Aquellos patios prohibidos para niños de Cipolletti

Eran parte de las viviendas del personal del área de Vías y Obras de Ferrocarriles del Sud, en la estación Cipolletti. Lindaban con las vías del tren y la medianera era una pared de tamarindos.

Es verdad que esta historia no es de Neuquén, pero a veces está bien ampliar la mirada para contar lo que algunos edificios cercanos a esta capital tienen para decir. Además, se pueden pensar como la antesala de la llegada del tren a la ciudad de Neuquén y difundir detalles de la comunidad que se armó en los alrededores de este avance industrial.

Nos remontamos entonces, a 1901, una año antes de que el “caballo de hierro” desafiara la bravura del río Neuquén y llegará al paraje Confluencia. Con capitales ingleses de la empresa Ferrocarriles del Sud, se instaló la estación en la actual ciudad de Cipolletti.

Como era lógico, la firma armó, además de la estructura ferroviaria, un complejo de viviendas para sus trabajadores y sus familias. Y Cipo no fue la excepción. A pocos metros de las líneas férreas se construyeron viviendas para el personal de Ferrocarriles del Sud, que hoy son de interés cultural del municipio.

Esas casas apostadas sobre calle Fernández Oro, “no eran para todos, eran para empleados calificados que trabajan en Vía y Obras, personal que tenía mejores salarios que el resto de la Fraternidad de Ferroviarios”, contó Horacio Fernández, licenciado en Historia.

Las viviendas tenían un pequeño jardín en el ingreso, detrás de la puerta se accedía a un recibidor y de allí se pasaba un amplio espacio que oficiaba de cocina comedor. A su costado tenían dos habitaciones y un baño.

En un extremo de la cocina había una puerta que daba a un patio cuya medianera con las vías del tren era una pared de tamarindos. “Generalmente, el patio estaba prohibido para que los niños pudieran jugar”, recordó Fernández. ¿Jugar a la pelota?Imposible. Pero tampoco podían cruzar la calle Fernández Oro por el intenso tránsito que presentaba en esa época.

Pero esta no es la única particularidad que tenían estas viviendas. Según contó El historiador,
El personal de Vía y Obras, ahorraban lo que se cobraría como alquiler, para comparar un terreno y hacerse su casa propia, que luego debían dejarla luego de finalizar su contrato de trabajo”. Pero hay más.
Cuando la esposa de un ferroviario de Vía y Obras enviudaba tenía un plazo de un año para abandonar la casa y dejarla en condiciones para los próximos trabajadores que se sumarían a la empresa.

Siempre, había traslado de personal calificado, jefes de estaciones, funcionarios de Vía y Obras. Todos tenían su casa cerca de su despacho de trabajo. «Recordemos que era una característica de la Revolución Industrial Inglesa. También instalaban barrios obreros cerca de la fábrica», concluyó Fernández.


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