Qué nos revela la extensión de esta pandemia, según el sociólogo Christian Ferrer

"La aparición y diseminación de un virus mortífero no es una novedad", apunta el intelectual argentino cuyo aporte siempre es fundamental para analizar el presente y delinear proyecciones.

Entre las voces de pensadores e intelectuales que analizan la aparición y
diseminación del coronavirus como un suceso que puede dejar marcas en la construcción de las sociedades modernas y distinguirse como un fenómeno que comienza a delinear rasgos propios para el siglo XXI, el sociólogo argentino Christian Ferrer tiene la particularidad de no otorgarle «novedad» a la pandemia. Además brinda otras consideraciones que sin duda ya pergenian el mundo post Covid-19.


«La aparición y diseminación de un virus mortífero no es una novedad. Ha habido otros -alguno muy similar- ya en este siglo XXI y fueron habituales en todas las épocas, tanto antiguas como modernas. Los epidemiólogos saben de eso», señaló el titular de la cátedra de Informática y Sociedad de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Christian Ferrer, sociólogo argentino. Fue docente años atrás en la UNCo Roca.


«Lo novedoso, por el momento -agregó-, es el confinamiento obligado de
cientos de millones de personas en sus domicilios, algo que suele ser
habitual en tiempos de guerra prolongada o de guerras civiles, cuando se
impiden los desplazamientos, pero no en épocas de ‘supuesta’ paz. Unas semanas de encierro o de restricción regulada de movimientos es aún poco tiempo como para sacar conclusiones que no sean otra cosa que pronósticos alarmistas o sosegadores que sólo el tiempo confirmará o bien refutará».


Autor de libros como «Baron Biza. El inmoralista» y «La mala suerte de los
animales. Técnica y padecimiento», Ferrer agrega que «sólo si la situación
de confinamiento durara muchos meses, incluso un año, podría llegar a
suscitarse un inédito ‘examen de conciencia’, general».
No obstante, señala que, «si estas restricciones sólo perduraran por
semanas o un par de meses, se volvería a lo ya conocido: la reactivación
del funcionamiento de la maquinaría social -apenas un poco abollada- de la cual todos somos sus peones sacrificables».


– En un artículo que alcanzó repercusión mundial, el filósofo coreano
Byung-Chul Han da a entender que, en el combate de esta epidemia, la
utilización de la big data y la vigilancia digital que pusieron en juego
países como China, Corea del Sur o Japón resultaron más eficaces que los históricos saberes prácticos y académicos de la medicina y la
epidemiología.


Christian Ferrer: Me parece que ese autor está distinguiendo entre dos
culturas políticas y sociales distintas, la de Oriente y la de Occidente.
La vigilancia digital no es algo nuevo y ya estaba bien instalada y en uso
constante en todo el mundo -no sólo en China- antes de la emergencia de
esta epidemia generalizada. Ya en el siglo XIX, cuando se crearon las
primeras oficinas estadísticas en los estados modernos para abastecer a los gobernantes de datos fehacientes acerca de las conductas y creencias de la población -los así llamados «sujetos libres de derecho»-, comenzó a
disponerse de cantidades inmensas de información acerca de los habitantes por medio de censos, encuestas, estadísticas, personal especializado en la tabulación e interpretación de datos, o en entrevistar a sujetos que transgredían las normas aceptadas por las «mayorías».

En todo caso, la actual interconexión de computadoras y teléfonos móviles facilita esa tarea. Sin duda, hubo saltos cualitativos «técnicos» en esta historia moderna de la vigilancia, pero no en sus objetivos. Y conste que la
aparición de los departamentos estatales especializados en la
administración de datos se inició en Occidente, no en Oriente.

En ese mismo artículo, Han hace la siguiente afirmación: «Es soberano quien dispone de datos».


C.F.: ¿No fue siempre así? Los ejércitos en movimiento o los señores de la
guerra siempre necesitaron de información lo más confiable posible antes de intentar un asalto o un sitio a una ciudad o un país. Maquiavelo decía que un «Príncipe» -rey, presidente, primer ministro- que gobernara sobre almas, riquezas y territorios requería de herramientas de dominio para mantener su poder.

Así como en tiempos anteriores la confesión brindaba al personal eclesiástico un saber acerca de los comportamientos debidos o indebidos de sus feligresías, que luego posibilitaba ajustar el contenido de sus sermones o la instalación de reglas de conducta más firmes o más relajadas, así hoy los asesores de los gobernantes recurren a los algoritmos para confirmar o reajustar las políticas públicas centrales para cualquier país, que implican principalmente medir la capacidad productiva de las personas y su grado de obediencia a la ley, a lo que se suman distintas asistencias para los «perdedores» de la lucha por sobrevivir .

Lo novedoso, en nuestros días, es que las personas entregan voluntariamente sus datos y opiniones a gigantescas máquinas llamadas redes «sociales» que casi al instante los ordenan y reenvían a jerarquías institucionales -públicas o privadas- para que hagan uso de ellas. Quizás, eso se consiga porque los usuarios -a los que habría que llamar «emisores obligados de información»- privilegian los beneficios que su acción en las redes proporcionan a sus egos y narcisismos por más que nadie ignore que está siendo vigilado.


T.: ¿Ha revelado el combate al coronavirus cierta ineficiencia y
degradación político-institucional-administrativa de las democracias
occidentales?

C.F.: Lo que quizás revele la extensión de esta epidemia es hasta qué
punto, para los administradores de un sistema social, las personas no somos otra cosa que números estadísticos, bestias de trabajo, cifras
identificatorias que informan acerca de nuestra capacidad de consumo, seres que no saben qué hacer con su angustia y aburrimiento, a menos que se les proporcionen entretenimientos y actividades de rango masivo.

Una mira, la de Ferrer, sin dudas indispensable para pensar el tiempo post Covid-19 que ya estamos todos dibujando.



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