Salas, policía condenado por gatillo fácil, pide la libertad condicional

Hoy será la audiencia ante la justicia de ejecución penal. El policía lleva 8 años y medio preso.

Claudio Salas fue condenado por un caso emblemático de gatillo fácil en Neuquén. De madrugada, en la calle Casimiro Gómez, disparó contra un vehículo en el que se alejaban siete adolescentes que no representaban ninguna amenaza y mató por la espalda a Braian Hernández, de 14 años. Lo condenaron a prisión perpetua pero un bochornoso fallo del Tribunal Superior de Justicia rebajó la pena a 15 años de prisión.

Hoy, cuando pasaron 8 años, 6 meses y 15 días del asesinato por la espalda de Braian, el oficial subinspector Salas está en condiciones de pedir la libertad condicional y todo indica que se la van a otorgar, porque es lo que le corresponde por ley.

El 19 de diciembre de 2012, la noche que lo mataron, Braian estaba festejando que había terminado la primaria. Cometió la travesura de escaparse de su casa sin que su mamá Elizabeth lo supiera, se reunió con amigos, y convencieron al único mayor de edad de que le sacara el auto al padre para dar unas vueltas por el barrio.

Ese sector del oeste de la ciudad, como otros, tiene sus códigos de circulación. Es una zona de quioscos de droga protegidos por la policía, como quedó demostrado con la investigación de la justicia federal que tiene a cuatro policías en actividad y uno retirado con prisión preventiva.

La Renault Fuego en la que iban los chicos se cruzó con un control policial en el que estaba Salas. El conductor del automóvil, que horas después de declarar en el juicio sería asesinado, aceleró. Salas disparó, el balazo rompió la luneta e impactó en la nuca de Braian.

Eli Hernández, mamá de Braian. (Archivo)

La policía intentó encubrir el homicidio, «plantó» un arma de fuego en el Renault, introdujo la teoría de que Salas reaccionó a «un fogonazo» que vio en el vehículo, invocó la defensa de una mujer policía que estaba a su lado, y consiguió que un juez cercano al gobierno, Marcelo Muñoz (luego destituido por otras causas), le dictara falta de mérito.

Pero la prueba en contra de Salas era tan abrumadora, y la conducta posterior tan vergonzosa, que en cuanto el caso quedó en manos de jueces independientes se le impuso la pena de prisión perpetua por homicidio calificado por haber sido cometido por un miembro de las fuerzas de seguridad, policiales o del servicio penitenciario, que actuare con abuso de su función.

Dos años después, el Tribunal Superior de Justicia cambió la calificación legal sin que la defensa de Salas se lo pidiera: de homicidio calificado a homicidio simple. La cortesía de la casa corrió por cuenta de Ricardo Kohon (ya fallecido) y Ricardo Cancela (jubilado). En contra votó Evaldo Moya.

Según dijeron en el fallo, no se comprobó el «abuso de la función policial».

Un nuevo tribunal del Colegio de Jueces rebajó la condena de perpetua a 15 años «por la falta de antecedentes» de Salas. Ni este tribunal ni el TSJ tuvieron en cuenta como agravantes las acciones de encubrimiento desplegadas ni el enorme daño causado por un funcionario público con un arma que le fue entregada para defensa de la población.

El caso supo llegar hasta la Corte Suprema de Justicia de la Nación. A favor de sostener la prisión perpetua dictaminó el procurador Casal (!) pero el pleno rechazó la revisión del fallo.

Eli Hernández todavía no se acostumbra a la ausencia de Braian, que hoy tendría 22 años y mantiene su sonrisa pícara congelada en una foto. El hombre que lo mató saldrá hoy en libertad, porque claro, es lo que le corresponde por ley.

Braian, como diría Galeano, es de los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.


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