A 20 años de la tragedia del Ventana: el rescate de los estudiantes en primera persona

El médico barilochense Ramón Chiocconi integraba la comisión de auxilio del Club Andino Bariloche en el momento de la avalancha en 2002. Fue uno de los primeros en llegar al lugar de la tragedia.

Esa tarde del primero de septiembre del 2002, Ramón Chiocconi fue el primero en llegar al sector del cerro Ventana donde se produjo la avalancha que arrastró a estudiantes de la carrera de Educación Física del Centro Regional Universitario Bariloche. Este médico y legislador integraba la comisión de auxilio del Club Andino Bariloche que participó del rescate de los jóvenes hace 20 años.

La avalancha provocó la muerte de nueve estudiantes. A Chiocconi le tocó asistir a algunos de los seis jóvenes que resultaron heridos, pero también decidir dónde se focalizaba la búsqueda de quienes aún permanecían sepultados en la nieve.

“Me enteré de la avalancha porque soy amigo de Andrea Varela, la excompañera de Andy Lamuniere, el guía del grupo que quedó semitapado por la nieve y pudo salir por sus propios medios aunque estaba muy golpeado. Dio aviso por celular y rápidamente se activó la comisión de auxilio”, contó Chiocconi.

Reconoció que en un primer momento, costó entender qué había pasado ya que no había grandes antecedentes de avalanchas y llamaba la atención que el siniestro hubiera ocurrido justamente en el cerro Ventana. No en el Catedral, en el Frey o en el López.

Fue todo un shock de adrenalina. Teníamos alguna experiencia en avalanchas porque en el 2000 la nieve había arrastrado dos máquinas. Pero esto era diferente y había que pensar qué material necesitábamos”, dijo. El Club Andino Bariloche tenía algunos aparatos de recuperación de víctimas de avalancha, pero los estudiantes no. “Entonces, necesitábamos sondas para las cuadrillas de detección y palas para cavar en la nieve”, explicó.

“Una curva famosa -continuó- da cuenta que más del 90% de las personas atrapadas bajo nieve están vivas. Eso se sostiene por 17 minutos. A los 35 minutos, el 40% de las personas están vivas y a las 2 horas menos del 10%. Si mueren es por asfixia. Por eso, es necesario actuar lo más rápidamente posible”.

En ese momento, Chiocconi mencionó que el camino al lugar de la avalancha era de difícil acceso. No había un sendero directo y había muchas zanja sporque había llovido mucho. Llegaron hasta donde pudieron con camionetas 4×4 y luego, los Bomberos de Melipal los acercaron un poco más con cuatriciclos. Luego, avanzaron a pié.

“Ver la avalancha fue tremendo. Uno siempre piensa en experiencias anteriores, pero esto era distinto. Es frecuente que las víctimas estén en el depósito final. La avalancha baja y por una cuestión de geografía, la nieve se acumula; por eso, hay más posibilidades de encontrar ahí a las víctimas sepultadas. Pero acá había un recorrido de 700 metros”, contó Chiocconi.

Algunos rescatistas tuvieron que continuar a la parte superior para evaluar el riesgo de otra avalancha. Por eso, fue necesario poner un vigía. “Si llegaba a haber un desprendimiento, informaba con un megáfono para que las personas que buscan evacuaran”, advirtió.

Chiocconi calificó a la búsqueda de los estudiantes como “frenética”. En un primer momento, se evacuó a los heridos hasta un sector boscoso, donde recibieron una primera atención médica. “Fue un proceso largo y doloroso. Me tocó ir a ver cuando encontraban una víctima y la dificilísima tarea de priorizar recursos. O nos quedábamos tratando de reanimar a alguien que no tenía chances o seguíamos buscando chicos que quizás estuvieran vivos. Si nos retrasábamos, podían morir por asfixia”, dijo. Recordó que cinco horas después de la tragedia, lograron encontrar a una de las estudiantes completamente sepultada bajo la nieve. Logró sobrevivir.

El médico aseguró que la tragedia marcó un antes y un después. “El Club Andino se equipó y hubo una fuerte reflexión en torno a la gestión de riesgo. Se empezó a trabajar con protocolo, con el asesoramiento de expertos de una universidad francesa, y a partir de nuestra experiencia, llegamos a evaluar protocolos de otras instituciones”, sostuvo.

La tragedia del Ventana, reconoció Chiocconi, “le atravesó el cuerpo de muchas maneras, antes que la cabeza. Eran jóvenes de una universidad haciendo la carrera que habían elegido. Pero además, trabajar en la emergencia deja secuelas. Hay que tomar decisiones sobre la vida y muerte. Es un aprendizaje enorme y doloroso”.


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