Se cierra la tercera etapa de una crisis que todavía no acaba

La carencia de certezas y de reglas claras, sigue siendo el factor común. Los actores que aun sobreviven, requieren cambios profundos, y se impone la diversificación productiva.

Por Ing. Ricardo Epifanio

Mientras todas las miradas apuntan a Vaca Muerta, la actividad frutícola que supo ser la economía más dinámica de nuestra región, está herida de muerte.
El sector productor frutícola independiente, otrora principal actor de esta economía regional, viene en decadencia desde hace más de 25 años. Mientras el sector productor semi integrado está en general estancado desde hace al menos 10 años, el sector integrado se encuentra con dificultades por falta de rentabilidad e incertidumbre.
Hoy podemos decir que el sector independiente casi ha desaparecido. Quedan aproximadamente unos 400 productores, en grave situación, que están corriendo serios riesgos de desaparición si no se les ayuda en forma urgente a encontrar una salidad sustentable. Puede intentarse una integración vertical a través de una agrupación (las últimas experiencias no han dado buenos resultados pero, esto no implica que no sea una alternativa válida bien implementada), o de una agricultura por contrato de las estructuras existentes .
El sector semi integrado, es decir aquellos productores que no llegan con la totalidad de sus productos a los canales finales de venta, entregando parte de su fruta o su stock embalado a otras estructuras, necesitan imperiosamente que se les apoye a completar su ciclo. Y los ya integrados, que son los que han quedado en pie aunque concentrados convirtiéndose en su posición dominante en reguladores del mercado en la compra para su beneficio, necesitan reglas de juego claras, estables, para desenvolver una actividad con alto valor agregado . Si este último sector tiene por períodos, dificultades para tener rentabilidad, quedan muy pocas esperanzas de que el resto de la cadena hacia abajo se salve sin un cambio estructural.
Las estadísticas muestran de modo alarmante el deterioro en la superficie destinada efectivamente a la producción de los últimos años. Estamos ante la perspectiva de la desaparición de gran parte de los actores del sector frutícola, que antaño contaba con más de 6.000 productores independientes y 300 galpones de empaque.
Los que quedan, sufren ahora falta de certezas y reglas de juego propias de un sector que con mucha incertidumbre no sabe cómo llegar a la próxima cosecha, lo cual es propio de una época de descreimiento resultante de una gestión en el gobierno nacional que termina su mandato con un pésimo resultado económico macro, y como consecuencia micro.
Podemos decir entonces que ha llegado a su fin la tercera etapa histórica de esta economía regional. La misma estuvo signada por el fracaso de una fruticultura con productores pasando a ocupar otra función, fundamentalmente la de empresarios, en una transición durísima que ha hecho desaparecer del escenario económico a personas y capitales, acompañada de un atraso tecnológico que hacía años no se veía.
Ha venido sucediendo por falta de integración y rentabilidad, ocasionada principalmente por la ausencia manifiesta de una competitividad sistémica debido a la falta de políticas públicas adecuadas.
Esta nueva situación nos hace más vulnerables a todos los que habitamos esta economía regional, ya que a pesar de que el PBI de nuestras Provincias pueda aumentar con la fruticultura, nunca será igual la distribución de la riqueza originada.


Ante esta complicada situación aparecen para el futuro inmediato y de mediano plazo condiciones importantes (entendidas como prerrequisitos) que deberíamos rescatar como para plantear un desarrollo productivo sostenido y no cometer los mismos errores del pasado, las cuales se desarrollan brevemente a continuación.
1) Diversificación Productiva y Frutícola. Esta economía no debe depender de un solo cultivo como son y fueron los frutales de pepita. Para lograrlo, el Estado en sus distintas etapas, debe propiciar fuertemente la diversificación productiva de sectores como la horticultura, ganadería, frutos secos,forestación, etc. Con su máxima industrialización (valor agregado) posible en el lugar. No se deben cometer los mismos errores que en el pasado. Básicamente la ausencia de integración horizontal y vertical. Ya hay nuevos negocios productivos, aunque incipientes en la exportación, como los Frutos Secos y Cerezas, cuyos productores independientes enfrenta hoy dificultyades similares a las que en otra época enfrentó la pera y la manzana.
2) Suelos. Debe hacerse y respetarse la caracterización de los suelos en las parcelas a considerar para su implantación, y un futuro mapa de suelos apto para todos los cultivos posibles, incentivando los lugares indicados y no otros. No dejemos de considerar que muchas plantaciones de frutales de pepita y carozo fracasaron por no estar en suelos acordes a sus requerimientos y que varios suelos productivos que estaban con manzanas y peras se vienen reduciendo aceleradamente.
3) Ciencia y tecnología. Debe apoyarse todo el desarrollo de estas áreas en los conocimientos científico-tecnológicos que ya están disponibles en la región y ampliar la capacitación regional basada en la transferencia a los sectores productivos e industriales y también a los dirigentes sectoriales imponiéndoles una visión global del negocio.
4) Fruticultura. No debe dejarse de lado parte de la fruticultura existente, que tiende a desaparecer, ya que con cambios posibles se le puede devolver competitividad. No será fácil disminuir costos en la producción sin una incorporación de tecnología como plataformas, sistemas de riego presurizados y contra heladas, mallas anti granizo, raleadoras mecánicas etc . En el empaque hay mucho para trabajar,igual que en la comercialización, que deben abrirse y fortificar mercados vendiendo con sustentabilidad todo lo que se produce.
5) Gobierno. Debe existir una fuerte presencia del Gobierno Nacional y Provincial, este último con el doble papel de diseñar, aplicar y controlar políticas activas a los distintos sectores y al mismo tiempo ser un fuerte esclarecedor y controlador de lo que debe obtenerse del gobierno nacional (que no es poco), coordinando con los ejidos municipales el avance en el valor agregado y por supuesto con las políticas a desarrollar in situ con los sectores productivos y empresarios.
Una economía regional es considerada nacional cuando la magnitud de su influencia (positiva o negativa) es importante para el país, por lo que debemos apuntar a la unión de todas las economías regionales productivas del país y así obtener, por sus sobradas razones, políticas estables, sustentables y permanentes como la ley de la producción ovina y caprina.
Debemos articular entonces una visión integral de los distintos niveles estatales: nación, provincias , municipios y el sector como generador de producciones diversificadas comprometidos con el desarrollo de una vigorosa economía regional proveedora de alimentos, pre requisito de una soberanía alimentaria para una economía social integrada.
Esta nueva etapa que se avecina, a mi juicio, es muy promisoria para el cambio.
Pero está claro debemos poner todos el hombro, y en particular quienes tienen poder de decisión.


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