron la obra con maestría y se llevaron de paso un oficio a casa. A las escaleras urbanas se les sumó además iluminación y parquización con especies autóctonas.

La experiencia fue tan exitosa, tanto desde el punto de vista de la mejora estructural de conectividad como de formación e inserción laboral de jóvenes, que el Municipio inició un tercer proyecto de escalera, esta vez en el barrio Omega en su unión con el barrio Nahuel Hue, y está por iniciar la construcción de una cuarta escalera en el barrio El Frutillar, el más poblado de la zona Sur. Nuevamente, en ambos proyectos son protagonistas los jóvenes becarios del programa de inserción PIC (Proyectos de Iniciativa Comunitaria) del PROMEBA, con la capacitación y acompañamiento de Cootramet y el Municipio.


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