Dejaron la fruticultura para producir alfalfa, hoy manejan 140 hectáreas propias y alquiladas y prestan servicio a más de 200 ha de terceros
Al principio fue la producción de fruta, pero cuando este rubro dejó de ser rentable hubo que buscar nuevos horizontes. En 2016 LG Agropecuaria daba sus primeros pasos en la producción de maíz y alfalfa en la zona de Ingeniero Huergo, un proyecto que decantó finalmente en la pastura y que hoy se consolida de la mano de la tecnología.
En el Alto Valle de Río Negro, una zona asociada históricamente a la producción de peras y manzanas, una empresa decidió cambiar su rumbo y apostar por un cultivo que está viviendo una nueva etapa de expansión en el país: la alfalfa.
Desde Ingeniero Huergo y con presencia productiva también en Cervantes, Mainqué y Roca, LG Agropecuaria se consolidó en menos de una década como un actor clave en la elaboración de forraje de calidad y en la prestación de servicios de corte, enfardado, enrollado y tecnología aplicada a la agricultura.
La historia de la empresa se remonta a 2016, cuando los referentes de la misma sintieron que la actividad frutícola que desarrollaban no era lo suficientemente rentable y se sucedían uno tras otro los inconvenientes por todos conocidos a lo largo de cada temporada. “Ese año comenzamos a hacer maíz y alfalfa, principalmente maíz en chacras alquiladas en la zona de Huergo”, dijo José Fellhandler, titular de LG Agropecuaria.
Convivencia de ambos modelos productivos
El rubro frutícola se hacía a nivel personal, no como una empresa, en unas 18 hectáreas también ubicadas en Ingeniero Huergo. “En su momento era una chacra mediana, pero con el tiempo se fue quedando y ya no era rentable”, dice José a Río Negro Rural.
“La fruta que teníamos se terminó de desmontar este año y la alfalfa empezó a funcionar mejor”, aclaró sobre este presente productivo.

Durante un tiempo convivieron ambos modelos pero la ecuación era clara, mientras la fruticultura demandaba inversiones crecientes y devolvía rentabilidades bajas o nulas, la producción de forrajes se mantenía constante, contaba con menor riesgo y un mercado ganadero cada vez más demandante en la Patagonia y el centro del país.
“En la zona no había mucha gente haciendo alfalfa comercial, era todo más para consumo propio. Nosotros desde el inicio fuimos 100% a comercializar”.
José Fellhandler, titular de LG Agropecuaria.
Aquellos primeros pasos se dieron en chacras alquiladas, con superficies reducidas y una fuerte dosis de prueba y error, hasta que en 2020 el proyecto comenzó a crecer y hubo que realizar inversiones en maquinaria, ya con un horizonte mucho más claro.
“Acá no había mucha gente haciendo alfalfa comercial, era todo más para consumo propio. Nosotros desde el inicio fuimos 100% a comercializar”, explica el productor. Ese enfoque, que en su momento resultaba arriesgado, terminó siendo la base del crecimiento.
Una zona privilegiada para el cultivo de alfalfa
Esta zona donde se desempeña LG Agropecuaria posee características extraordinarias para la producción de alfalfa de calidad: clima seco, buena radiación solar, disponibilidad de agua de riego y suelos que permiten una excelente expresión del cultivo.

“Por latitud y clima, esta zona es comparable con la mejor zona de Estados Unidos para producir alfalfa, es de los mejores lugares del mundo”, destaca José, reflejando un dato que había quedado en el olvido, pero que a la vista de los resultados recuperó vigencia plena.
“Acá hay noches que hay viento y no podés cosechar porque no tenés el rocío necesario para enfardar sin perder la hoja, que es donde está la proteína de la alfalfa”.
LG Agropecuaria.
Actualmente el rinde promedio en los lotes de la empresa se ubica en 17 o 18 toneladas de materia seca por hectárea, con picos que superan las 22. Son números muy competitivos, y que podrían crecer incluso más con mejoras tecnológicas y de manejo que LG Agropecuaria tiene muy presentes para lo que viene en materia productiva.
En el cultivo de alfalfa mantener la hoja -que es donde se concentra la proteína- es clave: “Si perdés hoja, perdés calidad y kilos. Con buen manejo podés sumar hasta 2.000 kilos por hectárea por año”, explica el productor.
Ciclo productivo de la alfalfa
La alfalfa se siembra a principios del otoño (marzo/abril) o a inicios de la primavera (agosto/septiembre/octubre). En alrededor de 90 días ya está en condiciones de recibir el primer corte. Desde entonces, el manejo en el campo es intenso.

El período principal de cosecha va desde mediados de octubre hasta mediados de abril, con un corte cada 30 días aproximadamente. Esto implica alrededor de seis cortes anuales, siempre dependiendo del clima, el manejo de riego y las condiciones de humedad del material.
El invierno, en cambio, es una etapa de descanso del lote, la planta entra en reposo y lo único que se realiza son aplicaciones foliares y control de malezas al inicio de primavera, tareas fundamentales para sostener la productividad de la nueva temporada.
«LG Agropecuaria trabaja sobre 140 hectáreas entre propias y alquiladas, pero además cubre más de 200 hectáreas de servicios a terceros».
José Fellhandler, titular de LG Agropecuaria.
Cada lote se mantiene en producción 4 a 5 años, para luego rotar con maíz o moha, generando un esquema equilibrado que mantiene la estructura del suelo.
Hoy LG Agropecuaria trabaja sobre 140 hectáreas entre propias y alquiladas, pero además cubre más de 200 hectáreas de servicios a terceros, entre siembra, corte, confección de fardos, rollos y tareas complementarias. Este esquema permitió diversificar ingresos y consolidar la presencia de la empresa en distintas zonas.
“Por latitud y clima, esta zona es comparable con la mejor zona de Estados Unidos para producir alfalfa, es de los mejores lugares del mundo”.
José Fellhandler, titular de LG Agropecuaria.
La cartera de clientes es amplia: Río Negro, Neuquén, La Pampa, sur de Buenos Aires, sur del Chubut y Santa Cruz. “Cuando hubo una gran seca en el país llegamos a mandar hasta el sur del Chubut. Depende mucho de la temporada de cada provincia”, explica José.
Los productos más comercializados por la firma son fardos de 23 a 25 kilos, rollos de 380 a 420 kilos y fardos recompactados, ideales para reducir volumen y optimizar transporte, tanto para mercado interno como para eventuales exportaciones.

Precisamente la recompactadora de fardos es otra innovación destacada dentro del equipamiento de la firma. Esa máquina permite reducir el volumen del fardo común en un 40% y facilita la carga en contenedores, abriendo la puerta a mercados externos que, por ahora, se ven limitados por el costo del flete. “Tenemos consultas de Medio Oriente, pero la logística argentina todavía nos deja fuera de competencia”, reconoce José.
Tecnología para producir más y mejor
Uno de los quiebres más importantes en el crecimiento de LG Agropecuaria fue la decisión de tecnificar completamente el parque de maquinaria. “Pasamos de hacer 300 fardos en una noche a 2.500 o 3.000, multiplicamos por diez la capacidad de trabajo”, cuenta. La diferencia entre el equipamiento viejo y las nuevas enfardadoras y enrolladoras de última generación “es determinante”.

En paralelo, la incorporación de tecnología digital también marcó un antes y un después. La compra de un dron agrícola permitió mejorar la eficiencia en fumigación, fertilización foliar y siembra. Esa herramienta, inicialmente destinada al uso propio, hoy funciona como unidad de negocios independiente prestando servicios en campos de la zona.
Actualmente la empresa atraviesa una etapa de expansión sostenida. Tras consolidar la maquinaria para producir alfalfa, el segundo paso fue crecer en superficie. El tercer eje es claro: lograr más calidad y mejorar aún más la eficiencia productiva.
«Tras consolidar la maquinaria para producir alfalfa, el segundo paso fue crecer en superficie. El tercer eje es claro: lograr más calidad y mejorar aún más la eficiencia productiva».
LG Agropecuaria.
Para lograrlo están evaluando la importación de una vaporizadora de alfalfa desde Estados Unidos. Este equipo aporta humedad controlada al material antes de ser enrollado o enfardado, lo que permite ampliar la ventana de trabajo durante el día.
“Trabajar sin depender del rocío te cambia toda la logística, podés duplicar o triplicar las horas útiles de trabajo”, explica José, aunque admite que su elevado costo hace que, por ahora, la inversión esté en evaluación.
“Acá hay noches que hay viento y no podés cosechar porque no tenés el rocío necesario para enfardar sin perder la hoja, que es donde está la proteína de la alfalfa”, explica el productor.
Para José Fellhandler la clave del éxito está en el equilibrio entre manejo, riego, nutrición y tecnología. La alfalfa es un cultivo “muy noble”, que es una condición fundamental para una región que busca diversificar más allá de la fruta.
En el Alto Valle de Río Negro, una zona asociada históricamente a la producción de peras y manzanas, una empresa decidió cambiar su rumbo y apostar por un cultivo que está viviendo una nueva etapa de expansión en el país: la alfalfa.
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