Agustín, el joven que soñaba ser cartero en Bariloche

El 14 de septiembre se celebra el Día del Cartero en homenaje a Bruno Ramírez, el primer cartero oficial designado en Buenos Aires.

Agustin Grandon le hace honor a su oficio. En los últimos años, los carteros lograron reinventarse pese al avance de las tecnologías y las redes sociales que sepultaron el envío de cartas. Hoy, los repartos giran en torno a las cartas certificadas, boletas de servicios y gran cantidad de paquetes producto de la venta por internet.

Grandon tiene 33 años y lleva 13 como cartero en el Correo Argentino. «Arranqué como eventual y después de un año y medio, me llegó el contrato para quedarme en planta», cuenta.

14 de septiembre, día del cartero. Foto: Chino Leiva

«No lo puedo negar: me encanta andar en la calle caminando sin tener que estar encerrado en una oficina«, confiesa.

El trabajo comienza muy temprano en la mañana con la clasificación de la correspondencia, en el que cada cartero organiza su recorrido de acuerdo al radio de la ciudad que tiene asignado.

«Yo tengo a cargo el centro. En base a eso, preparo el recorrido y salgo a la calle. En lo que respecta a correspondiencia certificada, suelo tener más de cien por día para entregar. A eso sumale boletas de servicios y paquetes. Un día de mucho laburo te lleva tres o cuatro horas caminando fuerte«, reconoce. Si bien no calcula cuántas cuadras camina a diario, cada tanto chequea una aplicación que le suele marcar 10 kilómetros por día.

Lo más tedioso del trabajo, dice, son los días de lluvia. No solo porque retrasa el trabajo sino porque se humedecen las planillas que debe firmar la gente. «Si bien ahora estamos con dispositivos en los teléfonos para que la gente firme también se mojan y complica el trabajo«, asegura.

Admite que la pandemia acentuó un fenómeno que ya se venía dando: la compra por internet y la llegada de paquetes. Esto incrementó notablemente el trabajo.

«La gente está pendiente de los seguimientos a la espera de que le llegue el envío. Nos exigen mucho más a nosotros. Y además, durante la pandemia, era más simple porque todos estaban en sus casas. Sabías que repartías todo en el día. Ahora ya no«, afirma.

Según Grandon, conviene entregar toda la correspondencia en el día para que no se acumule trabajo al día siguiente. «Lo más lindo, sin dudas, es el trato con la gente. A muchos los ves casi todos los días y hasta te saludan por tu nombre. Lo más complicado es andar a las corridas«, expresa.

Hoy 15 carteros trabajan en Correo Argentino. Tiempo atrás, eran 23, pero muchos pasaron a otro sector. «Es desgastante, te cansa la espalda (por el peso: antes llevábamos 20 kilos al hombro) y las piernas. Y los perros me han dejado un par de cicatrices en las manos piernas brazos», concluye.


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