Se reunirán para evocar los 50 años de la gesta del “Choconazo”

Fue un histórico alzamiento obrero contra la dictadura de Onganía del que participó el obispo De Nevares. Este diario habló con el único líder de la protesta que aún vive. Rescatan la tarea de las mujeres que organizaban una olla popular clandestina.

Bajo el sol de un extenuante verano y reunidos en espacios ganados a la jarilla de la barda después de jornadas de más de 10 horas de trabajo, miles de obreros peleaban por hacerse escuchar en plena dictadura de Onganía.

A 75 kilómetros de la capital, el campamento obrero sumaba más de 2.000 personas en El Chocón, incluidas sus familias.

“Venían de todas partes del país con su bolsito de ropa; y de otros países también”, recordaron integrantes de los grupos de solidaridad que se reunían en la sede del gremio de los maquinistas, la Fraternidad, en Neuquén.

Los delegados que eran electos para llevar adelante los reclamos terminaban despedidos por Hidronor o por las contratistas que dirigían los trabajos para la hidroeléctrica estatal.

Para noviembre de 1969 había 8 obreros muertos y varios mutilados por las precarias condiciones laborales; a esto se sumaba el maltrato de los capataces y las condiciones de hacinamiento en la “villa temporaria”.

El 13 de diciembre de 1969 los obreros eligieron como delegados a Antonio Alac, Edgardo Adan Torres y Armando Olivares, que no fueron reconocidos por su gremio de base (la Uocra) y había orden de ser detenidos por la policía federal tras la declarar la huelga.

Hubo marchas en el interior del campamento durante el paro y en la segunda noche de manifestaciones, los delegados y el cura obrero Pascual Rodríguez fueron interceptados y encarcelados cuando regresaban de Neuquén, adonde habían ido a buscar solidaridad e informar sobre lo que ocurría en El Chocón.

En el campamento la infantería allanaba las carpas obreras y golpeaba a los trabajadores para obligar al cese de la protesta.

“Más del 90 por ciento eran compañeros peronistas y sabiendo que nosotros éramos marxistas (del Partido Comunista), nos apoyaron”, recordó Olivares, el único de los líderes de la protesta que aún vive.

Olivares reside en Buenos Aires y podría venir el 14 de marzo a Neuquén; para esa fecha se programaron actividades artísticas y de conmemoración de la gesta obrera, en busca de recuperar parte de la identidad comunitaria de la actual comuna de El Chocón.

El rol de De Nevares
El objetivo será traer al presente la firmeza de los trabajadores ante la peor de las situaciones adversas; testimoniar sobre el compromiso del obispo Jaime De Nevares que buscó interceder por los obreros para evitar más represión y tormentos, poner de relieve la tarea de Ana Egea y las mujeres que organizaban la olla popular que se nutría de las donaciones solidarias que (siempre por la noche) sorteaban el sitio que impuso la Gendarmería al campamento durante la paralización de la obra, entre el 23 de febrero y el 14 de marzo de 1970.

“El cura Pascual se pega a los delegados y lo mete a De Nevares en la huelga, cuando aún el obispo usaba sotana. Él se reunía con los empresarios, pero más con los obreros; los trabajadores no tenían otra posibilidad de juntarse más que en la barda, en esta estepa patagónica donde lo único que crecía era la jarilla”, recordó Sara Mansilla, quien participó de las organizaciones sindicales solidarias.

El 14 de marzo se recordarán los 50 años de aquella gesta obrera que marcó a fuego a miles de obreros que llegaban a la región por trabajo y que luego de la disolución del paro poblaron, entre otras ciudades, Senillosa y Centenario.

El año pasado comenzaron las reuniones de quienes fueron partícipes de los grupos de solidaridad con los obreros, que se organizaban para llevarles por las noches agua, alimentos y asistencia.

El objetivo será generar actividades en el cincuentenario del “Choconazo” y que aquellos orígenes de El Chocón no queden sólo en el anecdotario.

Los “hijos del Chocón”, que vivenciaron la construcción de la obra cuando eran niños en aquel campamento temporario, buscan instalar un museo (con fotos y reliquias personales) en la zona donde estaba la villa temporaria.

La concejal Viviana Bascuñán, que llegó a la localidad cuando tenía 4 años porque sus papás trabajaron en la obra (años después del “Choconazo”) impulsa la institucionalización de la gesta, con un proyecto de colocar los nombres de los partícipes de aquel momento histórico a las calles sin nombre en el sector de la nueva urbanización en el El Chocón.

“Cuando estalló el Choconazo, en Neuquén ya estaba conformado el comité de solidaridad”, dijo Sara Mansilla, una de las dirigentes -en ese momento de los municipales- que participó del grupo de apoyo a los obreros de El Chocón.

El local de reuniones era La Fraternidad, en Brown 47.

Explicó que organizaciones sociales y sindicales vinculadas a los municipales, ferroviarios, correos, mineros, eléctricos y petroleros, entre otros, veían con preocupación que a poco de iniciar, ocho obreros habían muerto en la obra y varios resultaron mutilados debido a las pésimas condiciones laborales. A las condiciones de hacinamiento de los miles de trabajadores, se sumaba que los delegados que exigían mejoras eran despedidos. “Todo bajo la mirada de la Uocra, que estaba más cerca de las empresas que de la propia gente: llegaban de todas partes con una bolsita con sus cosas y la necesidad de trabajo”, dijo Mansilla.

20 de noviembre de 1969 los obreros pararon por las condiciones laborales. Registraban 8 muertos.

13 al 19 de diciembre se produce el Choconazo. Huelga por la detención de los 3 delegados líderes.

Del 23 de febrero al 14 de marzo los obreros fueron sitiados. Hubo desalojo y detenciones.


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