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Acuerdos de convivencia en escuelas de Neuquén para prevenir el Bullying y más

Comenzó el ciclo lectivo 2024 y los colegios secundarios renuevan sus contratos de convivencia para “educar al hombre y la mujer del futuro”. Un proyecto que fortalece las trayectorias.

Comenzó el ciclo lectivo 2024 en la provincia de Neuquén y los colegios secundarios renuevan sus acuerdos de convivencia escolar. Se trata de una especie de “contrato social” interno que compromete a cada institución, a los alumnos y alumnas y a las familias. El objetivo central es generar pautas de buenas y sanas relaciones y fundamentalmente prevenir el hostigamiento, acoso y Bullying.

El proyecto se trabajó en el seno del Consejo Provincial de Educación y requirió entre otras cuestiones fundamentales, rever el término de “sanciones” para quienes incumplen el acuerdo. Eso fue reformulado y hoy se habla de “acciones reparatorias”, término no menor para poder educar en el respeto al otro y a uno mismo, en la plena conciencia de la diversidad que nos habita como comunidad y en la responsabilidad de ser empáticos, entre tantas otras cosas de un inmenso universo. Todo esto se complementa con consignas sobre la vestimenta adecuada para asistir a clases, sobre el cuidado de las instalaciones y el cumplimiento de las metodologías aplicadas por cada docente.

Existe un pacto general para todos los miembros de la comunidad educativa y otros (los acuerdos pedagógicos) que establecen los profesores de las áreas específicas con sus alumnos para el trato dentro de las aulas.

“Es fundamental que cada uno de los que conformamos la comunidad educativa nos reconozcamos como sujetos de derecho, pero también de obligaciones para con la comunidad en su conjunto, para construir entre todos una convivencia que promueva los valores de nuestras palabras, gestos y acciones cotidianas”, se manifiesta en el texto base del acuerdo.

Esto no es meramente declarativo. Detrás de ese papel escrito hay personas, convicciones y profesionales que trabajaron duro para que sea realidad. El punto inicial fue el equipo del CPE, integrado por Juan Marco a cargo de programas socio educativos, educación digital y entornos escolares saludables; Inés Maldonado, referente del grupo de convivencia y Nidia Pérsico, responsable del programa de Educación Sexual Infantil.

Y detrás de este equipo están los directivos de cada colegio que implementan estos acuerdos de convivencia escolar. Varias familias manifestaron al principio, cierta resistencia a las normas, hasta que lograron comprender que en estos tiempos no solo la educación escolar pasa por la matemática, la literatura y la física; sino también por formar ciudadanos en tiempos difíciles.

“Cuando tuve que firmar el acuerdo pensé que era demasiado. Yo mando a mi hijo a estudiar las materias tradicionales, todo lo demás lo aprende en su casa. Pero después entendí que eso era un refuerzo de lo que enseñamos en la casa y pensé en mi hija menor. Es muy importante que aprendan que el Bullying no esta bueno porque lo que les dicen sus papás lo toman como algo liviano, pero si viene de la escuela los hace pensar”, comentó Myrian, una madre de hijos adolescentes.

La escuela es un lugar donde se desarrolla la capacidad de convivir, es donde nos encontramos con el otro y donde debemos desarrollar habilidades sociales que les permitan a las nuevas generaciones asumir una ciudadanía responsable”, se determina en el acuerdo aprobado por Educación.

Desde un inicio los responsables de armar esta valiosa propuesta, tenían claro que era necesario propiciar el logro de una convivencia basada en el respeto de la persona, garantizar un espacio de diálogo, intercambio, reflexión y participación que involucre a todos los actores de la comunidad educativa y potenciar una convivencia armónica.

“La idea parte de la premisa que muchas chicas y chicos no los tienen incorporados valores o no lo traen desde el afuera. Entonces fue pensar qué acciones pedagógicas se pueden implementar para que incorporen esos valores transformados en normas. Desde ahí se trabaja en la prevención del Bullying porque esas pautas son algo que se aprende y como se aprende se enseña. Entonces deben ser transversales a todas las áreas pedagógicas. Así como enseño física o matemática también enseño respeto”, explicaron.

Hablando específicamente de Bullying, los miembros del equipo aclararon que todos los casos de maltrato entre pares o de violencia escolar constituyen en caso de Bullying y no todos los casos se abordan de la misma manera. “Todos los contratos abordan estos temas pero lo que hay que entender que el Bullying es una consecuencia de un maltrato sistemático sostenido y naturalizado, porque la burla, el chiste , el dejar de lado a alguien está naturalizado. Cambiar esto es también un aprendizaje y en función de la escuela y de la familia en comunidad hay que acordar cuales son los valores que se van a abordar en los contratos”, dijeron.

No todos los contratos de convivencia son iguales. De hecho, cada escuela establece sus propias normas en función de su constitución como comunidad educativa.


Otro paradigma: de la amonestación a las acciones reparatorias


Antes las sanciones en los colegios eran punitivas, de castigo, como las recordadas y temidas amonestaciones. A partir de la entrada en vigencia de la resolución 1.172 del 2012, las cosas cambiaron.
“Lo que busca con el marco normativo actual es que la sanción tenga un carácter pedagógico. La sanción tiene que estar, la diferencia es que tiene que ser transformada y tiene que producir un aprendizaje y tiene que estar presente la idea de reparación”, explicaron los profesionales. “Todo lo que sucede en la escuela es pedagógico, entonces el lema es: a problemas pedagógicos, soluciones pedagógicas”, agregaron.
Los profesionales que trabajaron en estos contratos, aclararon que en los mismos no es la prioridad centrarse en las sanciones, sino en la incorporación de valores.

“Es decir porqué tenemos que ser respetuosos, porqué tenemos que respetar los espacios comunes. Todos y todas tenemos derecho de estar en la escuela, no importa si el otro me gusta, si me cae mal, tiene el mismo derecho que yo. No nos centramos en cómo sancionamos al alumno que rompió un picaporte o si faltó el respeto y que sanción se le aplica si lo hizo una, dos o cinco veces.Si no en cómo se hace para que incorpore ese valor”, detallaron.

Las sanciones actuales intentan que el alumno entienda la magnitud de lo que hizo y aprenda de eso.


Sanciones por no cumplir el contrato


Como caso testigo se toma un acuerdo de convivencia escolar de una escuela secundaria de la ciudad de Neuquén.

Cada sanción que se aplica, requiere de una instancia de reflexión conjunta sobre los comportamientos inadecuados, buscando la modificación de la conducta a partir de la toma de conciencia respecto de las consecuencias de la transgresión cometida y de la sanción”, dice el contrato.

Las sanciones que se aplican en este establecimiento van desde un apercibimiento verbal en principio, luego escritos enviados a padres o tutores. Luego se van agravando de acuerdo si la falta es considerada leve, grave o muy grave.

En orden se encuentran: actividades de servicio comunitario escolar que deberá realizar el alumno que cometió la falta, la reposición del bien destruido, la participación obligatoria a talleres, cursos u otras actividades extra escolares y la asistencia a centros de salud, deportivos o culturales, según las situaciones planteadas. De allí se llega a la máxima que es el cambio de colegio.

El Bullying es maltrato sistemático y sostenido en el tiempo. Está naturalizado.

En primera persona, un verbo difícil de conjugar


Joaquín es el nombre que este adolescente de 14 años eligió, en acuerdo con sus padres, para preservar su identidad y poder contar su historia.

El año pasado se mudaron a Neuquén y él comenzó su año escolar en un nuevo establecimiento. Llegaron desde otro país, porque a su papá lo trasladaron por trabajo.

Arrancamos el año sin problemas. Pero con el paso de los días algo no estaba bien”, arrancó su madre, Laura (nombre también elegido por ella). “Varios días no quería ir al colegio, entendíamos que los primeros días iban a ser duros hasta que se adapte a todo y por eso como familia lo estimulábamos y acompañábamos para que lograra superar ese momento. Pero después todo fue más difícil”, dijo.

Joaquín puede contar ahora lo que le pasó con naturalidad, pero en su rostro hay gestos que delatan que todavía le sigue doliendo. “Para mí el mejor día de la semana era el viernes porque sabía que venían dos días en los que iba a poder descansar”, contó. Descansar de las actividades escolares, no. El solo quería el fin de semana para descansar del acoso y el hostigamiento que estaba sufriendo por parte de algunos de sus compañeros de aula.

Él no podía expresarlo, hasta que un domingo por la noche rompió en llanto desesperado. “Fue ese día en que pudo decirnos lo que estaba pasando. Entendimos todo y actuamos en seguida. El colegio nos ayudó mucho”, aseguró Laura.

“Me daban conversación en los recesos y yo pensaba que era para hacer amigos. Pero se burlaban de mí por mi acento. Les daba mucha risa las palabras diferentes que yo uso para nombrar algunas cosas y me imitaban todo el tiempo. Si hablaba en clases se reían. Cuando pasaba por algún pasillo imitaban mi acento y me decían que si hablaba así nunca nadie iba a entenderme”, se explayó el adolescente.
El hostigamiento fue en ascenso. Era continuo y sistemático y hasta se extendió hacia los pocos compañeros que lo habían hecho su amigo.

“Como eran amigos míos los dejaron de lado y les decían que iban a pasar toda la secundaria solos porque eran amigos míos”, siguió Joaquín.

La escalada de hostigamiento fue mayor hasta que sus padres tomaron cartas en el asunto. “Fuimos al colegio y planteamos lo que pasaba. Nos ayudaron un montón y hoy esa situación ya no existe. Pero a él le dejó marcas que aún lo condicionan en su relación con los demás”; dijo su mamá.


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