Antonio F. Martínez S.A., la empresa frutícola de Allen que no para de crecer y tiene exportadora propia

La frutícola produce unos 10 millones de kilos de fruta por temporada, mucha de la cual exporta a través de su firma propia: Terruño de la Patagonia S.A. Carlos “Hacha” Martínez contó a Río Negro Rural cómo nació el proyecto de la mano de tres hermanos, uno nacido en España y dos nacidos acá, que trabajaron limpiando canales, podando y emparejando tierras hasta que compraron sus primeras hectáreas en el Alto Valle.

Carlos Martínez, productor frutícola de Allen.

A finales de la década del 30, una sociedad conformada por tres hermanos, el mayor llegado de España y los dos menores nacidos en el país, que se dedicaban a limpiar canales, podar y emparejar tierras en la zona del Alto Valle dio el primer paso de lo que hoy es un importante proyecto frutícola en la zona de Allen y ciudades aledañas.

Antonio, Ángel y Falucho Martínez, de ellos se trata, tenían claro que con esfuerzo y dedicación podían llegar a conseguir grandes cosas en estas tierras donde todo estaba por hacerse.

Lo que juntaron con el trabajo que realizaban les permitió comprarse la primera chacra en Guerrico. Esa adquisición sería el puntapié para que tiempo después, a través de una venta de esa chacra, pudieran hacerse de las tierras que eran de Zorrilla en Allen, unas 100 hectáreas que comenzaron a desmontar y a preparar para producir.

Carlos Hacha Martínez, productor frutícola. Fotos: Juan Thomes.


Era una época en que la fruticultura estaba presente en la zona pero no era tan fuerte ya que convivía con viñedos, producción de arvejas, papa, cebolla, entre otros varios productos.

El empeño de los hermanos no paró “hasta que pegaron una cosechita y pudieron traer dos tractores chicos y con eso terminaron de emparejar la chacra que habían comprado”.

Para poder continuar avanzando tuvieron que vender 20 hectáreas ya que no tenían los recursos para afrontar los gastos de preparación y mantenimiento de todo el terreno que poseían.

Tengo 65 años, ya me jubilaré cuando llegue la hora, pero salir de la chacra no, porque Perdería identidad. mi viejo largó pero iba todos los días a la chacra, esto lo llevás en la sangre, es tu vida.

Carlos «Hacha» Martínez, productor frutícola de Allen.

En todo este peregrinar aparece una decisión estratégica de la sociedad, ya que “se empezó a poner peras en todos los cuadros que tenían alfalfa y en los otros cuadros pusieron manzana”, y todo lo que era viñedo se arrancó y también se completó con manzanas.

Luego surgió un pequeño galpón de empaque y con el tiempo un frigorífico y un campo. Pero la sociedad llegó a su fin y aparecieron nuevos actores.

Galpón de empaque con maquinaria de última generación.


“En el año 78 casi como estamos nosotros tres sentados en este momento, se separaron. Uno se quedó con el campo, otro con el frigorífico y Antonio con la chacra y el galpón de empaque, y así se disolvió esa sociedad”, cuenta Carlos “Hacha” Martínez, hijo de este último.

Seguimos produciendo y en un remate compramos un frigorífico que tuvimos que reparar porque tenía el techo caído por un temporal de nieve”, recuerda el productor.

«Nos costó muchos años la reconversión y hoy estamos viendo los resultados».

Carlos «Hacha» Martínez, productor frutícola de Allen.

Avanzado en años, Antonio le permitió a su hijo mayor, Carlos, hacerse cargo de la toma de decisiones y de lo que significaba el nuevo rumbo de la empresa.

El viejo se pone grande y de alguna manera me toca hacerme cargo del circo. Empecé a manejar yo y al viejo le gustó, viajábamos muchísimo, íbamos a todos los mercados cuando empezamos a trabajar la fruta, nos hicimos conocidos y crecimos”, cuenta el mayor de los hermanos Martínez.

Una de las chacras que tiene la empresa en Allen. En total, entre propio y alquilado manejan casi 330 ha


En el medio hubo una fuerte reconversión que recién hoy está dando sus frutos. Dice Carlos: “El reacomodamiento de la fruticultura en aquellos años viene después de una debacle con los viñedos, porque acá en el Valle había más de 200 bodegas y hoy las contás con los dedos de la mano. Vino esa reconversión en la que todos pusieron manzanas, peras, ciruelas, durazno. Pero en aquella época no estaban los varietales que hay hoy y terminamos todos con una Red Delicious tradicional. Después empezaron a salir las Chañares y nos empezamos a reconvertir. Nos costó muchos años la reconversión y hoy estamos viendo los resultados”.

La fruta que salía de la chacra de los Martínez se entregaba a reconocidas firmas exportadoras, pero existía siempre al cierre de cada temporada el inconveniente de los precios de liquidación.

“En una charla con un amigo sobre cómo mejorar los precios de las exportaciones a la hora de las liquidaciones me dijo: ¿vos te querés poner en el lugar nuestro?, ponete una exportadora y no vas a tener que pelear los precios con nosotros. Me mojaron la oreja”, recuerda Martínez. Nació así Terruño de la Patagonia, la exportadora de los Martínez.

“Y bueno, ahí arrancamos, hace 4 años empezamos a exportar. El primer año 7 contenedores, el segundo 30, después 120 y este año estamos casi en 350.000 bultos más o menos”, comenta el productor frutícola.

La firma posee un aserradero propio para la fabricación de bines.


En esta tarea de los mercados externos lo acompañan uno de sus hijos y un sobrino, encargados de abrir mercados para la fruta que producen, que hoy llega a más de diez mercados y “eso también nos dio el impulso para seguir”, reflexiona Martínez.

Desde aquel 78 hasta ahora hemos crecido bastante, hay un galpón de empaque con máquinas de última generación, tenemos aserradero propio, dos frigoríficos y de 80 hectáreas iniciales crecimos a 330 hectáreas en producción”, resumió quien es más conocido por su apodo: el Hacha.


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