Revolución latinoamericana, Área 51 y cambio de era

Adrian Balbuena Povedano*


Recientemente, un prestigioso periódico chileno definió con crudeza el origen de su conflicto, describiéndolo como “envidia disfrazada de justicia social”. Pero ¿y si esa afirmación fuese correcta y efectivamente explicase lo que ocurre en el país vecino? La envidia es uno de los pecados más comunes en el ser humano, pero según se dice es el único que ninguno reconoce, por eso seguramente nunca sepamos con certeza si este es el origen del descontento. Pero la causa en este momento pasa a ser un dato anecdótico, lo determinante ahora gira alrededor de si esa “envidia” o sensación de injusticia y abuso, presente en la sociedad chilena, puede ser causa suficiente para iniciar una revolución, o sea, un escenario donde se produzca un cambio de paradigma.

Pero esta elevada dosis de frustración y resentimiento en la gente no se limita a Chile.

Cada vez más ciudadanos de otros países de la región están empezando a manifestar un claro divorcio de la clase política con el pueblo.

En Bolivia, la gente se moviliza debido la falta de transparencia en las elecciones, siendo ni más ni menos que la gota que rebalsó el vaso ante un claro caso de abuso de poder; en Venezuela, el conflicto hoy gira alrededor de las condiciones económicas insostenibles; en Argentina, donde la discusión por la distribución de la riqueza está planteada hace tiempo, recientemente ganó las elecciones la coalición justicialista que prometía terminar con la injusticia social y darle su merecido a los ricos, o a los que más tienen, proponiendo una transferencia de riqueza hacia los que menos tienen.

Estas situaciones no se limitan a Latinoamérica.

También Europa, con los chalecos amarillos originados en Francia, que se movilizaron frente al alza en el precio de los combustibles, la injusticia fiscal y la pérdida del poder adquisitivo. Ni siquiera Estados Unidos, donde la economía no es un problema, está ajeno a movilizaciones. Aunque pasó desapercibido como fenómeno político, hace poco se autoconvocaron en las redes más de un millón de personas para tomar por asalto el mítico centro militar denominado Área 51 donde, se cree, habría tecnología de origen extraterrestre.

El gobierno americano debe haber visto con espanto esta posibilidad, porque estaba frente a un sutil cuestionamiento al poder y, en definitiva, nunca se sabe por dónde puede iniciar el fuego.

Es inevitable preguntarse ¿qué hubiese ocurrido si una gran cantidad de ciudadanos llevaba a cabo tan temeraria acción? ¿El ejército hubiese abierto el fuego contra la gente? ¿Acaso el pueblo no es soberano?

La iniciativa se desarticuló rápidamente, pero dejó expuesto un denominador común con otros movimientos sociales: la gente está comenzando a cuestionar a la autoridad, o dicho de otra manera: están cuestionando el statu quo.

La sociedad global está demandando cosas que no se limitan a cuestiones materiales, sino a algo más profundo, más espiritual.

Los pueblos buscan igualdad de condiciones y lo que estamos palpando, cada vez más notoriamente, es una resistencia a los privilegios.

Tal vez como en 1789, estemos frente a un final de época, y de la misma manera que la revolución francesa marcó el final de la monarquía como forma predominante de gobierno en el mundo occidental, probablemente se esté gestando otro cambio radical, en la relación entre gobernantes y gobernados.

* Economista. Master en finanzas corporativas.


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