«Quiero que cada pelota sea siempre mía»
Tristeza por la muerte de Edgardo Prátola.
BUENOS AIRES (DyN, por Rodolfo Bernárdez) – Años atrás, el periodista Adrián Paenza le efectuó a Edgardo Prátola una entrevista en televisión. El diálogo apuntaba a las reiteradas expulsiones sufridas por el duro zaguero en su campaña. Era un contrapunto, entre las expresiones de «inocencia» del jugador y el veredicto de»culpabilidad» de las imágenes.
Cada escena «condenaba» a Prátola, porque las tarjetas rojas no parecían producto de una pretendida conjura de los árbitros contra él, sino el correlato de la vehemencia con que iba a cada cruce, a cada salto, a cada mano a mano con el punta rival.
«Lo único que quiero es que cada pelota sea siempre mía», dijo finalmente Prátola, desbordado por la claridad de los videos. Y no mentía, siempre fue así, jugó al límite. Su apellido fue una marca registrada de la aspereza en las canchas, un sinónimo de los que la meten a fondo y también uno de los últimos exponentes de la línea dura de los «Pinchas» de La Plata, que lo adoraban, frente al clásico odio de los de Gimnasia.
En marzo del año pasado, las redacciones periodísticas se conmovieron por un secreto a voces, que traía una de esas revelaciones que tardan pero finalmente salen a la luz, de alguna manera, por los canales habituales de la prensa: «Prátola tenía cáncer, y los médicos le habían garantizado apenas tres meses de vida», susurraba el escueto parte.
Cuando se supo lo suyo, Prátola recogió el apoyo de todos y esas banderas albirrojas con la leyenda «¡Fuerza, Ruso!» contagiaron su mensaje a las remeras de goleadores, que las mostraron por debajo de sus camisetas al momento del festejo eufórico.
Volvió a las canchas, como espectador, cerca de su Estudiantes, con un mensaje pleno de fuerza y esperanza que anunciaba su decisión de entablar lucha, fiel a su estilo, aunque ésta fuera desigual, pérdida de antemano.
Primero fue en conferencias de prensa, muy en general, después en particular, en notas que él aceptaba solamente si venían por los carriles de siempre, los deportivos, lejos del oportunismo y los golpes bajos. En notas no menos recordadas, como la de Pablo Vignola, en el Diario Popular, una lección de equilibrio de entrevistado y entrevistador. Aunque en puntas de pie, entre algodones, fue el breve tiempo de la esperanza. Fue cuando consiguió la unión de los hinchas, aunque desde la visión particular de la tribuna: uno de Gimnasia le dijo en la calle «ponéte bien, que ya no tengo a quién putear».
Varias veces, desde el periodismo de La Plata se dio el alerta, la versión de su muerte, que en noviembre y en enero volvió a circular, amenazante, con cada reaparición de sus desmejoramientos periódicos.
La de ayer fue de verdad. Esta vez sí, murió, trece meses después de aquel marzo del anuncio. Y fue a su manera, peleando cada pelota como si fuera la última, inclusive la última.
Dolor por la desaparición del «Ruso» de Estudiantes
BUENOS AIRES (DyN) – El defensor de Estudiantes de La Plata Edgardo Prátola falleció ayer a la madrugada, a los 32 años, en el Hospital Italiano de esta ciudad, víctima de un cáncer de colon contra el que venía luchando desde hace más de un año.
La información fue confirmada por el presidente de Estudiantes, Guillermo Cicchetti, quien le comunicó la noticia al plantel del equipo platense que se encuentra concentrado en la localidad de City Bell a la espera del partido de anoche ante Independiente.
El estado de salud de Prátola se agravó en los últimos días y ayer por la madrugada falleció en el Hospital Italiano.
Apodado «El Ruso», Prátola fue un jugador recio que se caracterizó más por su garra y espíritu de lucha que por sus condiciones técnicas.
Había nacido en la ciudad de La Plata el 20 de mayo de 1969 y surgido como futbolista en las divisiones inferiores de Estudiantes, club del que era fanático y en el que como profesional jugó 234 partidos y convirtió 7 goles.
A fines de 1996 fue transferido al León de México, donde permaneció hasta 1999, cuando regresó al país para continuar su carrera en Unión.
En 2000 volvió a Estudiantes y el 13 de abril del año pasado confesó públicamente su lucha contra el cáncer, en un dramático testimonio que despertó la sensibilidad y el apoyo de todo el ambiente futbolístico.
Jugó su último partido el 12 de marzo de 2001, cuando «su» Estudiantes le ganó 2-1 un clásico platense a Gimnasia.
Prátola afrontó la enfermedad con gran entereza y, cada vez que le realizaban una nota periodística, aseguraba que su gran ilusión era volver a jugar profesionalmente.
El 26 de marzo de 2001 fue intervenido quirúrgicamente en el Instituto de Medicina Central de La Plata, estuvo una semana internado, perdió diez kilos de peso y luego inició un prolongado tratamiento de quimioterapia.
Una de sus últimas grandes alegrías la vivió el 22 de enero de este año, cuando después de un clásico en el que Estudiantes goleó 3-0 a Gimnasia en Mar del Plata, su compañero Mauricio Piersimone lo llevó en andas por el estadio mundialista «José María Minella» de la ciudad balnearia.
El viernes 19 de este mes, día en que Estudiantes le ganó 3-2 a Vélez como local por la fecha 15 del torneo Clausura, sus compañeros salieron a la cancha con una remera blanca con una leyenda que fue el símbolo de su lucha: «¡Fuerza Ruso!».
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