Una apuesta al futuro: los científicos promueven el encuentro con estudiantes de primaria y secundaria
El Inibioma Abierto llegó a su séptima edición con el desafío de llevar las investigaciones científicas a los alumnos de escuelas públicas y privadas, a través de juegos, charlas y exhibiciones.
De repente, los tres pisos del edificio del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (Inibioma), que depende del Conicet y la Universidad Nacional del Comahue, se llenó de estudiantes. Niños y adolescentes acompañados de docentes y profesores. Con uniformes y delantales blancos. Una vez más, los investigadores que integran el instituto pusieron en marcha la séptima edición del «Inibioma Abierto». El evento que tiene como finalidad «compartir la ciencia con la comunidad».
La propuesta, en principio, estaba prevista para este jueves y viernes, pero tantas escuelas se inscribieron que los organizadores decidieron agregar una nueva fecha e iniciar las actividades este miércoles.
«Organismos del suelo» se leía en uno de los carteles. En una mesa se veían dos enormes recipientes de vidrio con dos leyendas: «Bosque» y «Estepa». «¿Qué diferencias ven de los suelos?», preguntó una mujer a un grupo de seis chicos que observaban atentos. «La tierra tiene diferente color. El del bosque es más oscuro porque tiene más compuestos orgánicos«, respondió uno de los nenes. «Maravilloso -se sorprendió la investigadora- ¿de qué escuela son?».

Enfrente, otros dos científicos explicaban las funciones de los polinizadores mientras un grupo de cinco niñas miraban atónitas una caja con todo tipo de especies, desde mariposas, escarabajos, avispas y abejorros. Se iban turnando para observar, curiosas, algunos a través del microscopio.
«¿Vieron que distintos se ven de cerca? Se ven los pelos, el montón de ojos. Es como entrar en otra dimensión. Como mirarse en espejo con aumento. ¿Y por qué nos puede importar tanto estudiar un bicho? ¿Por qué querríamos cuidarlos?», les preguntaron. Las chicas arriesgaban diversas respuestas.

El Inibioma fue creado en 2006, pero comenzó a funcionar un año después. Actualmente, cuenta con más de 240 integrantes, entre investigadores, becarios, personal de apoyo y administrativos. La sede principal se encuentra en Bariloche, aunque cuenta con dos subsedes en Junín y San Martín de los Andes.
Desde un primer momento, los investigadores abrieron las puertas del instituto para compartir las actividades científicas con estudiantes de nivel primario y secundario. Los primeros años, Inibioma Abierto se llevó a cabo en el Salón Cultural de Usos Múltiples (Scum) hasta que se inauguró el edificio en la calle Pasaje Gutiérrez, en un predio de la Universidad Nacional del Comahue. Comprende 1.650 metros cuadrados, distribuidos en tres niveles y cuenta con 8 laboratorios, 16 oficinas, una sala para seminarios, dos de reuniones, un salón comedor y un lactario.

«La idea es que puedan entender lo que hacemos de manera accesible, interactiva y participativa. Es biología en el sentido amplio: las líneas de investigación se relacionan con aspectos ambientales y de biodiversidad que incluyen disciplinas como Ecología, Zoología, Botánica, Paleontología, Etnobiología y Genética», comentó Marina Arbetman, investigadora del Conicet y docente de la Universidad Nacional del Comahue.
«Les miras las caritas a los chicos y todo les despierta curiosidad -agregó-. Les preguntamos cómo se imaginan siendo científicos y decían: ‘Un hombre grande, con delantal y anteojos’. Les marcábamos que ‘ella’, ‘él’, cualquiera puede ser científico. Cualquier persona que esté interesada en la temática».

En una sala, un grupo de diez chicos miraba con asombro a dos investigadoras que manipulaban pequeños frascos con cráneos de aves, en formol. «Les puede dar un poco de impresión, pero miren con atención. ¿Ven ese pico largo? Es de una lechuza«, les contaba.
A unos metros, otra científica le contaba a chicos de la escuela rionegrina 46 que «las plantas desarrollan estrategias para moverse de un lugar a otro». «Un caballo se come una manzana: ¿qué pasa con esa semilla en la panza?, ¿la semilla se destruye? Si la planta produce un fruto, esas semillas viajan distancias muy largas«, dijo.

A diferencia de los más pequeños, estos jóvenes, más tímidos, apenas se animaban a intervenir. A un costado, Dante Silva, el profesor de física, seguía la charla. «Nos sumamos a esta propuesta de visibilización de la ciencia y la tecnología a través de nuestro proyecto educativo. En los talleres de biología, los chicos trabajan temáticas de biodiversidad. Lo cierto es que Bariloche como polo científico tecnológico tiene muchas actividades paran mostrar«, resumió el docente.
En otro piso del Inibioma, los chicos intentaban atrapar peces de juguete. «¿Sabés qué peces hay en nuestros lagos y ríos?» se leía en un cartel. En una sala contigua, otro grupo observaba peces «reales» en una pecera. «¿Este es macho o hembra?», preguntó una nena, mientras el investigador marcaba las diferencias. Otro nene completamente atraído por el animal lo seguía con el dedo, a través del vidrio, hasta que un amigo lo empujó a modo de reprimenda para que preste atención.

De repente, los tres pisos del edificio del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (Inibioma), que depende del Conicet y la Universidad Nacional del Comahue, se llenó de estudiantes. Niños y adolescentes acompañados de docentes y profesores. Con uniformes y delantales blancos. Una vez más, los investigadores que integran el instituto pusieron en marcha la séptima edición del "Inibioma Abierto". El evento que tiene como finalidad "compartir la ciencia con la comunidad".
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