Al rescate en Allen: dos instituciones trabajan para restaurar espacios con historia
La Asociación Italiana y la agrupación scout “Ruca Hueñi” organizaron actividades para buscar el apoyo de la comunidad y recuperar el aspecto de dos testigos mudos de la trayectoria local.
Cuando Antonio Silenzi comenzó a levantar la sede de la Asociación Italiana Deportiva y Cultural, las casillas ferroviarias ya ocupaban su lugar junto a las vías, el molino y la Estación, a escasas cuatro cuadras, allá por los años ‘30. Hoy sin querer, quedaron como protagonistas de un mismo intento: el de varias instituciones por mejorar los espacios de vida compartida en Allen.
1936 – 1963 es el marco de tiempo que aún puede verse en el frente de lo que fue la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos, establecida oficialmente el 31 de Marzo de ese primer año, con su propio constructor como primer presidente. Buscaban armar un grupo que ayudara a la integración y que brindara apoyo a las decenas de inmigrantes de ese país que llegaban a la zona. En el medio lograron conformar hasta una mutual y 30 años después, en los ‘60, una remodelación le dio el aspecto que se puede ver todavía y que un grupo de vecinos busca recuperar en todo su esplendor.


Escenario de infinitos eventos sociales y de actividades benéficas, la esquina de Velasco y Sarmiento, cedida en su momento por la familia Bagliani, logró tener sus canchas de tenis, playón, parrilla y buffet. También fue testigo de prácticas de básquet y hasta tiro, como bien lo evidencian los trofeos que sobrevivieron al paso del tiempo. Tenía un solo salón al principio, hoy quizás algo escondido del paso de los peatones, pero al que se accede por el lateral derecho de edificación.
Fotos y recuerdos son los que le permiten a la actual comisión, liderada por María Victoria Martín, pensar en las alternativas necesarias para devolverle ese aspecto original, hasta en los pisos, después de un periodo en que el que sufrió mucho deterioro por la falta de control de su concesión. Por eso ahora, ya en una nueva etapa, recurrieron a la solidaridad de la comunidad, para conseguir cerámicos de granito gris como los que se fabricaban en otro tiempo y que servirán para embellecer el espacio donde cientos de familias celebraron fiestas de 15 y casamientos. Mejoras edilicias, riego, calefacción e iluminación están en la lista de tareas que encaró una docena de vecinos con ganas de sumar voluntades.

Lo mismo ocurre con las casillas que cobijaron a varias generaciones de familias de los trabajadores del tren: son las imágenes las que ayudan a traer el pasado al presente. Construidas como refugio para los obreros que iniciaron la estación y el tendido de vías, allá por el 1900, su uso se extendió hasta que el servicio fue privatizado en 1993. Instaladas junto al molino, entre sus ocupantes pasaron los González, Aburto, Arraras, Vergara, Andes y muchos más, empezando por el recordado ingeniero encargado de la mensura local, Pascual Quesnel, según confirmó a Diario RÍO NEGRO el presidente del museo Lorenzo Brevi.
La historia de Allen que vive en la Red
“Para mí las casillas existían como vivienda desde que tengo memoria y yo nací en 1940”, agregó Mavis Soriano, que pasó su infancia en esa colonia ferroviaria, y Celia, hija del cambista Carlos “El Vasco” Arrarás, agregó que su nacimiento se dio en uno de esos hogares sencillos, que soportaban la helada en el invierno y el intenso calor en el verano. Un poco más grande en el caso de la que fue su hogar, la suya tenía varios ambientes, algunos totalmente de chapa. “Mi casa tenía dos habitaciones, unidas por un pequeño comedor en el medio, que se completaba con cocina y baño afuera”, compartió.
Declaradas de interés municipal en 2003, de madera resistente, pintadas en color marrón oscuro “rojizo”, revestidas en pinotea y con techo a dos aguas, las vueltas del destino, el vandalismo y las gestiones municipales hicieron que sólo dos de estas viviendas sobreviviera. Reubicadas en el predio que ocupó el Corralón municipal anteriormente, sobre calle Presidente Perón, la que pudo rescatar la agrupación scout “Ruca Hueñi”, tras pedirla por nota, se volvió el espacio que cobijó a distintas secciones que pasaron por la institución, adolescentes y jóvenes, que vivieron allí valiosos momentos de su formación.



Lamentablemente la inactividad de la pandemia dio lugar a un intento de robo a través de un boquete en una de sus paredes y el último temporal que azotó al Alto Valle terminó de dañar las chapas del lado norte. Es por eso que el equipo liderado por Lorena Cabrera y específicamente en la sección ‘Rover’, por Damián Rebolledo, definieron poner manos a la obra.
“Vamos a reemplazar clavaderas, chapas y cumbreras y la idea es poder pintarlas siguiendo la tonalidad original”,
contaron.
Si las cuentas cierran, la sencilla estructura ya ronda los 120 años y sigue refugiando a generaciones de allenses. “La pedimos cuando necesitábamos un espacio para la sección ‘Caminantes’ y todavía hoy es de gran ayuda. Estamos muy encariñados porque muchos chicos pasaron por ahí”, concluyó Rebolledo.
Cuando Antonio Silenzi comenzó a levantar la sede de la Asociación Italiana Deportiva y Cultural, las casillas ferroviarias ya ocupaban su lugar junto a las vías, el molino y la Estación, a escasas cuatro cuadras, allá por los años ‘30. Hoy sin querer, quedaron como protagonistas de un mismo intento: el de varias instituciones por mejorar los espacios de vida compartida en Allen.
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